En 1887 el compositor francés Gabriel Urbain Fauré, discípulo de Camille Saint Saens, escribió una pieza breve para piano que dedicó a la condesa de Greffulhe, una importante dama de la sociedad parisina del momento. Aquella partitura menor se convirtió en una de las obras más queridas y populares del músico: la Pavana en fa sostenido menor, op. 50 que, pese a ser originalmente para piano, es más conocida en la versión del propio Fauré para orquesta y coro opcional. Se trata de una pieza de gran belleza, cautivadora y evocadora que ha perdurado en el tiempo gracias, precisamente, a su versión orquestal. Una pequeña joya musical. Desde el principio, la Pavana ha gozado de una inmensa popularidad, con o sin coro; una versión de ballet entró en el repertorio de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev, alternativamente anunciados como Las Meninas o Les Jardins d'Aranjuez , bailado con música no solo de Fauré sino también de Maurice Ravel y otros. La música de Fauré tenía "ecos inquietantes del Siglo de Oro de España" paralelos a la formalidad y la tristeza subyacente que encontró en las pinturas de Velázquez . Algunos críticos encontraron el ballet poco consistente, pero Diaghilev conservó el cariño por la pieza y la mantuvo en el repertorio de la compañía hasta el final de su vida.
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