jueves, 9 de febrero de 2023

Unos versioneros olvidados.



En nuestra improvisada singladura por la música española de los años sesenta del pasado siglo, hoy toca un grupo pionero poco conocido, formado por músicos de conservatorio, y de escasa repercusión en el auditorio juvenil si lo comparamos con los grandes conjuntos beat de su tiempo al modo de Los Sirex, Los Mustang, Los Estudiantes o Los Brincos. Los Catinos, grupo barcelonés, dedicaron gran parte de su actividad a versionear éxitos ajenos, versiones modestas cantadas en castellano y nacidas a la sombra del original. Sin embargo, habría que reivindicar esa porción de grupos prácticamente olvidados que abrieron el camino a otros tantos que, con un bagage musical más elaborado, tuvieron un mayor impacto discográfico y de público. Con ello también se quiere decir que la versión cumplió una doble función en el momento en que se produce la transición de la música ligera de los cincuenta a la adopción de los estilos modernos como el beat o el twist. Por un lado, permitió introducir en España otros estilos musicales a partir de la españolización de canciones, particularmente, italianas y francesas. Por otro, funcionó como un soporte de aprendizaje en un momento en que las referencias musicales todavía se hallaban inmersas en las raíces del folklore, el cuplé o en los cantantes melódicos hispanoamericanos. Los Catinos, sin ser un grupo de largo alcance ni excesiva originalidad, contribuyó al desarrollo de un pop autóctono con características y cualidades diferenciadas, y afianzó a otros grupos en la búsqueda de un sonido propio. Su éxito fue más bien relativo, aunque acaparó algunas páginas en revistas especializadas. Se forman a finales de 1959 como conjunto universitario cumpliendo con ello una confesada ilusión, con el nombre de Los Ticanos y en 1961 viajan a Madrid para participar en un festival organizado por el S.E.U. (Sindicato Español Universitario, siendo jefe de dicho sindicato en esa época el Sr. Rodolfo Martín Villa), organización de afiliación forzosa para los universitarios de la época,en el que actúan junto a los tres conjuntos madrileños más conocidos (y casi los únicos), Los Pekenikes, Los Estudiantes y Los Blue Boys. En 1962 alteran el orden de las sílabas de su nombre y pasan a denominarse Los Catinos. Su primera grabación fue “Sag Warum / Naciste Para Mí / Todos los Chicos y Chicas / Se Oculta el Sol”, un disco que funciona aceptablemente y que permite al grupo afianzarse entre la mucha competencia que empezaba a haber en su ciudad. .En una entrevista que apareció en el número de abril de 1964 en la revista Fonorama, ellos mismos definen su estilo: “Somos un conjunto distinto a todos, más melódico, menos hecho para festivales, pero el público nos respeta”. Su repertorio se basó durante casi toda su carrera en versiones en castellano de temas italianos y franceses; con el tiempo derivaron hacia la música inglesa, pero siempre pisando el terreno de la música ligera y las baladas, una música sin estridencias para una presencia más que conservadora, procurando cuidar mucho los arreglos para aportar algo nuevo a cada canción. Siempre encorbatados y enfundados en trajes clásicos, en su primera época llevaban un escudo bordado sobre el bolsillo superior de la chaqueta, con lo que su aspecto se acercaba más a un veterano equipo de esgrima o equitación que a un grupo pop. La imagen más recordada del grupo es la de su orondo vocalista, Manolo Vehí, que, por cierto, nos dejó sin absolutamente ningún ruido en marzo del 2019. En realidad fueron siempre un grupo de segunda fila que no llegaron a pisar los puestos punteros del hit parade, pero que mantuvieron unas ventas fijas aceptables en casi todos sus discos. Su popularidad decreció a partir de 1970 y aún estiraron su actividad discográfica hasta 1973.


 

 

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