domingo, 21 de julio de 2024

Otra estrella del soul desconocida.



I
gual que otras legendarias estrellas del soul, como Solomon Burke, Wilson Pickett y Otis Redding, Joe Tex sigue siendo uno de los personajes más emblemáticos en el panorama de la black music de los años sesenta y setenta del siglo XX. No obstante, Tex ha sido siempre inmerecidamente infravalorado. Su agudo sentido del humor y su vivaz ademán irónico siempre fueron desfigurados. Joe Tex, cuyo nombre real era Joseph Arrington Jr., tuvo su infancia en un suburbio de Houston y, como James Brown, con quien compartió algunos momentos de su carrera, empezó a ganarse la vida por las calles como limpiabotas, vendedor de periódicos, cantante y bailarín. Durante los estudios superiores participó en un concurso de jóvenes talentos de su ciudad y ganó el primer premio (trescientos dólares y una semana en Nueva York) con un sketch cómico titulado "lt's in The Book" aunque, a pesar de ello, logró llevar a buen término sus estudios y se diplomó en 1955. En aquel tiempo, la mayoría de los jóvenes afroamericanos con vocación musical daban sus primeros gorgoritos en los coros de la iglesia evangélica, bautista o pentecostal del barrio, luego se armaban de valor y le anunciaban a su progenitor o al párroco –que a veces era la misma persona– su intención de empezar a interpretar música laica, que trataba sobre amor y otros problemas mundanos, esto es, himnos profanos en el límite de lo impío. Decidió tomarse en serio su amor por la música y sobre todo por el rhythm and blues, escribiendo una serie de divertidas composiciones en el estilo de James Brown, Little Richard, Little Willie John y tantos otros. Entre tanto, en Nashville, se le presentó la ocasión de conocer a Buddy Killen, uno de los más famosos promotores de música country. "La primera vez que lo vi", narra Killen, "estaba vestido como un cowboy, con una camisa violeta y un par de botas efectistas; cantó un par de canciones para mí y me dejó estupefacto. ¡Nunca había visto un entertainer mejor en ningún bar!". Tex cantaba, bailaba y jugaba con el micrófono, mostrando cada vez más sus innatas capacidades de dominador de la escena y de hábil cortejador del público; otros artistas, entre ellos Wiison Pickett, adoptaron algunos de sus afortunados trucos, como el de elegir a una muchacha del público e invitarla a bailar sobre el escenario, aunque con resultados muy diversos. Allí donde las actuaciones del resto adoptaban el tono de una parodia forzada, las de Tex estaban llenas de humor sincero y contagioso. Condimentaba sus espectáculos con una pizca de sana y picante ironía y lograba catalizar la atención de un público, multirracial, gracias a su fascinante carisma. En 1972, Joe Tex produjo una verdadera explosión en las discotecas. 'I gotcha', que hoy recordamos, single de un puro e impetuoso funk (fusión de soul, jazz y otros ritmos, bailable), se convirtió en número 2 de las listas de éxitos estadounidenses y le proporcionó el primer y único disco de platino de su carrera. Música con alma, sería el resumen más simple, aunque un melómano agregaría que fue la afirmación rotunda de la identidad de una comunidad que ya no aceptaba ser discriminada por el color de su piel. Canciones que transmitían con énfasis y hasta con desgarro la experiencia del pueblo negro. Pero, justamente cuando el éxito había llegado a su punto máximo, Joe Tex abandonó súbitamente los escenarios para dedicarse por completo a la religión y se hizo predicador de la Iglesia de los Musulmanes Negros, la Black Muslim Church, con el nombre de Joseph Hazziez, aunque después realizó su regreso al mundo discográfico. En 1982, a la edad de cuarenta y nueve años, Joe Tex fallecía a consecuencia de un ataque al corazón. El soul perdía así a uno de sus hijos más sinceros.



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