Pues bien, sin intención de hacer publicidad desde este blog, la empresa que se anuncia como "la chispa de la vida" ha publicado un documentado Informe Coca Cola de la felicidad, presentado en sociedad y prologado por Eduard Punset, reconocido estudioso y divulgador del tema, tanto en su vertiente puramente personal como en su impacto social. En él se concluye que el dinero TAMBIÉN forma parte indisoluble de la sensación íntima de felicidad, en mayor o menor grado en función de otros parámetros que afectan.
La verdad es que la lectura y análisis de los datos que figuran en el informe contribuyen a evadirse de tanta inmundicia que nos rodea y, durante un rato, uno deja de pensar en la crispación inducida cotidiana. Quien esté interesado en su lectura y consecuente relax, puede hacerlo clicando aquí, por lo que en estas lineas haremos solamente algún comentario de aspectos que nos han resultado curiosos.
El informe está ceñido a España y se ve que la fiesta va por barrios: de acuerdo con el resultado de la encuesta, las comunidades que tienen los ciudadanos más felices son Navarra, Aragón, Catalunya y Extremadura, mientras que los líderes del cabreo (con respeto) son los asturianos, murcianos y madrileños.
No debe de llamar la atención de que un aspecto fuertemente consustancial con la sensación de felicidad es el de las relaciones humanas, de forma que las personas solas, con independencia de otros factores, se muestran más infelices (como en una curva de Gauss, también se produce una bajada en la sensación de felicidad cuando la convivencia de personas es muy numerosa).
En cuanto a prioridades, eso de las tres cosas de la vida, "salud, dinero y amor", no aparecen por ese orden, con una particularidad: el factor "amor" tiene una influencia en la sensación de felicidad que permanece prácticamente invariable en todos los tramos de edad analizados como pilar central, ya sean los encuestados con o sin pareja. Sin embargo, la importancia relativa del dinero va disminuyendo con los años mientras la importancia de la salud se dispara en el tramo de mayores de 55 años.
Por otra parte, el informe confirma el impacto de las experiencias de infancia en la sensación de felicidad adulta, hasta el punto de que elementos como la relación temprana con los padres, la integración o no en el colegio, el recuerdo que se guarda de los maestros, etc., condiciona el sentimiento íntimo muchos años después.
El informe abarca otros indicadores como la relación con la pareja, la impresión acerca de cómo se ve el futuro, el ocio, el aspecto físico, etc., en un compendio que merece que se le destine un tiempo.Claro que tiene el problema (irresoluble) de que la vida sigue mientras leemos el informe, y cuando acabamos, más relajados, volvemos a vernos envueltos en la "cosa" del día a día. Pero hemos estado un rato sin pensar en ella, y eso es de agradecer.
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