La
rumorología es una ciencia fascinante que debería ser asignatura obligada en
las escuelas de comunicación y en las de periodismo, aunque a juzgar por lo que
se ve, se lee o se oye en algunos programas, entre dimes, diretes, pseudo
investigaciones y entrevistas del tipo “dime qué digo sobre lo que dicen que
han dicho de lo que dijiste” y demás variantes, está mucho más difundida en
esta última profesión de lo que podría pensarse.
La
rumorología tiene además una característica que la hace particularmente
especial y es que, salvo contadísimos casos, su finalidad es la de crear un
clima de confusión que resulte caldo abonado para la cizaña interesada. Y no
debe confundirse esta “ciencia” con la deformación que se produce en la
transmisión de noticias u órdenes debida a las interferencias de la
comunicación.
Gregorio
Doval, en su Libro de los hechos
insólitos refiere un caso extremo de creación de rumores sucedido realmente
durante la primera guerra mundial e investigado por Kapferer: cuando el
ejército alemán tomó la ciudad de Amberes, el periódico Kölnische Zeitung
publicó como titular que “Las campanas sonaron con la noticia de la caída de
Amberes” y, en el texto, se detallaba que se referían, obviamente, a las
campanas alemanas, en una frase hecha de uso normal. Al día siguiente, el
periódico francés Le Matin, informó: “Según el Kölnische Zeitung, los párrocos
de Amberes se vieron obligados a tocar sus campanas una vez que Amberes cayó en
manos alemanas”. La siguiente versión del londinense The Times fue: “Según Le
Matin, que reproduce una noticia fechada en Colonia, los sacerdotes belgas que
se negaron a hacer volar sus campanas después de la caída de Amberes han sido
depuestos”. Para enredarlo más, el italiano Corriere de la Sera publicó: “Según
The Times, que cita noticias de Colonia comentadas en París, los desafortunados
sacerdotes que se negaron a hacer sonar sus campanas en la toma de Amberes han
sido condenados a trabajos forzados”. Y el colmo se presenta cuando, en un
bucle perfecto, nuevamente Le Matin informa el suceso original de la siguiente
forma: “Según una información del Corriere de la Sera, vía Colonia y Londres,
se ha confirmado que los bárbaros ocupantes de Amberes han castigado a los
sacerdotes que heroicamente se negaron a repicar las campanas, colgándoles de
ellas con la cabeza hacia abajo, como un badajo vivo”.
Suele
ocurrir: la misma fuente del rumor acaba por creerlo y, por el camino, se
producen tantas variantes y se incorporan tantas variables que resulta difícil
discernir hasta dónde llega la realidad y dónde y cuándo empieza la parte
irreal inventada e interesada.
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