jueves, 17 de octubre de 2013

Se dice, se comenta, se rumorea...



La rumorología es una ciencia fascinante que debería ser asignatura obligada en las escuelas de comunicación y en las de periodismo, aunque a juzgar por lo que se ve, se lee o se oye en algunos programas, entre dimes, diretes, pseudo investigaciones y entrevistas del tipo “dime qué digo sobre lo que dicen que han dicho de lo que dijiste” y demás variantes, está mucho más difundida en esta última profesión de lo que podría pensarse.

La rumorología tiene además una característica que la hace particularmente especial y es que, salvo contadísimos casos, su finalidad es la de crear un clima de confusión que resulte caldo abonado para la cizaña interesada. Y no debe confundirse esta “ciencia” con la deformación que se produce en la transmisión de noticias u órdenes debida a las interferencias de la comunicación.

Gregorio Doval, en su Libro de los hechos insólitos refiere un caso extremo de creación de rumores sucedido realmente durante la primera guerra mundial e investigado por Kapferer: cuando el ejército alemán tomó la ciudad de Amberes, el periódico Kölnische Zeitung publicó como titular que “Las campanas sonaron con la noticia de la caída de Amberes” y, en el texto, se detallaba que se referían, obviamente, a las campanas alemanas, en una frase hecha de uso normal. Al día siguiente, el periódico francés Le Matin, informó: “Según el Kölnische Zeitung, los párrocos de Amberes se vieron obligados a tocar sus campanas una vez que Amberes cayó en manos alemanas”. La siguiente versión del londinense The Times fue: “Según Le Matin, que reproduce una noticia fechada en Colonia, los sacerdotes belgas que se negaron a hacer volar sus campanas después de la caída de Amberes han sido depuestos”. Para enredarlo más, el italiano Corriere de la Sera publicó: “Según The Times, que cita noticias de Colonia comentadas en París, los desafortunados sacerdotes que se negaron a hacer sonar sus campanas en la toma de Amberes han sido condenados a trabajos forzados”. Y el colmo se presenta cuando, en un bucle perfecto, nuevamente Le Matin informa el suceso original de la siguiente forma: “Según una información del Corriere de la Sera, vía Colonia y Londres, se ha confirmado que los bárbaros ocupantes de Amberes han castigado a los sacerdotes que heroicamente se negaron a repicar las campanas, colgándoles de ellas con la cabeza hacia abajo, como un badajo vivo”.

Suele ocurrir: la misma fuente del rumor acaba por creerlo y, por el camino, se producen tantas variantes y se incorporan tantas variables que resulta difícil discernir hasta dónde llega la realidad y dónde y cuándo empieza la parte irreal inventada e interesada.

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