jueves, 10 de septiembre de 2015

La crisis de los refugiados - Updated

Desde la anterior entrada del blog en la que se pretendía echar un vistazo crítico a la ligereza con que se está enfocando de inicio desde la acomodada e insensible Unión Europea, foco de atracción, pensando en posibilidades de conseguir un futuro digno para multitud de personas que huyen de un conflicto armado que los está destruyendo (no es ninguna metáfora), los acontecimientos y las reacciones oficiales se han precipitado.
Para empezar, después del bochornoso espectáculo ofrecido por las autoridades húngaras, finalmente se consiguió que permitieran la marcha de los retenidos (de los que habían, y hay que recordar que siguen llegando a la UE por tierra o atravesando el Mediterráneo) y los primeros trenes, autocares y, en muchas ocasiones, automóviles de voluntarios,empezaron a llegar a Viena o Munich atiborrados de refugiados lógicamente eufóricos por haber finalizado una etapa muy dura. Hungría avisó que esa "permisividad" era temporal y, realmente, habría que estar muy atentos al próximo día 15, en que entrará en vigor la ley de urgencia que promulgaron endureciendo los castigos a emigrantes.

La reacción de la sociedad ha sido envidiable en su solidaridad, y ha obligado a los gobiernos a posicionarse de manera, en general, favorable a la acogida de refugiados, no solo los de los estados europeos, sino también Chile, Venezuela y algún otro americano,... y Australia, que ha sorprendido admitiendo un cupo de unos  miles de refugiados de esta crisis cuando su política migratoria tiene ganada fama de ser extremadamente rigurosa.

Hay que recordar también la oferta/propuesta del Papa Francisco de que cada parroquia católica acoja a una familia, y da ejemplo con las dos que existen en El Vaticano (falta saber si en estos lugares de acogida se incluyen, por ejemplo, las "chabolas" de Monseñor Bertone o de nuestro Rouco-Varela entre otros "necesitados" de la Jerarquía).
El (pen)último acto registrado sobre la atención al tema ha sido el dramático, intenso e imprevisto discurso de Juncker en el Parlamento Europeo (el discurso se preveía centrado en el Estado de la Unión, desde la seguridad y las cuestiones agrícolas hasta la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea pero ha sido desviado a la crisis griega y la dramática afluencia de refugiados e inmigrantes, como se puede leer en el resumen de prensa del propio Parlamento) en el que ha exigido hoy a los 28 Estados de la UE que reubiquen a 120.000 refugiados llegados a Italia, Grecia y Hungría, e insiste en que este reparto debe ser "obligatorio". Para algunos, estos (números) dan miedo. Pero ahora no es el momento de tener miedo, sino la hora para "la humanidad y la dignidad humana", y para Europa también es un asunto de justicia histórica porque los europeos deberían recordar bien que Europa es un continente en el que casi todos en algún momento han sido refugiados". La reacción de los diferentes estados miembro ha sido variopinta, desde los que se han unido al lamento de Juncker hasta la de países como Hungría y sus acólitos, de rechazo a las cuotas (pese a que realmente Polonia -que ciñe su ayuda a refugiados cristianos -, la República Checa y Eslovaquia no han dado un NO rotundo), a los que se ha unido Dinamarca, que hace unos días publicó en la prensa libanesa el anuncio de que no acogería a más refugiados y que ahora impide el paso por su territorio a los grupos de refugiados que, procedentes de Alemania, quieren llegar a Suecia, país que también ha declarado su predisposición a acogerlos.

¿Y España? Pues finalmente acogerá la cuota que le ordena la UE, de unos 15.000 refugiados, pero hay que resaltar que durante unos días hemos estado inmersos en la ceremonia de la confusión, con declaraciones de integrantes del gobierno contradictorias cada día que se realizaban respecto del anterior. El ministro García Margallo, que en principio se oponía a acoger refugiados por la alta cifra de paro que nos azota, cambiaba de opinión y los admitía, eso sí, esgrimiendo casi como una amenaza, la obviedad de que no todos los solicitantes accederán al status de refugiado, lo que es cierto, pero no "es estético" tomarlo como posicionamiento inicial.
El ministro Fernández Díaz que se oponía en redondo justificando su posición en evitar el efecto llamada que, a su juicio, provocaria la admisión de los refugiados, dice ahora que España acogerá a cuantos ordene la UE.
Ya se han levantado voces identificando como electoralista este cambio público de criterios y algunos, incluso, afirman que si no hubiera unas elecciones en ciernes no se hubiera producido. es un tema que se ha de escuchar con prudencia y, en principio, darle una credibilidad relativa (por el simple hecho de que algo así, de ser verdad, definiría a sus protagonistas con calificativos difíciles de admitir como corresponsables con la sensatez y el humanitarismo). No tendría lógica, por otra parte, que se negara el asilo cuando hay un movimiento ciudadano amplísimo que el gobierno debe canalizar (y, eventualmente, financiar) para potenciar su eficacia dado que el problema puede alargarse mucho más tiempo del que cabe suponer hoy. Sea como sea, en un ejemplo práctico de la atención rápida a un problema urgente, ya se ha creado una comisión interministerial que sentará las bases para el estudio de las condiciones en las que se han de formar los comités autonómicos y se definirán los canales a través de los que las plataformas provinciales recogerán durante la próxima legislatura las demandas de los subcomités locales.... y así, Pero menos da una piedra.


Una vez que parece canalizada la situación y visto que hay compromiso de futuro para atender a los refugiados que vayan llegando además de los actuales, en el repaso global de la crisis quedan puntos oscuros o, al menos, que generan dudas razonables.
Una de esos espacios neblinosos es cavilar por qué los países árabes, con fama de ser hospitalarios, parecen ajenos al conflicto, cuando geográficamente son vecinos. La respuesta está, sin duda, en el petróleo, de forma que los países de la península arábiga, los ricos (Arabia, Kuwait, EAU,...) viven en un mundo diferente que los del continente, los pobres (Siria, Irak, Líbano,...) y una forma de perpetuar su status es impedir la entrada de quien huye de esos países, de unos conflictos en los que, además, los países ricos financian a uno u otro bando, aunque con esta actitud hacen trizas esa fama de hospitalario del mundo árabe. En realidad, se dice que es mucho más fácil que entre en Arabia un occidental que un sirio.
Otro terreno pantanoso es el de Estados Unidos, muy reacio a admitir refugiados de estos países (hay que decir en honor de la verdad que un grupo de senadores ha propuesto al presidente Obama que autorice el asilo de 6.000 refugiados), por el temor de que entre ellos se infiltre algún yihadista.

 Este temor confirma que el compromiso más serio de la comunidad internacional debe ser trabajar para eliminar las fuentes de origen de los refugiados, en el caso que nos ocupa, tanto el Estado Islámico (EI) como el régimen de Al-Assad, al que muchos en Siria colocan al mismo nivel de crueldad que el EI.

En cualquier caso, barajar la posibilidad de infiltrados yihadistas entre los miles de pacíficos refugiados no es un asunto menor, y obliga al trámite (que se ha de hacer de manera rápida y eficaz) a identificar a todas las personas que acceden a la UE o a otros países de asilo, de forma que los diferentes Servicios de Inteligencia cuadren la información de cada una y tome las medidas adecuadas en cada caso que puede descubrirse.

Viene a cuento sobre esto, aunque evitando caer en el alarmismo o el sensacionalismo, la noticia aparecida en el Sunday Express (del grupo británico de comunicación del Daily Express) en la que, citando fuentes del propio EI, afirman que más de 4.000 extremistas del Estado Islámico han entrado a la UE haciéndose pasar por refugiados. De acuerdo con la fuente citada, los extremistas se mezclan en el flujo de refugiados en las ciudades portuarias turcas de Esmirna y Mersin, de donde parten y atravesando el Mediterráneo llegan a Italia. Luego los terroristas se dirigen a otros países europeos, en la mayoría de los casos a Suecia y Alemania, lo que confirman contrabandistas locales.
Por otra parte, la fuente en el EI confirmó que la infiltración de extremistas es el comienzo de una venganza por los ataques aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
"Queremos establecer un califato no solo en Siria, sino en todo el mundo", aseveró, aunque no es menos cierto, en opinión de los expertos que los Servicios de Inteligencia Europeos "saben perfectamente quien de ellos puede estar viniendo entre toda esa muchedumbre de refugiados"

A la vista de estas noticias, y con toda la cautela que el asunto merece, cabe recordar que sería nefasto que la lucha por admitir o no las cuotas impidiera la visión de lo realmente importante. Sin olvidar, claro, que la prioridad inmediata es la atención de los refugiados. Queda claro que si en este escenario no se implican los países musulmanes, nunca se llegará a una solución satisfactoria para todos, máxime si se tiene en cuenta que el auto proclamado califa del EI, Abu Bakr al-Baghdadi, mantiene y difunde (mayo de 2015) de forma inexcusable para sus seguidores la consigna de que "El Islam no es una religión de paz, sino de guerra contra el infiel y cualquier musulmán debe hacer la guerra hasta que sólo Alá sea adorado". Corresponde al mundo musulmán confirmar o rectificar esta proclama.

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