aría
Ya estamos en diciembre (¡cómo pasan los meses!), tiempo en el que se levanta el ánimo navideño. Quedan pocos días para que empiece la Navidad de forma oficial y su espíritu ya inunda las ciudades de todo del mundo: luces, espumillones y abetos navideños conquistan las calles y la banda sonora por excelencia de estos días son los villancicos. Irremediablemente vienen a nuestras memorias, fiestas, celebraciones, cantos y bailes referentes a estas festividades de tradición religiosa. Pero más allá del motivo central de esta temporada, está el ánimo que, inevitablemente, se mueve hacia uno u otro sentimiento. Ahora de tristeza y melancolía, ahora de felicidad y generosidad. La música y su universo, tiene una enorme influencia en este sentido, ya que no es posible divorciar ésta con el ambiente y las funciones que ejerce en las costumbres de una sociedad que se embulle en el espíritu generalmente festivo, y el villancico y los cantos navideños son el centro musical con que se nutre el necesario humor universal. Lo cierto es que al hablar de esta música, siempre llegan a nuestras mentes los villancicos tradicionales españoles y las llamadas carols de lenguas latinas y anglosajonas de siempre. Ya sea de un arreglo o de otro. ¿O no pensásteis al hablar de villancicos en «Los peces en el río«, «Noche de paz«, «Jingle bells«, «Los pastores a Belén«, «Arre borriquito», «El niño del tambor» y muchos etcéteras más, entre ellas los locales, excluyendo eso sí, a la música clásica? Y eso sin ni si quiera tocar el asunto de los arreglos modernos (la famosa “muzak”) que cada vez van «demeritando» la naturaleza de los mismos. No es mi intención hoy entrar en polémicas al respecto, pues es muy cierto que «para gustos, colores» y al final, cumple también esta música su cometido en gran medida, pero hoy saldremos de los clichés mediáticos para hablar de otros parámetros, igualmente populares en otras latitudes pero menos socorridos, aunque no por ello, menos hermosos…
Villancicos de calidad !!!😃😃
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