Esta coincidencia confirma una vez más ese equilibrio cotidiano de que los polos siempre se compensan.
Como reflexión ociosa al respecto, caemos en la cuenta de que estamos en la época en que todo es bondad, en que los buenos (y empalagosos con frecuencia) deseos nos rodean, y en los que parece que el sentido común tenga que dejar paso a un sentimiento ñoño de que "er mundo es güeno" sin más.
Pero, ¿de verdad es ese el mensaje? No, el mensaje es, simplemente, el de alentar a hacer el bien a los que no lo hacen y el de reconocer a quien sí que lo hace.
Para apoyar esta idea, dejadme que recuerde un personaje a quien traté durante un tiempo, curioso donde los haya, y, sin pretenderlo, objeto de deseo para sus prácticas de todos los psiquiatras saldidos de la facultad. Bien, esta persona tenía un particular concepto de lo que es el merecimiento, de forma que cuando cualquier negocio no salía como marcaban sus expectativas personales, la reacción es "no me lo merezco". Por el contrario, cuando el resultado colmaba las expectativas, la reacción es "porque me lo merezco".
De acuerdo, de acuerdo, sería cruel (aunque, seguramente, realista) establecer distinciones a la hora de expresar los buenos deseos típicos de estas fechas e impedir, de esa forma, que todos podamos reflexionar auténticamente en los merecimientos personales. Por eso, sin más, podemos acudir a la cita bíblica (que nadie discute) de desear paz a los hombres de buena voluntad. (y mujeres, naturalmente; porque el lenguaje es el que es, pero no existe intención de excluir a nadie)
Políticamente correcto, intachable y sutil: de un plumazo pone en su sitio a las personas que no tengan buena voluntad, a quien sume en lo más pérfido, como es la falta de paz, incluido en ella, lógicamente, todo lo que la proporciona.
Y como no queremos caer en trampas semánticas, aprovechemos estos días tambien nososotros para ser generosos deseando unas muy felices fiestas a tod@s. Y sobre todo, mucha fuerza, senti y
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