Los indignados del Tea Party

La política estadounidense y el american way of life no dejan de sorprendernos a la vez que nos muestran ejemplos, en lo positivo y en lo no tanto, de enfoques particulares de ciertos problemas comunes.
Y, seguramente, al final, lo que prima es la persona y no tanto la idea, como en tantas otras cosas.
Sabido es que la lucha por el poder llega a resultar fratricida en muchos países, que uno descubre con desolación que "donde dije digo cuando aspiraba al poder, digo Diego cuando lo detento" y que son pocos los casos en que las derrotas enseñan a algo. Sin embargo, ciñámonos a los Estados Unidos como ejemplo. Forma parte de las antologías como ejemplo de elegancia, de sentido de Estado y de servicio al país el discurso de aceptación de la derrota que pronunció el candidato Mc Cain en las elecciones del año 2008 en las que resultó elegido Barack Obama, pero lo que abunda hoy es precisamente lo contrario. Resulta que ahora ha salido a la palestra Sarah Palin (recordemos, ex-gobernadora de Alaska, candidata en su día a la Presidencia y que no se caracteriza precisamente por sus ideas progresistas en las políticas sociales; antes bien, es una de las cabezas visibles del movimiento a la derecha del partido republicano, el Tea Party) como aparente defensora del movimiento del Occupy Wall Street (recordemos, también, los "indignados" en versión USA).

 
La prensa americana ha pasado del asombro a la chanza, pero, para este modesto blog, más allá de sesudos análisis políticos, lo que es realmente llamativo es observar hasta qué punto llegan algunos políticos en la manipulación o tergiversación de los hechos para captar como sea el voto. Reproducimos la imagen de un decálogo de sus ideas en la que está retocado es la imagen de la Sra. Palin, pero no el contenido de la doctrina, extractado de su artículo publicado en el Wall Street Journal del pasado 18 de noviembre con el título de "Cómo el Congreso ocupó Wall Street". Sin comentarios.