sábado, 5 de enero de 2013

La Santa Sede y las normas antiblanqueo de capitales

Se ha hecho pública la prohibición que he efectuado el Banco Central de Italia a los bancos que operan dentro del perímetro vaticano de gestionar pagos con tarjetas de crédito, prohibición de la que se excluye, precisamente al Banco Vaticano (Instituto para las Obras de la Religión, IOR), lo que parece una paradoja que intentaremos explicar.
La Santa Sede es un Estado Soberano en cuyo territorio pueden operar bancos que no sean propios del país, además de, en este caso, el Banco Vaticano. ¿Por qué la prohibición no se hace extensiva al IOR? Pues, en términos generales, porque este banco ya está sometido a una vigilancia estricta por parte de las autoridades italianas habida cuenta de su historial y los episodios que le han afectado y le afectan. Otra cosa es que los bancos no vaticanos que operan en su suelo están sometidos a la legislación vaticana, y ahí reside el quid de la cuestión en esta ocasión; esa legislación, por lo que se refiere al blanqueo de capitales, es lo suficientemente laxa como para que el Consejo de Europa haya recordado en su examen del pasado junio que la Santa Sede "debe fortalecer su régimen de vigilancia" pese a reconocer los avances normativos conseguidos. (pendientes de implementación muchos de ellos)
Hasta ahora, el servicio de pagos electrónicos del Vaticano estaba confiado a Deutsche Bank Italia, y el problema, según el portavoz vaticano Federico Lombardi, se reduce a "buscar un nuevo proveedor" sin mencionar para nada la necesidad de revisar sus leyes internas.

Además de constituir éste un argumento débil que suena a cínico, sorprende que lo haga coincidiendo con las declaraciones públicas del Pontífice en las que alertaba de los excesos financieros. ¿Tenía su día libre Federico Lombardi cuando las pronunció Benedicto XVI o sigue la consigna del "haced lo que yo os digo, pero no lo que yo hago"? Porque las palabras no ofrecen demasiadas dudas: "A pesar de los focos de tensión y de contraposición causados por crecientes desigualdades entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista expresada por un capitalismo financiero disoluto, y de las diversas formas de terrorismo y de criminalidad, estoy convencido de que las múltiples obras de paz de las que el mundo es rico, testimonian la innata vocación de la humanidad hacia la paz" y equiparan ese capitalismo financiero disoluto (sin normas ni vigilancia, Sr,. Lombardi) ni más ni menos que al terrorismo.

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