Y ese saludable ejercicio, a veces, nos muestra que una cosa es predicar y otra dar trigo, parafraseando al siempre sabio refranero, ya que se descubren cosas que nos asombran por su similitud a las nuestras. No es que uno se alegre de los males ajenos, pero sabiéndolos es la única manera de evaluar cómo los afrontan quienes deben hacerlo y, entonces sí, ver si las soluciones son extrapolables. No vale sólo el erigirse en líder dando a entender que los problemas son "de otros" aplicando sordina a los propios.
Viene todo esto a cuento por una noticia divulgada por Reuter acerca de los males que aquejan a la banca alemana (sí, alemana, del país que "ha superado sus problemas" y exige sin rubor la aplicación de medidas de austeridad extrema a los demás, no nos engañemos, para salvar a su banca a costa de sacrificios generalizados, en particular a los países de "la periferia".
Reproducimos algunos contenidos del artículo, que puede leerse completo (en inglés) clicando aquí, y que está dedicado a analizar la situación actual del Deutsche Bank:
Alemania se ha vuelto tan dependiente de Deutsche Bank para engrasar las ruedas de su economía impulsada por las exportaciones que parece dispuesta a pasar por alto escándalos relacionados con su banco más grande.
Deutsche es uno de los bancos europeos investigados por los reguladores de Europa y Estados Unidos por su presunto papel en el affaire del amaño de las tasas de interés de referencia. Se espera en los próximos días un informe del regulador alemán sobre esta presunta participación y en él se pondrá a prueba el compromiso de Alemania para mantener fuerte el Deutsche por el bien de su economía. Ese compromiso es un tema sensible a empleados, clientes y accionistas del banco, así como a los los líderes empresariales que se han posicionado junto a los directivos de la entidad, y esta base de apoyo es crucial para Deutsche, especialmente en un año electoral alemán cuando los excesos de los bancos y los fallos de gestión percibidos podrían convertirse en un tema de campaña.
En 2008, Deutsche ocupaba el quinto lugar entre los mayores financiadores a empresas alemanas, detrás de HVB, Dresdner Bank, Royal Bank of Scotland y Commerzbank, con una cuota de mercado del 7,23 por ciento. Cuatro años más tarde, el Deutsche Bank es el segundo mayor proveedor de financiación corporativa en Alemania detrás sólo de Commerzbank. Pero la necesidad de un banco alemán global es aún más grave para las empresas pequeñas y medianas, la columna vertebral de la economía. Estos pequeños fabricantes altamente especializados exportan bienes en todo el mundo, pero no tienen la capacidad de mantener múltiples relaciones con los bancos para solucionar el cambio de divisas, la cobertura de tasa de interés y financiación de las exportaciones.
Pero Deutsche Bank, esclavo aún de ciertas "alegrías" pasadas, tiene una relación a veces difícil con los políticos, en la que no es menor, entre otros, el allanamiento de la sede de Frankfurt, a finales de 2012 en el marco de una investigación por evasión fiscal, blanqueo de capitales y obstrucción de la justicia sobre una estafa que implica los permisos de comercio de carbono. Como consecuencia, 25 personas del banco están siendo investigadas.
No tiene desperdicio la excusa que presenta un alto directivo de la entidad al hablar del problema: "Muéstrame el banquero que en 2008 no tenía algún problema. Si quieres un director ejecutivo intachable necesitas a alguien con menos de cuatro años de experiencia, lo que te lleva a un licenciado de 25 años de edad", para acabar preguntándose: "¿Hay que eliminar la banca de inversión en conjunto para apaciguar a los dioses de los sacrificios."
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