martes, 30 de abril de 2013

¿Y cuando la política de austeridad se basa en un error de cálculo?

Llama la atención el poco eco mediático que suelen tener noticias que van a contracorriente de las tendencias y decisiones políticas, aún cuando esas noticias estén debidamente documentadas. Y llama la atención en particular porque, cuando existe la opción de admitir un error y obrar en consecuencia , nuestros representantes políticos se enrocan en el castellano "sostenella y no enmendalla" aplicando sordina y desdén hasta que se olvida el asunto, cubierto por sucesivas capas hediondas de novedades suministradas por la actualidad cotidiana.
Digo esto porque hace unos días se hizo público que las políticas de austeridad a ultranza aplicadas por los gobiernos de medio mundo se basaban en unos cálculos e hipótesis mantenidas por los reconocidos economistas de la Universidad de Harvard vinculados anteriormente al FMI Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff  en el artículo publicado en 2010 con el nombre de Growth in a time of debt (Crecimiento en época de endeudamiento,cuyo original en inglés puede leerse clicando aquí), que pretendía identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda pública de forma que una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto, afirmaban, el crecimiento económico cae en picado.(hay que decir que el prestigio y credibilidad de los autores no es casual y fruto de esta hipótesis, sino que les viene por la publicación de estudios anteriores como el celebrado This time is different. Eight centuries of financial folly (Esta vez es distinto. Ocho siglos de necedad financiera), de 2009 sobre la evolución de las sucesivas crisis económicas).
Pues bien, esta hipótesis, acogida de manera entusiasta por los dirigentes económicos de los países azotados por la crisis como receta indiscutible, se ha demostrado errónea en su cálculo y en las consecuencias que comporta. Técnicamente, Reinhart y Rogoff ha tenido que reconocer después de permitir que otros expertos analizaran sus cálculos que en ellos habían omitido algunos datos, que emplearon unos procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables y que sí, cometieron un error de codificación de Excel. Corrigiendo estos errores se llega al resultado que otros investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda elevada y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa qué, pero sin rastro alguno de ese umbral del 90%. Son muchos los economista que han señalado que una correlación negativa entre la deuda y el comportamiento económico no significaba necesariamente que la deuda elevada fuese la causa de un crecimiento lento y que podría ocurrir perfectamente lo contrario, que el mal comportamiento económico condujese a una deuda elevada. De hecho, este es evidentemente el caso de Japón, que se endeudó enormemente después de que su crecimiento se hundiese a principio de los noventa.
Pero, en cualquier caso, lo que realmente importa no es lo que quisieron decir, sino el modo en que se ha interpretado su trabajo: los entusiastas de la austeridad anunciaron a bombo y platillo que ese supuesto punto de inflexión del 90% era un hecho probado y un motivo para recortar drásticamente el gasto público incluso con un paro elevadísimo.

Por eso debemos situar el fiasco de Reinhart y Rogoff en el contexto más amplio de la obsesión por la austeridad, por el evidentemente intenso deseo de los legisladores, políticos y expertos de casi todo el mundo occidental de, por ejemplo, dar la espalda a los parados y, en cambio, usar la crisis económica como excusa para reducir drásticamente los programas sociales.


Lo que pone de manifiesto el asunto de Reinhart y Rogoff es la medida en que se nos ha vendido la austeridad con pretextos falsos. Durante tres años, el giro hacia la austeridad se nos ha presentado no como una opción sino como una necesidad. Los defensores de la austeridad como único camino para la recuperación afirman que las investigaciones económicas han demostrado que cuando la deuda supera el 90% del PIB, es la antesala del apocalipsis. Pero no es exactamente así: un par de economistas hicieron esa afirmación, mientras que muchos otros no estuvieron de acuerdo. Los responsables políticos han abandonado a los parados y han recortado programas sociales tomando la senda de la austeridad porque quisieron, no porque tuviesen que hacerlo.

Siguiendo este criterio, y en palabras del premio Nobel crítico con el sistema Paul Krugman, "los sospechosos habituales simplemente encontrarán algún otro análisis económico cuestionable que canonizar, y la depresión no terminará nunca"

2 comentarios:

  1. Este artículo Miguel no tiene desperdicio. Encantadora justificación para "Chinatizar" el mercado de trabajo del Sur de Europa.No la conocía.

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    1. Gracias por el comentario. Lo que indigna (además de muchas otras cosas, claro) es esa voluntad de ocultar estas noticias por parte de los poderes establecidos con el fin de eliminar críticas y rechazo fundado a sus decisiones.
      Lamentablente hay información más fiable de lo que sucede en España fuera de España.
      Un abrazo

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