domingo, 13 de julio de 2014

Aumento del fraude en tiempos de crisis



Los pasados días 10 y 11 de este mes de julio se ha celebrado en Buenos Aires el tercer Congreso Latinoamericano de Ética, Transparencia y Compliance Anticorrupción, el evento más importante de la región dirigido a empresas y entidades interesadas en fortalecer sus programas y prevenir y dar respuesta en temas  de ética y transparencia. 
Sorprende, no ya que los medios no se hayan hecho eco de la noticia, sino que nuestro país, que en época reciente era referencia indiscutible y guía en estos temas para los países de habla hispana, no participa a ningún nivel, mientras sí lo hacen, además de Argentina como anfitrión, Chile, Colombia, Brasil, el Reino Unido, Estados Unidos. Alemania,... Debe ser que en España no hay problemas de ética o corrupción, o que no pueden exhibir el tratamiento contra ellos... o simplemente que ya no es invitada a los eventos globales sobre estas materias.

Entre los principales temas que se han abordado figuran: implementación de programas de compliance, experiencias judiciales en casos de corrupción, estrategias de prevención y castigo del soborno y fraude y herramientas para acciones colectivas anticorrupción, entre otros.

Dejando de lado las conclusiones del Congreso, siempre teñidas de un cierto voluntarismo de cara a la galería, fijamos nuestra atención en uno de los informes que sirvió de punto de partida para los debates. Ciertamente, el informe está ceñido a Argentina, lo que no excluye que su análisis sea perfectamente válido para otros países con la simple adecuación de las cifras estadísticas.
En el informe elaborado por la consultora BDO sobre fraude corporativo, se afirma que este año, por la crisis económica, las empresas esperan más fraudes internos que van desde desvío de fondos, malversación de activos, sobornos, fraudes electrónicos, etc.
Según una encuesta de BDO Argentina, los ejecutivos estiman que este año habrá un incremento de casi el 30% en fraudes dentro de sus compañías. Es por la crisis económica. En 2013 el 67% de los encuestados registró fraudes, entre los que enumeran conflictos de interés, sobornos, malversación de activos y desvío de fondos, entre otros. La encuesta se realizó a 186 ejecutivos de empresas instaladas en Argentina, abarcó todas las industrias y el cuestionario fue respondido por gerentes de auditoría, directores y compliance officers, entre otros.  En cuanto al tamaño de las empresas encuestadas, el 47% cuenta con más de mil empleados y el 41% factura más de 50 millones.

“El fraude es un delito contra la confianza”, sintetiza el director de Fraudes & Disputas de BDO. Y enumeró los principales delitos cometidos en las empresas: conflicto de interés (26.7%), sobornos (20%) y malversación de activos (66%). Además, entre los fraudes electrónicos, el desvió de fondos fue el que más afecto a las empresas (44%), seguido por acceso a información confidencial (25.9%) y phishing (robo de datos a partir de página duplicada) (18%).
“Si bien se reconoce el fraude como un problema creciente, sólo la mitad de las organizaciones han implementado planes antifraude” de forma que la mayoría de las organizaciones prefieren resolver los casos en forma interna, sin verse involucrada en los costos asociados a una instancia judicial o por temas reputacionales. Y es que el monto del fraude no es el mayor costo que sufre una empresa. “Para los participantes en este estudio, la principal preocupación está precisamente en el impacto reputacional negativo (58,7%), seguido por el desprestigio de la alta gerencia (34,8%), dejando en tercer lugar el monto de defraudado (32,6%).
La encuesta revela que la mayoría de los fraudes identificados durante 2013 se ubicaron en la franja de hasta 10.000 dólares (44,4%). “Esto es razonable, ya que los que respondieron la encuesta identificaron a los empleados como los principales responsables, siendo que éstos tienen menor nivel de decisión financiera dentro de las organizaciones”. En cuanto a la franja mayor de 500.000 dólares, presentó un alto nivel de incidentes (13.3%). “Resulta un dato relevante si consideramos que para fraudes por montos tan significativos, los responsables requieren atribuciones financieras amplias, compatibles con funciones de director o alta gerencia”, revela.

“Toda organización está expuesta al riesgo del fraude. La experiencia de los últimos 15 años demuestra que no hay empresas inmunes. No importa el tamaño ni la localización. Muchos empresarios han caído en el error de considerar al fraude como un costo de hacer negocios, como un fenómeno cultural que varía en su intensidad según la sociedad. Lo cierto es que el fraude es altamente costoso y afecta no sólo a la empresa, sino a sus empleados, proveedores, bancos, clientes y comunidad en la que desarrolla sus actividades”


¿Qué lleva a una persona a cometer fraude? Tres factores están presentes en  todos los casos de fraude corporativo: presión, racionalización y oportunidad. El primer factor identificado es la existencia de una presión financiera personal no compartible u oculta y así la encuesta reveló los motivos que tuvieron aquellos que cometieron fraudes durante el año 2013: llevar un nivel de vida mayor a los ingresos ha sido revelado como el principal factor de presión identificado en las organizaciones (42,5%), seguido por debilidades en los controles internos (47,5%). Según el informe, para el 43% de los encuestados, la cantidad de casos de fraude se incrementarán este año en un 29,4%, mientras que para un 14% lo hará significativamente (un 13.7%). Asimismo, el 72.5% coincidió en que los casos de fraude aumentan en épocas de dificultades económicas, debido  a la presión que causan las necesidades financieras personales (47%).
Los ejecutivos también observaron un incremento de estos incidentes durante el 2013.  El 67% de los consultados indicaron que sus organizaciones fueron víctimas de fraudes y el 51% de los que respondieron afirmativamente, registraron entre dos y cinco casos dentro de sus compañías.

Finalmente, de los 300 casos de fraudes (cometidos durante 2013) recogidos en la encuesta, 198 (66%) fueron de malversación de activos, incluyendo uso de bienes para fines personales, desvío de fondos, manipulación de compras y contrataciones, y fraude en facturación, descuentos y reembolsos, entre otros. Los casos de corrupción fueron 87 (29%). Los fraudes fueron cometidos mayoritariamente por personas con educación universitaria (53,1%), entre 30 y 50 años (74.5%).  Estos sujetos contaban con más de 10 años de antigüedad en el trabajo (36,2%), seguidos por individuos entre 2 y 5 años de antigüedad (29,8%).

En definitiva. parece cumplirse el dicho de que defrauda quien puede, en la asunción de una marco delictivo "de baja intensidad" asumido por la sociedad y que da lugar a permitir que aún haya quien disculpa episodios escandalosos como normales creando un halo de impunidad que provoca el rechazo hacia el defraudador, sí, pero también  hacia quien lo tolera y no lo persigue

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