Es inevitable, llegado este punto, pensar en si es que el FMI tiene gafe con sus dirigentes o es que realmente pertenecen a una casta (palabreja de moda, todo sea dicho) de impresentables alejados de la ejemplaridad que cabe exigírseles.
Para no hacer muy larga la relación, empecemos por Michel Camdessus, promotor, impulsor y punta de lanza en todo el mundo, en nombre del FMI, de las políticas de liberalización económica y de ajuste que hoy se aplican en Europa, con la evidencia de que el llamado éxito económico atribuido a esas políticas estaba poniéndonos ante una realidad: la macro y la microeconomía no solo no coincidían sino que iban en dirección contraria, como demostraba el hecho de que desde Indonesia a EEUU se sucedían las revueltas clamando contra las políticas del FMI, que había caido en el mayor descrédito en unos momentos en que las propias Naciones Unidas no dejaban de arrojar balances demoledores sobre el estado del mundo. Suya es la frase definitoria al dejar el cargo en febrero de 2000: "La pobreza puede hacer estallar este sistema". A buenas horas....
Su sucesor. el alemán Horst Köhler pasó sin pena ni gloria por el FMI (el "marrón" había quedado en la época de Camdessus) antes de ser elegido presidente de su país, Alemania, pero tuvo que dimitir de este alto cargo al difundirse unas declaraciones suyas en las que podía interpretarse que justificaba la existencia de guerras por motivos económicos. La maldición de su paso por el FMI...
Le siguió el español Rodrigo Rato, que no agotó su mandato y renunció en 2007. Para no dar pie a quien piense que estas lineas están pensadas en clave de política interna, solo diremos que hay un demoledor informe interno del propio FMI que afirma que, bajo su mandato, no se emitió ninguna señal de aviso, ni se publicó informe alguno en el que se diera la voz de alarma justo al inicio de la crisis de las hipotecas subprime, el primer episodio de la larga crisis financiera internacional. Su vinculación posterior (por política) al oscuro e infame caso Bankia, ya queda fuera de esta relación.
Para reemplazar a Rato y responder adecuadamente a las primeras sacudidas de la crisis, el elegido fue el francés Dominique Strauss-Kahn (DSK), uno de los líderes del Partido Socialista Francés con más posibilidades de retar al presidente conservador Nicolás Sarkozy en las presidenciales de mayo de 2012, Strauss Kahn parecía dispuesto a seguir la línea de Köhler y Rato de tomar el FMI como un trampolín y dejarlo plantado para regresar a su país con aura de "gestor internacional". Pero el 14 de mayo de 2011, DSK era desalojado en el aeropuerto por la policía de New York de un avión con destino a París a punto de despegar. El motivo de la detención fue la acusación de agresión sexual e intento de violación de una de las trabajadoras del hotel Sofitel de la “Gran Manzana” en el que el político francés se había hospedado. Cuatro días después DSK dimitía. Las imágenes de un director gerente del FMI esposado dieron la vuelta al mundo y el caso, como es bien sabido, aún colea.
Y ahora, Lagarde...
Si damos por buena la definición de que un economista es el especialista en adivinar el pasado (por la demostrada incapacidad del FMI de tomar las mínimas medidas de anticipación correctas), hemos de recordar también el refranero que dice aquello de "zapatero a tus zapatos" y proponer una ley universal que prohiba mezclar política con economía vista la ineptitud, inoperancia y egoísmo personal de quienes, en teoría, velan por el bienestar y armonía actuales y la construcción de un futuro mejor.
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