El delito económico sigue siendo la principal preocupación
de pymes y grandes corporaciones, ya sea bajo la figura de malversación de
activos, delitos informáticos, soborno y corrupción, o violación de propiedad
intelectual.
En la “Encuesta global de delitos económicos 2014”, dada a
conocer por la consultora PWC, se muestra la realidad de este fenómeno global
al cual las empresas están expuestas.
Con 5.128 encuestados en todo el mundo, se pudo determinar
que hubo un aumento del 13% en casos de soborno y corrupción respecto a los informados
en la encuesta de 2011, y que a más de la mitad de los empresarios les preocupa
concretamente el soborno y la corrupción, es decir, más que en años anteriores.
El soborno y corrupción, ubicadas en el tercer lugar de los
delitos en opinión de los empresarios, adquieren mayor importancia debido a que
impactan los diversos procesos empresariales, incluso más que la malversación y
el delito informático, que ocupan los dos primeros lugares. Estos actos
delictivos erosionan la integridad de los empleados y afectan su reputación. En
definitiva, los delitos económicos “sistémicos” -tales como soborno y
corrupción, blanqueo de capitales y prácticas anticompetitivas- son los más
investigados por los entes reguladores, y a su vez representan un mayor riesgo
para las organizaciones que los fraudes “casuales”. Las empresas por lo general
solo entienden el verdadero impacto financiero de un delito económico después
que este ha ocurrido, y a veces puede pasar desapercibido.
PWC afirma que para erradicar la corrupción se debe aplicar
una “política de tolerancia cero”, aunque añade que, en la práctica, no hay
incentivos suficientes para que eso ocurra.
“Todo se resume en un
factor cultural; el simple hecho de que alguien pueda “comprar”, en cualquiera
de sus variantes, el que no se le multe, es una señal de que la corrupción
mínima actúa y es igual de dañina”
Los procedimientos básicos de las corporaciones, como
distribución de bienes, captación de capital financiero, uso de propiedad
intelectual, selección de socios comerciales, información de resultados
financieros, cumplimiento regulatorio y gestión de la marca, dependen del
intercambio de efectivo u otra contraprestación con terceros y “estos puntos de contacto generalmente crean
vulnerabilidades, donde el soborno y la corrupción pueden ser amenazas”
La encuesta subraya que es alto el costo de fraude, en términos
financieros y no financieros.
En la presentación de la encuesta, Fernando Fernández, de la
firma Baker & Mckenzie, indicó que la
corrupción sigue la fórmula de Robert Klitgaard[1], que
es C=M+D-T. (Corrupción es igual a monopolio más discrecionalidad menos
transparencia) agregándole la I, de impunidad ya que, dice, “Se hallará corrupción cuando alguien tiene
un poder de monopolio sobre un bien o un servicio, posee la discrecionalidad
para decidir quién lo va a recibir o no y en qué medida, y falta la transparencia,
más la impunidad, o la mirada a otro lado de las autoridades”
Una de las conclusiones del informe de PWC es que las altas
cifras reportadas de soborno y corrupción pueden ser la tendencia más notoria
de la movilización de la riqueza desde las economías de los países en vías de
desarrollo hacia las economías emergentes y de rápido crecimiento porque algunos
cuentan con menos regulaciones y aplicación menos consistente de las normas;
estas condiciones crean un perfil de riesgo en este tipo de delito económico.
Los encuestados globales de este año reseñan que 55% de los
casos fueron puestos al descubierto por controles internos, preventivos o de
detección, en comparación con los datos arrojados en 2011, que concluyeron en
50%.
En el procedimiento habitual de una empresa ante un crimen,
las denuncias ante la policía al detectar a un perpetrador interno se elevan a
42% en el global, en comparación al estudio de 2011 que reflejaba 40%. Pero aún
con este incremento, sigue siendo una tendencia baja porque sigue siendo más
factible que las empresas desvinculen al empleado involucrado en un delito a
través de un despido, que denunciarlo ante la policía, salvo casos extremos.
En el informe global se señala que una de cada tres
organizaciones, es decir 37% de la muestra, afirma haber sido víctima del
delito económico. Para detectar irregularidades y prevenirlas, son primordiales
los procesos básicos de revisión, control y cultura para anticipar o denunciar
el crimen.
Los expertos añadieron que, al preguntar en 2011 sobre cómo
se detectó el fraude, muchos empresarios contestaron “no sé”. Actualmente ese
panorama ha cambiado y los empresarios tienen mayor conciencia sobre cómo se
pueden detectar los fraudes para ayudar a las empresas a adaptar sus procesos y
lograr mayor efectividad aunque sólo el 40% de los encuestados dice haberse
enterado de estos por los procesos de control.
Cabe agregar que en el informe, desde el punto de vista
técnico, se observa cómo la “selección del proveedor” es el principal proceso
afectado por el fraude en las adquisiciones con 67%. El mayor porcentaje de
ocurrencia del fraude en el proceso está en “adjudicación del vendedor o
mantenimiento” con 54% y en el “proceso de pago” 51%. En cuarto lugar queda el
“proceso de licitación/cotización”, con 39%.
En líneas generales, según el informe, cuando una empresa participa en un proceso de licitación pública o
privada, o desea adquirir bienes y servicios, aumenta la probabilidad de fraude
en la contratación.
Los empresarios perciben el fraude en la contratación
pública en una doble vertiente: victimiza a las empresas en la adquisición de
bienes y servicios, y evita que las empresas compitan limpia y exitosamente por
oportunidades de negocio sujetas a procesos de licitación comerciales o
públicos.
Ante esta nueva categoría del crimen, el Banco Mundial ha
tenido una participación más activa contra el fraude en general, con 79 casos
abiertos en 2012 porque “En la medida que
el Banco Mundial financia proyectos de infraestructura en países en desarrollo,
también realiza un escrutinio a los procesos de contratación pública”
Y para finalizar, es bueno conocer lo que nos afecta para poder luchar contra ello o, al menos, denunciarlo y, en ese sentido, propongo la lectura de los datos del informe relativos a España sin hacer ningún comentario, con el fin de que cada uno llegue a sus propias conclusiones. Puede accederse al informe clicando aquí.
Y para finalizar, es bueno conocer lo que nos afecta para poder luchar contra ello o, al menos, denunciarlo y, en ese sentido, propongo la lectura de los datos del informe relativos a España sin hacer ningún comentario, con el fin de que cada uno llegue a sus propias conclusiones. Puede accederse al informe clicando aquí.
[1] Robert Klitgaard
es Decano y profesor de Desarrollo y Seguridad Internacionales en la Escuela de
Postgrado RAND (Santa Mónica, California) y autor de numerosos artículos y
libros sobre corrupción.
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