En las postrimerías de la dictadura del general Franco, a
finales de 1975, el cantautor valenciano Raimon dio a conocer en actuaciones en público su
canción Jo vinc d’un silenci (Yo vengo de un silencio), que
rápidamente pasó a engrosar la nómina de la canciones-protesta contra la situación
social que se vivía, y una de cuyas estrofas se convirtió en bandera,
concretamente aquella que dice Qui perd
els origens, perd identitat (Quien
pierde los orígenes, pierde identidad). Y algo de eso viene a la memoria
cuando se escucha a un líder (?) de nuestra izquierda proclamar literalmente
sin ruborizarse, a raíz de la consulta que se hizo al pueblo griego sobre su
aceptación o rechazo de las imposiciones sociales a cambio de ayuda económica,
que algunos referéndums son armas de
destrucción. Y se queda tan ancho. Lo peor del caso es que, más allá del
mero desliz que pudiera interpretarse en el caso griego, esta idea forma parte
de sus principios identitarios y la lanza, por ejemplo, siempre que sale a
colación la problemática para España de la voluntad del pueblo catalán de expresar libremente sus deseos en cuanto a la forma de encaje.
Si ya hemos comentado la problemática de la social
democracia en toda Europa, el caso de España se agrava porque, además de participar de todos los pecados de sus colegas europeos, este líder (no es
el único) nos ofrece una reflexión adicional y es que, una de dos: o ignora los orígenes políticos y las ideas que dieron
lugar a su formación o prescinde de ellos, con lo que contribuye a la creación de
un estado de confusión tal que es difícil mantener la confianza en él y/o en su
partido, que muchoa electores no identifican con "el de siempre". La verdad es que no puede analizarse esta confusión si no se tienen en
cuenta los orígenes del PSOE (la izquierda “civilizada” española) en su
contexto histórico. Y para ello hay que remontarse a los años setenta del
pasado siglo, años en los que Franco
envejece sin que sea posible en ese momento vislumbrar el margen de maniobra real que tendrá el
príncipe nombrado sucesor por el dictador a título de Rey en el imprescindible rediseño político.
Y es que todo es tan convulso…
Nos apoyaremos para esta visión de conjunto en algunas ideas ya publicadas en septiembre de 2013 por el periodista de La Vanguardia Enric Juliana con motivo del entonces cercano 40 aniversario del Congreso de refundación del Partido Socialista Obrero Español celebrado en Suresnes (Francia) en octubre de 1974.
En ese año, 1974, vivimos uno
de los momentos críticos de la Guerra Fría ya que:
-
Hacía apenas un año del derrocamiento por las
armas del gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, mediante un golpe
militar protagonizado por Augusto Pinochet y claramente alentado y protegido por Estados Unidos.
-
El 25 de abril de 1974, los jóvenes oficiales
del ejército colonial portugués se habían levantado en armas contra el dictador
civil Marcelo Caetano, sucesor directo del dictador António de Oliveira Salazar,
e instauran un régimen de libertades bajo la tutela del Movimiento de las
Fuerzas Armadas en el que el Partido Comunista Portugués comienza a tener una
gran influencia.
-
El secretario de Estado norteamericano, Henry
Kissinger, comienza a pensar en una intervención armada de la OTAN en Portugal,
con la posible colaboración del Ejército español. El Gobierno de Franco es
consultado al respecto
.
-
En Grecia ha caído la dictadura de los coroneles
(julio de 1974) y se intenta una transición democrática bajo la dirección de
Konstantinos Karamanlis, figura tutelada por Francia.
-
En Italia, única democracia parlamentaria bien
asentada en el Mediterráneo, el Partido Comunista supera el 30% de intención de
voto y amenaza con sobrepasar a la Democracia Cristiana.
- En España, el Partido Comunista
de España, que parece compartir la línea moderada de sus camaradas italianos,
es la principal fuerza de oposición en un país civilmente aplastado por
cuarenta años de dictadura.
Con ese escenario, los socialdemócratas centroeuropeos,
especialmente los alemanes, están muy preocupados. No comparten la estrategia
belicista de Kissinger y creen que lo mejor es promover nuevos liderazgos
socialistas en el sur de Europa que intercepten la hegemonía de los partidos
comunistas y de sus sindicatos. En concreto, en España, en una operación que ya
piensa en un futuro sin Franco, hay que decidir cuál es la mejor apuesta entre
distintos grupos que se reclaman socialistas o socialdemócratas. Willy Brand y
su gente ya han llegado a una conclusión: el joven abogado Felipe González y las
viejas siglas del PSOE son la mejor apuesta, y así, el congreso de los
socialistas españoles en Suresnes (cerca de París) resulta un éxito, de modo
que el viejo partido socialista español, muy dañado por el drama de la Guerra
Civil y prácticamente hibernado durante la dictadura, renacía para jugar un
papel estratégico de primer orden en el sur de Europa. La calidad de los
políticos extranjeros presentes en el ceremonia de clausura del congreso así lo
atestigua: Willy Brand, ex canciller de Alemania Federal y líder del Partido
Socialdemócrata alemán; François Mitterrand, líder socialista francés y futuro
presidente de la República, y Bruno Pittermann, socialdemócrata austríaco,
superviviente de los campos de concentración nazis y en aquel momento
presidente de la Internacional Socialista.
La citada hibernación del PSOE de todos esos años había facilitado por una
parte la eclosión (clandestina) del Partido Comunista de España –el PSUC en
Catalunya-, con estructuras en casi todas las ciudades del país y fuertemente
respaldado por Comisiones Obreras, una de las novedades sociológicas de los
años sesenta/setenta: un sindicato-movimiento que aprovechaba muy bien las
estructuras legales del sindicato vertical. El PCE, elegido por el propio régimen como su adversario
principal , tenía el prestigio de la clandestinidad, a
pesar de sus frecuentes disensiones internas, y el apoyo de la URSS, pese a un
distanciamiento doctrinal con ella que pronto tomaría el nombre de “eurocomunismo”.
Por otra parte, la hibernación permitió la sucesiva aparición de diversos
partidos socialistas de carácter regional que aquel mismo año 1974, en agosto,
habían constituido en París la Conferencia Socialista Ibérica. Un mosaico de nuevo
tipo: socialistas, federalistas, autogestionarios, cooperativistas… Profesores
universitarios y los jóvenes cuadros sindicales de la USO, con notable
incidencia en la banca y la enseñanza. Un mosaico. Convergencia Socialista de
Catalunya (precursora del PSC), Partit Socialista del País Valencià, Partit
Socialista de les Illes, Partido Socialista Galego, Eusko Sozialistak, Partido
Socialista de Andalucía, Partido Autonomista Socialista de Canarias, Partido
Socialista de Aragón, Convergencia Socialista de Madrid y otros grupos menores.
Con todo este embrollo, el PSOE de
Suresnes, bien bautizado por el socialismo
alemán y francés, y observado con buenos ojos desde Washington, tenía que competir tanto con un PCE que se había puesto como ejemplo de actuación el
Partido Comunista Italiano como con el académico PSP del profesor Tierno Galván, y
con ese mosaico citado más arriba de socialistas federales, y es curioso recordar que en esa
lucha, mientras el PCE aceptaba en 1977 la bandera monárquica (una de las
condiciones para su legalización), aún había banderas republicanas en los actos
socialistas.
El PCE y el PSUC, que tenían un programa moderado,
inicialmente ceñido a tres puntos principales: libertad, amnistía y
restauración de los tres estatutos de autonomía de la República (Catalunya,
Euskadi y Galicia) abogando por un referéndum sobre la forma de Estado, sin
gran exhibición de bandera republicanas en sus actos, nunca defendieron
abiertamente el derecho de autodeterminación. El PSP, por su parte, abogaba por un
“Estado regional” con estatutos para nacionalidades y regiones históricas, y
defendía la existencia de una segunda cámara que tomaría el nombre de Cámara de
las Nacionalidades y de las Regiones. La Confederación Socialista Ibérica (en 1976, Federación de Partidos
Socialistas), por último, defendía una España federal con acentos casi libertarios.
Sin embargo, el PSOE de Suresnes, ante la configuración del
Estado español, integrado por diversas nacionalidades y regiones marcadamente
diferenciadas, manifiesta que:
1) La definitiva solución del problema de las nacionalidades
que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento
del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que
cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener
con el resto de los pueblos que integran el Estado español.
2) Al analizar el problema de las diversas nacionalidades
el PSOE no lo hace desde una perspectiva interclasista del conjunto de la
población de cada nacionalidad sino desde una formulación de estrategia de
clase, que implica que el ejercicio especifico del derecho de autodeterminación
para el PSOE se enmarca dentro del contexto de la lucha de clases y del proceso
histórico de la clase trabajadora en lucha por su completa emancipación.
3) El PSOE se pronuncia por la constitución de una
República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español por
considerar que esta estructura estatal permite el pleno reconocimiento de las
peculiaridades de cada nacionalidad y su autogobierno a la vez que salvaguarda
la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos que integran el
Estado español.
4) El PSOE reconoce igualmente la existencia de otras
regiones diferenciadas que por sus especiales características podrán establecer
órganos e instituciones adecuadas a sus peculiaridades.
Sí, señor, sin tapujos ni medias tintas: la sagrada voluntad popular expresada libremente como principal herramienta de decisión. Visto desde la olla de grillos que es hoy la política española, puede parecer excesivo pero en absoluto lo es, debiendo interpretarse como la afirmación del derecho a rechazar corsés impuestos que condicionan una relación que ha de corresponder a esas voluntades, (¿recordáis eso de "la Europa de los pueblos" que sí pregona el socialismo frente al actual corsé de "la Europa de los Estados" al que se aferra la derecha?).
Después, claro, vinieron las rebajas, en esa y otras cosas, el bautismo
constitucional, el desgraciado referéndum sobre la OTAN, el abandono del marxismo, el olvido de la causa republicana, el "café para todos" de nacionalidades, autonomias y regiones, y el eficaz pragmatismo
felipista dirigido a obtener el gobierno aunque por el camino se tengan que dejar algunas cosillas. Algunos dirigentes socialistas se ponen nerviosos cuando hoy se les
recuerda el programa de Suresnes. “Eso
son cosas para los libros de historia, lo importante es el consenso
constitucional”, Es decir que, conseguido, con gran eficacia, su objetivo
primordial, que era unificar el espacio socialista, convertirse en el primer partido
español y dejar a los comunistas en la cuneta de la historia, los protagonistas
de Suresnes regresaron al bautismo y a la recta senda en la que no caben
autodeterminaciones, ni federalismos libertarios.
El congreso de Suresnes nos explica algunas cosas
interesantes sobre el revés de la trama de la reciente historia de España, de
forma que cuando algunos exponentes de las nuevas corrientes del PSOE (Leguina,
Bono, Ibarra, el propio Pedro Sánchez…) dicen que su partido es históricamente ajeno al federalismo, a
la distinción entre nacionalidades y regiones, a una España entendida como
“nación de naciones” y con ácido resentimiento señalan al díscolo socialismo
catalán que se debate entre admitir o no esa cosa que ha venido en llamarse "derecho a decidir" como causante de todos los males, mienten (o exhiben ignorancia). Mienten a sabiendas, porque
esos personajes conocen (deben conocer) muy bien cuáles fueron las palancas sentimentales e
ideológicas que usó el PSOE de Suresnes para no quedar encerrado en el armario
de la historia, entre bolas de naftalina. Mienten y exhiben discursos castizos
muy del gusto de la derecha mediática madrileña para ganarse su favor y sus
migajas. Allá ellos. Suben y bajan por la escalera de servicio.
Yendo, pues, más allá de la problemática común comentada para toda
la social democracia europea, de la que también es sujeto pasivo, el socialismo español tiene un problema grave de
identidad, exhibiendo por sus dirigentes desconocimiento en el programa, e
incluso organizando ataques directos sobre aspectos que una parte de la militancia considera
que son (y lo son) unas señas de identidad irrenunciables, como son los referéndums o, en general, las consultas democráticas.