sábado, 25 de julio de 2015

De la subjetividad a la manipulación


Un amable comunicante que se me presenta como seguidor reciente de este blog,  me comenta entre otras cosas, que, en su opinión, las entradas del blog se perciben con un cierto grado de subjetividad si se compara, afirma, con las de otros blogs que también sigue. Agradezco su franqueza, lo que me da pie a reflexionar sobre este punto que podría desembocar en clara manipulación del lector “desprevenido”.

Para empezar, es necesario definir en qué marco cabe analizarse este comentario: un blog (del inglés web log)  se puede especificar como un sitio web (espacio digital organizado) que viene a ser algo así como una especie de diario personal de su autor, con contenidos de su interés actualizados con cierta frecuencia y a menudo comentados por los lectores. Es frecuente que los blogs dispongan de enlaces a otros blogs, a páginas para ampliar información, citar fuentes o hacer notar que se continúa con un tema que empezó otro blog.

Con esos antecedentes es, no solo comprensible, sino irrenunciable, que los blogs estén marcados por la subjetividad, y que, gracias a la informática, se convierten en una poderosa herramienta de comunicación ya que habitualmente, en cada entrada o artículo de un blog, los lectores pueden escribir sus comentarios y el autor darles respuesta, de forma que es posible establecer un diálogo enriquecedor para todos.

Otra cosa es estudiar cómo se expresa esa subjetividad[1] en los escritos, y si escribir algo pasado por el tamiz de la subjetividad puede llegar a ser pernicioso para alguien, admitiendo que, de esta forma, una noticia comentada subjetivamente deja de serlo para convertirse en opinión sobre ella, algo que, por cierto, conocen muy bien (y a veces usan descaradamente) en los medios de comunicación. En resumen, un blog, que es de ámbito reducido (aunque tenga gran difusión) y que, por naturaleza, es reflejo de lo que piensa (y quiere divulgar) su autor ES subjetivo porque ésta es la esencia de su existencia, en tanto que un medio de difusión, dirigido a todo el público y con capacidad para crear tendencias y opiniones, mantiene su derecho a opinar pero no a llevar a la confusión entre opinión y noticia disfrazando de objetividad, con frecuencia, la creación y/o alimentación de un sesgo o tendencia determinada .
Un ejemplo (de los muchos que se suceden en la convulsa cotidianidad que vivimos): si la noticia “Dos millones de catalanes se manifiestan en la calle en apoyo de la independencia de Catalunya” se publica en portada de un diario como “Dos millones de catalanes desafían la convivencia en Catalunya con gritos de “Independencia” en las calles”, parece evidente que el medio en cuestión prioriza su opinión (subjetiviza) en la forma en que quiere que llegue la noticia al lector.

Y no digamos cuando la publicación de un titular (ni siquiera una noticia) persigue la creación de estados de opinión. Siguiendo el tema de Catalunya (que da lugar diariamente a un volumen apreciable de despropósitos a la vista del espectador, en un sentido y en otro), hace pocos días un medio publicó el siguiente titular: “El obispo de Sant Feliu prohíbe a la monja Forcades hacer política desde el convento”, titular que hizo las delicias de muchos que, por lo que se ve, no tenían tiempo de leer la notica completa y fue reproducido y comentado hasta la saciedad en las redes sociales. Lo chocante es que, en el desarrollo de la noticia que sigue, claro, al titular, el periodista explicaba que Teresa Forcades, enclaustrada en el monasterio benedictino de Sant Benet, cerca de Montserrat, pidió autorización al Vaticano para exclaustrarse y dedicarse a la política y, con permiso del Vaticano y del obispo de la diócesis a que pertenece (Sant Feliu de Llobregat), Agustí Cortés, dejó el convento para concurrir a las elecciones autonómicas del 27S. El periodista, además, explica que la exclaustración autorizada por el Vaticano y por el obispo, significa que Forcades no dejará de ser religiosa, como hubiese sucedido con una dispensa, mantendrá todas las prerrogativas y podrá regresar al convento cuando finalice el plazo de un año prorrogable hasta tres.

¿A santo de qué, pues, el titular?

Contestando al comunicante del principio, este blog se siente orgulloso de su subjetividad, exponente de una cierta capacidad de análisis objetivo (no es una contradicción), y no renuncia a ella, que no es en modo alguno equiparable a esa “subjetividad” de manipuladores e intoxicadores vocacionales que, ellos sí, presumen de ser objetivos.


[1] Para entendernos, un texto subjetivo es aquel que muestra la opinión, ideas o sentimientos de quien lo escribe mientras que un texto objetivo, por el contrario, es el que muestra una información en la que no intervienen opiniones ni sentimientos (una noticia, un escrito de carácter científico…). Sin entrar en detalles, que un texto sea subjetivo u objetivo se aprecia en una serie de rasgos lingüísticos en su confección.

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