Estos días (caprichos del calendario) tienen lugar, además de la vacunación masiva por la
pandemia del coronavirus Covid-19, entre otros, dos aniversarios que, por muy diferentes
razones (o no tan diferentes), no deben caer en el olvido: uno es el de los cuarenta años del
frustrado (y añorado por algunos, cada vez con menos complejos al hacerlo) golpe de estado
y asalto al Congreso por la Guardia Civil y, un día antes, los ochenta y dos años de la muerte
en Colliure (Francia) del poeta Antonio Machado, huyendo de la guerra (in)civil. Esta casi
coincidencia de fechas permite analizar conjuntamente ambos hechos históricos y constatar
que entre ellos hay más vínculos de los que pueda parecer si se ven por separado.
Respecto al primer acontecimiento que recuerda, como se sabe, las horas más difíciles del
recién inaugurado Régimen del 78 (a las 18:23 de aquel día, alrededor de 340 guardias civiles
a las órdenes del teniente coronel Antonio Tejero Molina asaltaron a tiros el Congreso de los
Diputados, donde tenía lugar la segunda votación de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo,
tras la inesperada dimisión de Adolfo Suárez, en cada aniversario de ese 23 de febrero de
1981 se repiten los mismos nombres: los militares Tejero, Armada, Milans del Bosch, Cortina,…
y también los de los supuestos héroes que sofocaron el golpe: el Rey Juan Carlos I, los
generales Gabeiras, Quintana Lacaci... Pero nunca aparecen los no militares Villar Mir, Luis
María Anson o López Rodó, empresarios, periodistas o ex ministros, pero no militares.
Tampoco los intentos golpistas posteriores enterrados por la democracia: como el del
comandante Sáenz de Ynestrillas en el 82 o el del coronel Carlos De Meer en el 85. No se
habla de ello porque no interesa y porque el sumario del juicio militar del llamado 23-F nunca
ha sido público (un antiguo ministro de Interior afirmó que los audios y documentos jamás
verán la luz). No se pueden leer ni los testimonios de los cientos de militares que declararon ni
las conclusiones de los fiscales militares. Lo único que se publicó, y se vertieron ríos de tinta,
fueron crónicas periodísticas como las de Martín Prieto o Pilar Urbano. Pero el sumario existe y
hay muchas sorpresas en las actuaciones, desde Sabino Fernández Campo, secretario general
de la Casa Real, al hoy rey emérito Juan Carlos I por supuesto, y no es la anatomía de un
instante sino la crónica de un proceso que empezó ya en el mismo 1977 y terminó en 1985 no
en el 81: el 23-F no fue solo un golpe militar: el sumario secreto que nunca se hizo público
desvela la trama civil. “Se creó la idea de que habían convergido varios golpes para oscurecer
lo que en realidad había pasado. Sólo hay un golpe de Estado que es nada menos que la
última de las operaciones que organiza la denominada ‘Transición Paralela’, es decir,
empresarios, políticos y militares conservadores que se confabulan a partir de 1977 para
deponer a Adolfo Suárez de la Presidencia del Gobierno y especialmente para modificar el
proceso de democratización”. Así lo dice Roberto Muñoz Bolaños, autor de “El 23F y los otros
golpes de Estado de la Transición’, que sí que afirma tener una de las copias del sumario, la
que le dio el abogado de Antonio Tejero: “La mejor fuente del 23-F es el sumario del juicio y es
secreto. A mí me lo dio el abogado de Tejero que era amigo de mi familia. Al tener su aval me
dio acceso también a entrevistas personales con muchos de los protagonistas del golpe como
Armada, Torres Rojas…"
Extracto de la declaración de Milans del Bosch.
Según este nuevo libro con el sumario, se trataba en definitiva de un golpe de estado civil y con
la participación de los militares, o al revés, pero no un pronunciamiento militar. Atentos a una
cuestión que quien haya conocido el entorno del ejército de esa época no le sonará raro. Lo
menos conocido es que el teniente general Jaime Milans del Bosch, capitán general de
Valencia y el único que sacó esa noche los tanques a la calle, no estaba tan sólo, que el jefe
del ejército, el teniente general Gabeiras pintaba poco y que el mayor conspirador de todos, el
general de división Alfonso Armada sí que habría contado con el apoyo de La Zarzuela. Así,
dice, comenzó todo: primero hubo varias intentonas de golpe de Estado, como la ‘Operación
Galaxia’, esa primera conspiración del propio Tejero. Nada nuevo. Pero sí lo es que nunca se
aclararon las diferentes articulaciones que se intentaron. Sólo la ‘Operación golpe de Timón’ se
puso en marcha con la denominada ‘Solución Armada’, que era en gran parte civil y que podría
haber partido en un principio con el apoyo de Lopez Rodó y Luis María Anson, entre otros.
¿Cuándo habría surgido ese grupo? A partir de 1977 cuando se decide la legalización del
Partido Comunista de España y Suárez plantea el estado social y democrático de estado de
derecho, que no estaba en ninguno de los planes de la Transición. Sin embargo no prospera
ninguna de las soluciones políticas, que es lo que dinamita el golpe. Así, el 23-F no salió
adelante como un pronunciamiento militar, ni mucho menos como una réplica del 18 de julio de
1936, como a veces se ha planteado. Un informe de López Rodó con la “Solución Armada”
habría seguido a una serie de charlas que organizaba el periodista Luis Maria Anson y que
englobaban a ese grupo, no sólo de militares, sino también de políticos y empresarios, que
pilotaban la 'Transición Paralela' y que sentaron las bases del golpe de Estado del 23-F que
luego ejecutarían el teniente coronel Tejero, el teniente general Milans del Bosch y el general
Armada. ”Lo que realmente quería este grupo era democratizar el sistema político vigente pero
no como pretendía el Presidente Suárez. Entonces, a partir de 1977 se ponen en marcha varios
planes para deponer a Suárez: el primero, de Gregorio López Bravo, que fracasa; en 1978-79
era que López Bravo fuera elegido vicepresidente y que desde ahí pudiera sustituir a Suárez
– es bueno recordar que en el mismo 23-F se elegía a su vicepresidente Calvo Sotelo para
presidente - ; pero finalmente se decide que se revierta en parte el proceso con un gobierno
encabezado por un militar y la figura elegida es Armada”.
La génesis del golpe se comienza a torcer, precisamente, poco después de que López Rodó
promueva la Solución Armada: “Al mismo tiempo se plantea una variante pseudo
constitucional que consistía en llevar a Armada a la presidencia del gobierno a través de un
golpe de Estado. La primera variante se trunca cuando Suárez dimite, lo que imposibilita una
moción de censura. Se forman una serie de contactos para ver si el rey propone a Armada
como presidente del Gobierno pero también fracasan y es entonces cuando empieza a
cristalizar la variante golpista. Un golpe que Armada reconduzca para proponerse a los
diputados como presidente del Gobierno". Vamos, una conspiración de altas esferas de la que
La Zarzuela al menos habría tenido conocimiento. Lo que ocurrió es que fue la última variante
de la ‘Solución Armada’, la golpista, y no otra, la que salió adelante. Es en la que siempre
declaró haber participado Jaime Milans del Bosch, el militar de mayor prestigio de todo el
ejército en ese momento. Jaime actuó pensando siempre que el rey estaba detrás, como al
parecer se decía en las reuniones familiares. Lo que era absolutamente inverosímil es que
actuara nunca a espaldas del rey Juan Carlos porque le apoyaba sin fisuras y el honor era lo
más importante para él. Lo mismo ocurre con el del general Armada aunque éste “protegiera
al rey una vez que todo fracasó”, -más tarde le implicaría también-.
No es la primera vez que se publica que La Zarzuela, por acción o por omisión, estuvo detrás
del golpe y, como decía el citado Sabino Fernández Campos, hace 40 años secretario general
de la Casa del Rey, que “cuando se busca la verdad, se corre el riesgo de encontrarla”. Y algo
de eso ocurre con la exactitud de aquel día histórico. Quizá conocer la veracidad de lo ocurrido
cuestionaría muchos fundamentos de nuestra historia política. Y eso no interesa. 40 años han
pasado y más de 40 secretos siguen enterrados bajo siete llaves sobre el 23-F, del que se
debe conocer toda la verdad. Ojalá que así sea. Los españoles seguimos teniendo esta
asignatura pendiente.
El otro aniversario que coincide estos días, y al que nos referíamos al inicio de estas líneas,
es al fallecimiento, envejecido, triste y cansado, cuando huía del avance de los sublevados en
la guerra (in)civil, del insigne Antonio Machado, uno de los poetas más queridos de España,
uno de los más importantes del panorama literario español y uno de los máximos exponentes
de la generación del 98, en una fonda de la población francesa de Colliure, muy cercana a la
frontera española. Ya en este blog le hemos dedicado unas líneas, ya sea en el aniversario de
su nacimiento como en el de su muerte, por lo que, en esta ocasión, no nos detendremos
tanto en su vertiente literaria, pues no alcanzó la popularidad tan solo por la calidad de sus
versos, sino también por su indiscutible talla humana; de hecho, Machado ha sido definido en
muchas ocasiones como él mismo se definió, como un "hombre, en el buen sentido de la
palabra, bueno".
Sí que recordaremos que nació, segundo de seis hermanos, en 1875 en una de las viviendas
de alquiler de Sevilla, en el llamado palacio de las Dueñas (¡ojo! No en el Palacio, como a
veces se señala pomposamente) y que pasó su infancia en la capital hispalense hasta que en
1883 se instaló con su familia en Madrid. Se formó en la Institución Libre de Enseñanza (ILE),
donde acudió a las clases del pedagogo, filósofo y ensayista Francisco Giner de los Ríos, del
pedagogo e historiador Manuel Bartolomé Cossío y del jurista Aniceto Sala entre otros.
Pasando rápidamente por algunos pormenores de su vida, importantes aunque
suficientemente glosados, como su estancia en París, su amistad con Rubén Darío o Juan
Ramón Jiménez, su matrimonio con Leonor, la muerte de ella, su paso por Soria, Baeza (Jaén)
y Segovia, o su producción literaria, nos detendremos en que en 1924 fue elegido miembro de
la Real Academia Española. Republicano convencido, el 14 de abril de 1931 Machado expresó
emocionado la proclamación de la Segunda República desde el balcón del ayuntamiento de
Segovia con estas palabras: "¡Aquellas horas, Dios mío, tejidas todas ellas con el más puro
lino de la esperanza, cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en el
Ayuntamiento de Segovia! [...]. Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de
los almendros, la primavera traía a nuestra república de la mano!". En octubre de 1931, el
gobierno republicano concedió a Machado una cátedra de francés en Madrid, donde a partir
de 1932 pudo vivir de nuevo en compañía de su familia. En esa época, Machado escribió
menos poesía, pero aumentó su producción en prosa, publicando con frecuencia en el Diario
de Madrid y El Sol.
Desde noviembre de 1936 hasta abril de 1938, Machado tuvo que huir de Madrid tras el
estallido de la guerra (in)civil. Machado y su familia se trasladaron a Rocafor, un pueblecito
cercano a Valencia donde fueron acogidos provisionalmente por la Casa de la Cultura de
Valencia y vivieron en un chalet llamado villa Amparo. Machado asistió al II Congreso
Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura organizado por la Alianza de
Intelectuales Antifascistas y celebrado en la capital valenciana, donde leyó su reflexión titulada
El poeta y el pueblo y publicó Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor
apócrifo, un cuaderno en el que, a través de dos personajes ficticios, Abel Martín y Juan de
Mairena, Machado expresa sus ideas acerca de la cultura, el arte, la sociedad, la política, la
literatura y la filosofía. En 1938 se fue a Barcelona, para posteriormente, entre una interminable
caravana de cientos de miles de españoles anónimos que huían de su patria, refugiarse en
Francia con su madre. Ambos, muy enfermos, fueron acogidos en una fonda de la localidad
francesa de Colliure, donde el 22 de febrero de 1939, y esperando una ayuda que nunca llegó,
Antonio Machado, uno de los poetas españoles más queridos, exhaló su último suspiro.
La casi coincidencia de aniversarios pone en valor la poesía de Machado:
… Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
P. S.- Cuando se redactan estas líneas, llega la noticia del fallecimiento, en otra fecha que se
une a los aniversarios, de Joan Margarit Consarnau (1938-2021), arquitecto y poeta, premiado
en su obra literaria con, entre otros, el Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, el
Nacional de Poesía, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes. Como “niño de
la guerra” que fue en Catalunya, cuando tenía cinco años, en 1943, fue golpeado por un señor
uniformado por "no hablar en cristiano", y había señalado que "A mí España me da miedo. Y
digo España con Cataluña dentro. Me da miedo España desde los Reyes Católicos". Poeta en
castellano desde 1963 y en catalán desde 1980, con pequeñas incursiones en la prosa (Per
tenir casa cal guanyar la guerra: infància, adolescència i primera joventut.- Para tener casa
hay que ganar la guerra: infancia, adolescencia y primera juventud)., al recibir el Premio
Cervantes, declaró: "Me interesa la cultura; lo demás no tiene solución". Recordémoslo con su
visión de la libertad:
La llibertat és la raó de viure,
dèiem, somniadors, d'estudiants.
És la raó dels vells, matisem ara,
la seva única esperança escèptica.
La llibertat és un estrany viatge.
Són les places de toros amb cadires
damunt la sorra en temps d'eleccions.
És el perill, de matinada, al metro,
són els diaris al final del dia.
La llibertat és fer l'amor als parcs.
La llibertat és quan comença l'alba
en un dia de vaga general.
És morir lliure. Són les guerres mèdiques.
Les paraules República i Civil.
Un rei sortint en tren cap a l'exili.
La llibertat és una llibreria.
Anar indocumentat. Són les cançons
de la guerra civil.
Una forma d'amor, la llibertat.
.
(La libertad es la razón de vivir, / decíamos, soñadores, de estudiantes. / Es la razón de los
viejos, matizamos ahora, / su única y escéptica esperanza. / La libertad es un extraño viaje. /
Son las plazas de toros con sillas / sobre la arena en tiempo de elecciones. / Es el peligro de
madrugada, en el metro, / son los periódicos al fin de la jornada. / La libertad es hacer el amor
en los parques. / La libertad es cuando empieza el alba / un día de huelga general. / Es morir
libre. Son las guerras médicas. / Las palabras República y Civil. / Un rey saliendo en tren hacia
el exilio. / La libertad es una librería. / Ir indocumentado. Son las canciones / de la guerra civil. /
Una forma de amor, la libertad.)
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