miércoles, 17 de agosto de 2022

"... como llora Chavela... "



Las pinturas de la mexicana Frida Kahlo muestran a la perfección el torbellino de emociones de la artista a lo largo de su vida, sus pasiones, sus dolores y sus amores, que fueron mucho más allá de su pareja, Diego Rivera. Es sabido que la pintora tuvo muchos amantes a lo largo de su vida, tanto hombres como mujeres, incluidas personalidades famosas de la época, tales como Tina Modotti y el político León Trotsky; sin embargo, uno de los grandes amores de Kahlo y del que poco se habla fue la cantante Chavela Vargas.


Chavela, nacida en San Joaquín de Flores, Costa Rica, como Isabel Vargas Lizano, marchó a México cuando tenía 17 años y allí hizo su carrera1 (es habitual que se la considere una cantante mexicana), quien era 12 años menor que Frida, habló en varias ocasiones sobre el amor que tuvo hacia Kahlo cuando comenzaba a despegar su carrera musical, mientras ella era "una niña". Antes de morir, ha hecho ahora diez años, Chavela Vargas, contó cómo fue que ella y Kahlo se conocieron durante una de las tantas fiestas que se hacían en la casa de la pintora donde se reunían las personalidades más famosas del mundo del arte y del espectáculo. "Me invitó un amigo pintor. Me dijo: 'Esta noche hay fiesta en casa de Frida. ¿Vamos?' Fui y el ambiente era de mucha gente. Pasó la noche, cantamos, bailó todo mundo, entequilados todos. Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos. Pensé que no era un ser de este mundo. Sus cejas juntas eran una golondrina en pleno vuelo. Sin tener todavía la madurez de la mujer en mí, pues era muy niña, presentí que podía amar a ese ser con el amor más entregado del mundo, el amor más atado del mundo". Aunque Chavela dice haber destruido todas las cartas de amor que recibió de Kahlo, existe una que la pintora dedicó a Carlos Pellicer en la que expresó su sentir tras conocer a la cantante, de quien dijo haberse sentido atraída desde un primer momento. "Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más, se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo. Pero creo que es una mujer lo bastante liberal, que si me lo pide, no dudaría un segundo en desnudarme ante ella. ¿Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya?Ella repito, es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?". Chavela narra que después de conocerse, se fue a vivir un tiempo a La Casa Azul junto a Frida y Diego Rivera, donde narra haberse sentido muy feliz y enamorada, así como amada por parte de Kahlo. "Me enseñó muchas cosas y aprendí mucho sin presumir de nada, agarré el cielo con las manos, con cada palabra, cada mañana", dijo. Vargas confesó no haber soportado mucho tiempo el compartir el amor de la pintora con Diego Rivera y que un día simplemente decidió abandonarla "Mis palabras posiblemente la hirieron mucho cuando le dije que me iba y ella me dijo: 'Lo sé. Es imposible atarte a ninguna vida de nadie. No te puedo atar a mis muletas ni a mi cama. Vete,' Y un día abrí la puerta y no volví". Aunque la cantante nunca habló sobre si mantuvo relaciones íntimas con la pintora, el romance, así como el gran amor y atracción que sentían la una por la otra es algo que no se puede negar, así hayan sido en vida amantes o "un simple amor platónico". Durante ese tiempo de relación, Chavela le dedicó La llorona a Frida, canción que posteriormente fue símbolo de su relación, fuera romántica o amistosa. Con esta canción, la cantante no sólo le habría hecho mención de lo que sentía al haber podido vivir sólo un amor platónico con la pintora, sino que pensaba que era la letra ideal para su amiga al haberla conocido en sufrimiento, tema éste que para Kahlo era su mayor inspiración.


Chavela, rebelde y bohemia, con su voz áspera dramatizó las rancheras, género tradicionalmente cantado por hombres y nadie como ella supo imprimir tan lacerante pasión a las letras de rancheras y boleros, potenciando con el desgarro de su voz la expresión del despecho, los celos o la angustia. Su interpretación de Macorina, una canción de rebeldía del siglo XVII, le permitía jugar a seducir a las mujeres de la audiencia con atuendo masculino, fumando cigarros y bebiendo tequila. Precisamente con este tema, de cuyos arreglos se ocupó la misma cantante, alcanzó sus primeros éxitos a finales de la década de 1950 en Cuba, donde había comenzado su trayectoria profesional.Los excesos con el alcohol, sus amistades y relaciones intensas con artistas e intelectuales de Hollywood2, sus dotes de chamana, su retiro de los grandes escenarios a finales de los 70 y su regreso triunfal al cine, de la mano del realizador Pedro Almodóvar3, en películas como Kika, La flor de mi secreto o Tacones lejanos, hicieron de ella una leyenda en vida. Con más de 60 años, y superada finalmente su adicción al alcohol, la cantante vivió en efecto una segunda edad dorada desde los 90 hasta fallecimiento: volvió a editar numerosos discos, entre ellos Volver, Volver, Macorina y Somos, y recorrió los principales escenarios del mundo. Ataviada con sus atuendos típicos, el infaltable poncho rojo y dos o tres guitarras como toda compañía, Chavela logró conmover no sólo a varias generaciones de público, sino también a colegas de todo género y nacionalidad. Artistas como Mercedes Sosa, Lila Downs, Rocío Durcal, Lola Flores, Facundo Cabral, Joan Manuel Serrat y Jeanne Moreau, entre tantos, cayeron rendidos a sus pies ante la evidencia de un talento que parecía provenir de otro mundo, de un universo paralelo donde el único Dios era El Dolor. En 2002 desveló numerosos aspectos de su agitada vida en la autobiografía Y si quieren saber de mi pasado.



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1En 1961 editó su primer álbum, Noche de bohemia, bajo la dirección de José Alfredo Jiménez. A este trabajo seguiría una larga lista de discos, hasta completar los más de ochenta que grabó en su fecunda carrera musical. En México conoció a los mejores compositores del momento, entre ellos Agustín Lara, Roberto Cantoral y Chucho Monge, y convivió íntimamente con la pintora Frida Kahlo, esposa del muralista Diego Rivera.

2Venían artistas como Lana Turner, Rock Hudson, Clark Gable… Y una noche me invitan al casamiento de Elizabeth Taylor (con el actor Eddie Fisher). Una fiesta tremenda donde todos terminaron acostados con todos. Yo amanecí en la cama con Ava Gardner”.

3"Fue la artista viva, que vi sobre un escenario, que más me emocionó y más me conmovió. Me he sentido identificada con ella y hasta me ha hecho llorar. Ya cuando subía al escenario y empezaba a abrir sus brazos… Era algo de no creer", reconoció Almodóvar. Aquella admiración del director manchego casi le cuesta una pequeña fortuna cuando, tratando de complacer el deseo de Chavela, habló con los dueños del Olympia de París para organizar allí un primer recital. "Ellos no la conocían, pero ante mi insistencia acordamos que si yo iba una semana a París con Chavela para hacer la promoción junto a ella, nos daban la sala”

 

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