domingo, 28 de agosto de 2022

Los no-recuerdos.

“… no hay nostalgia peor

que añorar lo que nunca jamás sucedió …”

(Joaquín Sabina)


Por razones que no vienen al caso, hace unos días tuve la desasosegante sensación/evidencia de que el asumido y aparentemente acendrado recuerdo de una determinada (y determinante) vivencia familiar del pasado era, en realidad, más falso “que un duro de cartón”, como rezaba el conocido dicho, que el recuerdo lo había fabricado yo solito, “a mi aire”. ¿Cómo es posible? Según eso, el cerebro es capaz de inventar recuerdos de hechos que nunca ocurrieron, técnicamente porque las zonas del cerebro que utilizamos para percibir o imaginar se superponen de tal forma que un hecho únicamente imaginado puede dejar en nuestra memoria la misma marca que un hecho realmente ocurrido. Esta constatación permite que nos resulte difícil, pasado algún tiempo, determinar si nos hemos imaginado alguna situación determinada o si, por el contrario, la hemos vivido realmente. La memoria humana no funciona como una fotocopiadora; los recuerdos que tenemos y que podemos evocar son solo una parte de lo que vivimos en aquél momento de manera que cuando se almacena un recuerdo no se hace de forma literal, sino que está afectado por la emoción del momento, sea esta positiva o negativa, así como los pensamientos asociados a ella. Es por ello por lo que, ante una misma situación, una persona puede recordar una cosa completamente diferente a otra que estuvo en el mismo lugar, en el mismo momento. Ante cualquier suceso de la vida nuestro cerebro recibe una gran cantidad de información a través de los cinco sentidos: vista, tacto, olfato, gusto y oído. Pero la información que recibe el cerebro no es completa ya que se produce un primer filtro de información en el que es el mismo cerebro el que determina qué cosas pueden no quedar almacenadas ya que no son imprescindibles pero, por otro lado, cuando se recibe la información, de alguna manera, se recibe incompleta, hay unos «huecos» y cuando queremos recordar ese suceso nos encontramos con estos «huecos», pero no nos damos cuenta, ya que el cerebro los completa con los datos que ya sabemos sobre el mundo. Es decir, en función del contexto en el que me encuentre, de mi estado de ánimo en ese momento, de las condiciones externas e internas,... un mismo suceso lo puedo recordar de una manera o de otra. Todo depende de cómo rellene esos «huecos». La naturaleza imperfecta de la memoria, por tanto, llama la atención a los expertos, especialmente por la capacidad humana, no ya de olvidar ciertos hechos, sino de inventar incluso aquello que jamás ha pasado, y archivarlo dentro de nuestro cerebro como si fuera cierto.


Investigadores de la universidad estadounidense de Northwestern, en Chicago,Estados Unidos, han descubierto que la imaginación puede llegar a adquirir en nuestra memoria tanta verosimilitud como los hechos, hasta tal punto que es posible confundir lo imaginado con lo real dentro de nuestros recuerdos; estos investigadores han estudiado los llamados “falsos recuerdos” para intentar conocer cómo se forman, empleando para el estudio escáneres de resonancia magnética conectados a los cerebros de un número determinado de voluntarios. El desafío consistía en descubrir en qué circunstancias la gente recuerda hechos que realmente no han ocurrido. Para ello, se midió la actividad cerebral de los voluntarios mientras éstos, o bien observaban imágenes de objetos, o bien se imaginaban objetos que los investigadores les pedían que visualizaran, de forma que los investigadores se dieron cuenta de que las partes concretas del cerebro destinadas a generar imágenes visuales se activaban con mucha fuerza cuando los voluntarios tan sólo imaginaban los objetos y, después, cuando los participantes en el estudio recordaban lo que habían imaginado, a menudo pensaban que lo habían visto, en lugar de saber que había sido producto de su imaginación. Los investigadores piensan , con estos resultados, que las zonas del cerebro que utilizamos para percibir objetos y aquéllas que usamos para imaginar objetos se superponen. De esta manera, un hecho imaginado lo suficientemente vívido puede dejar en nuestro cerebro la misma marca o similar que un hecho realmente ocurrido. Cuando la memoria almacena lo percibido o lo imaginado, algunas de las zonas cerebrales implicadas en el esfuerzo coinciden. Según los expertos, este hecho hace que nos resulte difícil, pasado algún tiempo, determinar si ciertas cosas han pasado o no, si nos hemos imaginado alguna situación determinada o si, por el contrario, la hemos vivido realmente.


Las consecuencias del estudio no pasarán inadvertidas, ya que existe una amplia polémica en el campo de la psicología acerca de lo que se conoce como falsos recuerdos;
muchas terapias psicológicas, particularmente indicadas en los casos de traumas infantiles, tienden a revivir recuerdos de esas experiencias para proceder a su curación mediante la integración consciente del trauma en la psicología del sujeto pero, sin embargo, ha surgido una corriente, que puede personalizarse en la False Memory Syndrome Foundation1 (http://www.fmsfonline.org, en inglés), según la cual la recuperación de un recuerdo no significa que realmente haya ocurrido, que es lo que acaban de verificar experimentalmente los investigadores de la Northwestern University con la ayuda de imágenes cerebrales de resonancia magnética. Los estudios sobre la memoria y los recuerdos falsos siguen estando muy presentes en los equipos de investigación en psicología. Recientemente neurocientíficos del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han realizado un estudio sobre los falsos recuerdos y han determinado que, en efecto, es posible implantar falsos recuerdos a través de la activación de neuronas situadas en el hipocampo (la región del cerebro encargada de la memoria). Esta activación fue llevada a cabo de forma artificial mediante una técnica de luz y, según explica Susumu Tonegawa2, autor de un artículo publicado en la revista Science, el mecanismo que está detrás de la recuperación de los recuerdos es el mismo en el caso de recuerdos ciertos como en el caso de recuerdos falsos, es por ello por lo que es relativamente sencillo modificar los recuerdos para cambiar la conducta.


Entonces, ¿es posible implantar recuerdos falsos? La respuesta sencilla es: sí. Hay diversos experimentos que se han realizado para poder ver hasta qué punto la memoria humana es vulnerable a información que modifica sus recuerdos. Por supuesto, hay que ser cuidadoso con cualquier tipo de técnicas de implantación de recuerdos falsos
pues las implicaciones éticas y morales no son desdeñables, pero sí que es cierto que pueden suponer grandes avances en el tratamiento, por ejemplo, de problemas de conducta y malestar psicológico. Imaginemos que pudiéramos implantar el recuerdo de que, un alimento en concreto es malo para nosotros ya que nos hizo poner enfermos la última vez que lo comimos. Si pudiéramos hacer eso en personas con el colesterol alto, por ejemplo, podríamos hacer que no tuvieran ganas de volver a comer huevos(si realmente los huevos son perjudiciales) nunca más. O, al contrario, hacer que una persona desee comer mucha verdura ya que le implantamos recuerdos felices asociados a ello.Por supuesto, esto no es posible de momento, y si en algún momento la investigación avanza hasta ese punto, habrá que valorar mucho las implicaciones que estos cambios de conducta y de pensamiento puedan tener sobre la personalidad de la persona que se somete a ellos.De momento esto no deja de ser una fase de investigación, pero quién sabe qué nos depara el futuro. Lo que queda fuera de duda es que los recuerdos (¡y no te digo nada si son inducidos o falsos!) hacen mención a un pasado que, por ley de vida, no puede volver, luego dejemos los recuerdos ciertos o no en su lugar dándoles, eso sí, la importancia que tienen, pero no más, y vivamos el hoy con fuerza y sin manipulaciones.

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1La Fundación del Síndrome de la Falsa Memoria (FMSF) era una organización sin fines de lucro fundada en 1992 y disuelta el 31 de diciembre de 2019, citando para ello el creciente número de foros de Internet para que las personas preocupadas por los recuerdos falsos se reúnan externamente a la Fundación.

2Susumu Tonegawa es un científico japonés, Premio Nobel de Medicina en 1987 por el descubrimiento del mecanismo genético que produce la diversidad de anticuerpos. Aunque ganó el Premio Nobel por su trabajo en inmunología, Tonegawa es biólogo molecular de profesión y de nuevo cambió de área después de su Premio Nobel; ahora estudia neurociencia, examinando la base molecular, celular y neuronal de la formación de la memoria y su recuperación.

 

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