Dorian Gray,
creativo contable
Hace
pocas semanas tuve la oportunidad de visionar nuevamente la película El retrato de Dorian Gray, un clásico de
1945, es decir de cuando el cine era cine y se solía nutrir de obras notables
de la literatura, con lo que el problema, recurrente hoy, de la calidad
argumental quedaba solucionado de entrada y el quid de la cuestión quedaba
reducido en general a la talla interpretativa de los actores y a su capacidad
para “hacer suyo” el personaje, a veces conocido ya por la obra literaria, sin
desviar la atención del espectador con efectos especiales y otros elementos de
grandiosidad, hoy tan en boga. Sí, ya sé que se dirá que ese cine era poco más
que teatro adaptado, pero, es que realmente la esencia del cine es esa, y todo
lo demás ha de entenderse como ampliación del espacio físico del escenario.
Volviendo
a la película, la historia narrada, como es bien sabido, es la de Dorian Gray,
un joven de gran belleza, y el autor de la novela, Oscar Wilde hace que el
artista Basil Hallward quede tan impresionado por él que crea que es el motivo
por el que cambia su propio arte al pintar su retrato. Posteriormente entra en
escena Lord Henry Wotton, amigo del pintor y con una visión absolutamente
hedonista del mundo, representada por su máxima de que "lo único que
vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos".
Cae en la cuenta entonces Dorian de que llegará un día que su belleza se
desvanecerá y expresa el deseo (que le es concedido) de tener siempre la edad que
tenía cuando lo retrató Basil. Así, mientras él mantiene para siempre la misma
apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. En la novela, para
acentuar el dramatismo, Wilde conduce a Dorian a buscar el placer a través de
actos de libertinaje y perversión, cuyos efectos sólo quedan reflejados en el
envejecimiento y desfiguración de la imagen del cuadro.
Como
es natural, no voy a contar el final, pero sí, atendiendo al propósito de esta
reflexión, recordar que si bien El retrato de Dorian Gray parece partir
del argumento universal de la eterna juventud, el verdadero tema central de la
novela es el narcisismo, ya que el personaje principal posee una excesiva
admiración por sí mismo, hasta el extremo de no desear otra cosa que
conservarse para siempre tal y como aparecía en el cuadro.
Como
en la historia que narra Oscar Wilde, algunas empresas (que, como se repite
frecuentemente con razón son “seres vivos” que nacen, pueden crecer, pueden
reproducirse en filiales o franquicias, por ejemplo… y mueren) también se ven
tentadas por el factor humano de ofrecer siempre la cara que más les satisfaga,
aunque a veces esa cara no coincida con su situación real. En ese sentido, casi
se puede afirmar que Dorian Gray fue un precursor, en el mundo de la gestión
empresarial, del contable creativo,
que consigue ocultar con triquiñuelas (a veces incluso legales) una situación
de deterioro reflejo de excesos, errores o simplemente engaños en el devenir de
la empresa.
La contabilidad como espejo de la
empresa
Para
empezar, no puede orillarse el eterno problema acerca de qué es la
contabilidad: para los profesionales europeos, especialmente para los italianos
y los españoles, no hay duda de que la contabilidad es una ciencia y así se define
y sustenta con muy poderosas razones. En cambio, para los tratadistas de la
escuela sajona no pasa de ser una técnica,
con una contundencia tal en ambas posturas que nadie parece ponerse de acuerdo
con lo que hace, o quiere hacer o decir, sobre todo si tenemos en cuenta que hay
autores que, además, añaden que es un arte o una disciplina.
Haciendo
un poco de historia, hay que convenir que el embrión de la contabilidad es tan
viejo como las transacciones comerciales y en el Antiguo Testamento de la
Biblia ya podemos leer "...haz un censo general de toda la
comunidad de los hijos de Israel por clanes y por familias, anotando uno a uno
los nombres de todos los varones..." y en otro pasaje también se lee "... donde hubiera muchas manos, haz
uso de llaves: cuenta y pesa todo lo que te dieran y asienta en el libro el
nombre de quien da y el del que recibe ...", lo que pudiera hacernos
pensar que estamos ya frente a la partida doble al haber un deudor y un
acreedor o mejor ante una simple anotación en partida simple.
En
la historia real, Grecia es el país donde más auge y orden toma la contabilidad
pública y hasta están ordenados y designados los epopos o poletas, que tenían a su cargo el registro y control del
pago de los tributos y ejercían también un verdadero control de las cuentas
públicas, aparecen los banqueros y una especie de piedra o moneda de cuenta.
Debe señalarse que la contabilidad que llevaban estos maestros es un ejemplo de
orden y claridad.
En
España hay poca literatura contable rescatada de entre tanto que fue escrito,
enterrado y sumido en el mayor de los anonimatos aunque realmente no debiera
ser así. En uno de los escritos hallados se demuestra que la partida doble
existió en España mucho antes que la copiara Fray Luca Paciolo (contemporáneo
de Cristóbal Colón) y dice así: "...Antes
que Castilla tuvo Aragón una organización regular de la Contabilidad Pública,
que era llevada por el sistema del DEBE y HABER, y dirigida por el Maestre
racional, funcionario de mucha autoridad y rodeado de grandes prestigios...”
Otros
autores introdujeron la teoría contable a fines del siglo XVI hasta que en los
finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX Edmond Degrange inventó lo
que hoy se denomina DIARIO-AMERICANO, un diario llevado con varias columnas y
que al mismo tiempo mayoriza las operaciones. Este sistema es utilizado para
las contabilidades de los negocios pequeños y su aplicación dio buen resultado
por lo sencillo del sistema y por la posibilidad de tener una contabilidad
ordenada con poco costo administrativo.
Sea
como sea, durante siglos la contabilidad evolucionó lentamente; de vez en
cuando aparecía algo para mejorar algunos de los sistemas existentes. Sin
embargo, hoy, a cada instante se producen novedades que modifican o suprimen
una forma ya existente para hacerla más ágil, segura y dinámica por la
necesidad de acomodamiento al medio sin pérdida de tiempo.
Uno de los
requisitos que se admite para la eficacia de la contabilidad es la pertinencia, es
decir, que ofrezca confiabilidad para
satisfacer las necesidades de sus usuarios más comunes, entendiéndose por tales
a los proveedores de recursos, acreedores, inversores, analistas, etc., que
deben tomar sus decisiones en función de la
imagen que la información contable ofrezca de la compañía (que no se
olvide que debe ser la imagen fiel
que dicen los manuales)
Pero resulta que
eso de la globalización económica es un hecho, que con el paso de los años las
actividades comerciales se van internacionalizando y un empresario con su
negocio en América, hace transacciones con un colega japonés. Esta situación
empezó a repercutir en la forma en que las personas de diferentes países veían
los estados financieros, y es con esta problemática con la que se va abriendo
camino el establecimiento de unas normas internacionales con el objetivo
principal de “la uniformidad en la presentación de las informaciones en los
estados financieros”, sin importar la nacionalidad de quien los estuvieres
leyendo interpretando.
Es en 1973 cuando
nace el IASC (International Accounting
Standard Committee - Comité de normas internacionales de contabilidad) con
sede en Londres, por convenio de organismos profesionales de diferentes países,
responsable de emitir lo que serían las NIC (Normas internacionales de
contabilidad), con aceptación cada vez
mayor en todos los países del mundo. Este éxito viene dado porque las
normas se han adaptado a las necesidades de los países, sin intervenir en las
normas internas de cada uno de ellos, si bien, todo debe admitirse, con claras
influencias del sistema contable de Estados Unidos.
Llegamos así al
año 2001, con la evidencia de que la utilización de las NIC’s ha tenido una
razonable expansión, por lo que el IASC anuncia a miembros del Comité
Internacional el inicio de un proceso para que sus legislaciones contemplen el
requerir el uso de los estándares uniforme fijados por el propio IASC para
todas las compañías de su país no más allá del 2005. Para distinguir los
eventuales cambios que hayan de producirse en dichos estándares, lo que hasta
2001 eran Normas de información contable
(NIC) pasan a ser las actuales Normas
internacionales de información financiera (NIIF), nombre más acorde con el
propósito declarado de que sirvan de auténtica guía de interpretación de la
realidad de la empresa.
Cabría pensar, pues, que
tras todas estas iniciativas, se ha generalizado el uso correcto de las normas
y ahora sí, se pueda asegurar que unos estados financieros son el reflejo de la
imagen fiel de la situación de la empresa. Nada más lejos de la realidad. Es
precisamente en los últimos años cuando el término “contabilidad creativa” ha
entrado a formar parte de la cotidianidad, por diferentes razones, no todas
perversas, y causando efectos, entre otros, en las auditorías, pese a que el
fenómeno siempre ha tenido un halo exclusivo anglosajón debido a la tradicional
flexibilidad de las normas contables en los países de esta órbita
La contabilidad creativa
El término de
“contabilidad creativa” se utiliza para describir el proceso mediante el cual
los profesionales utilizan su conocimiento de las normas contables para
manipular las figuras reflejadas en las cuentas de una empresa.
Para aproximarnos al
fenómeno podemos ver cómo se percibe el mismo desde el punto de vista de sus
intérpretes o usuarios, y así, desde el propio punto de vista contable, “El
proceso contable consiste en tratar con diferentes tipos de opinión y en
resolver conflictos entre aproximaciones diferentes, para la presentación de
los resultados de los hechos y transacciones financieras” y “...esta flexibilidad facilita la
manipulación, engaño y tergiversación. Estas actividades - practicadas por los
elementos menos escrupulosos de la profesión contable - empiezan a ser
conocidas como “contabilidad
creativa” (Michael Jameson, A practical guide to creative
accounting, 1988)
Para un analista de inversiones, “Nos da la impresión de que gran parte del aparente crecimiento en los niveles, ocurrido en los 80, ha sido más un resultado del juego de manos contable que del genuino crecimiento económico, y queremos exponer las principales técnicas implicadas y dar algunos ejemplos de empresas que están utilizando estas técnicas” (Terry Smith, Accounting for Growth: Stripping the Camouflage from Company Accounts, 1992)
Desde el punto de vista de la comunidad académica y de estudiosos teóricos, “La contabilidad creativa es la transformación de las figuras de contabilidad financiera de lo que son actualmente a lo que se desea que sean, aprovechando las normas existentes y/o ignorando algunas de ellas” (Kamal Nasser, Creative Financial Accounting: Its Nature and Use, 1993)
Y finalmente, aunque curiosamente sea la opinión más antigua de las que se ofrecen, desde el punto de vista de la prensa económica, “Todas las empresas del país están escondiendo su beneficio. Las cuentas anuales se basan en libros que han sido tranquilamente “cocinados” o “completamente asados”. Las partidas que se muestran dos veces al año al público inversor, han sido todas cambiadas para proteger al culpable (esconder la culpa). Es el mayor engaño desde el caballo de Troya... De hecho este fraude es completamente legítimo. Es la contabilidad creativa.” (Ian Griffiths, Creative Accounting Pb: How to Make Your Profits What You Want Them to Be, 1986)
No deja de llamar la
atención que, analizando en conjunto todas las ideas descritas, se ven puntos
comunes en todas ellas:
- Todos los autores ven la
contabilidad creativa como una práctica engañosa e indeseable.
- Todos ellos igualmente
perciben la incidencia de la contabilidad creativa como algo generalizado.
Por ello hace años que se
viene debatiendo entre la delgada línea de la “creatividad” y “fraude” que
estas prácticas crean, como así también se discute de la ética y legalidad que
puede conllevar su aplicación. La contabilidad creativa es algo que está en
boca de todos y que ha aparecido continuamente en la prensa por la serie de
escándalos financieros que se han hecho famosos a nivel mundial, como lo son
Enron, Worldcom, Parmalat, entre otros más cercanos como Marsans, Pescanova o
alguna entidad financiera. Cabe, no obstante preguntarse si la contabilidad
creativa es la base de los escándalos financieros tan sonados o es una
herramienta mágica, que legalmente, permite obtener mejores resultados, habida
cuenta de que los usuarios de la información y sus necesidades de información
son variados y por lo tanto las formas de presentación de los estados contables
también pueden serlo. Dependiendo de la empresa, esta información puede
adecuarse de manera que refleje una imagen acorde a lo que los usuarios quieren
ver, no siendo siempre necesariamente la real ni la mejor. Pensar que la
contabilidad creativa es un mero fraude, le quita el ingenio a quien sabe
aprovechar las posibilidades que las mismas normas contables y criterios
generalmente aceptados ofrecen.
Sin ánimo de ser
exhaustivo, y atendiendo al uso legal
de la contabilidad creativa, algunas de las opciones que ofrece son las
siguientes, partiendo de la premisa de que la normativa permite a la empresa
elegir el modelo contable que sea más favorable para la imagen que quiera
transmitir:
- Adopción de criterios
particulares en predicciones o estimaciones de determinadas anotaciones
contables, como podría ser la vida útil de una máquina, la valoración
(optimista o pesimista) de contingencias previstas, etc.
- Demora y periodificación
de beneficios, pasando por su alteración, en operaciones en las que interviene
un tercero, generalmente una entidad financiera, como la venta de un activo a
un banco y el contrato simultáneo de lease-back sobre el mismo, en cuya
operación la valoración del activo no tiene por qué coincidir con su valor real
actual.
- Planificación de
beneficios por la enajenación de activos contabilizados por su coste histórico.
Puede decidirse en qué ejercicio realizar la transacción para reflejar
concretamente en él el beneficio obtenido.
- Modificación de
criterios contables en ejercicios diferentes si afectan a partidas que
requieran la realización previa de
estimaciones y que dependen de información adicional o de la ocurrencia de
nuevos hechos.
En la práctica, las
técnicas más usuales se observan en:
- Alteración de la cifra
de gastos mediante las cuentas de provisiones o amortizaciones o por la
activación de ciertos gastos.
- Alteración de la cifra
de ingresos aplicando, por ejemplo, el principio de prudencia o la correlación
entre ingresos y gastos cuando es aplicable.
- Alteración del valor de
los activos; si, como se ha comentado, puede “jugarse” con las amortizaciones y
provisiones, puede variarse el valor neto de los activos correspondientes. Las
existencias pueden valorarse según
diferentes modelos (FIFO, LIFO, media ponderada…) de tal forma que su valor
cambia e influye en el coste de ventas y, obviamente, en el resultado, así como
en la relación entre activo corriente y pasivo corriente y, por consiguiente,
en la ratio de liquidez.
- Alteración de los fondos
propios en la medida que se modifiquen los ingresos o gastos y ello repercuta
en la cifra de beneficios y, por tanto, en las reservas.
- Alteración del
endeudamiento, casi siempre ligada a ciertas partidas muy concretas, como los
fondos de pensiones (excepción hecha de burdos manejos de ocultación de deudas
y similares, que quedan fuera de este análisis).
- Alteraciones en la
clasificación de determinados activos o pasivos, ya que algunos conceptos
permiten su inclusión en una u otra masa patrimonial. Algunos de estos cambios
legales pueden afectar a ratios tan importantes en el análisis como la liquidez
o el fondo de maniobra.
Más allá de la propia
operativa contable, en la elaboración de la información exigida en la memoria y
el informe de gestión que han de acompañar a los estados financieros puede
incluirse más o menos información, cuya inclusión puede derivar en cambios en
la opinión que su lectura origine al usuario. En cuanto al informe de
auditoría, en algunos casos pueden expresarse las salvedades o los párrafos de
énfasis de forma que se busque una determinada interpretación de los mismos.
Otra posibilidad para la
contabilidad creativa la proporcionan los criterios utilizados para la
presentación de la información. Por ejemplo, aunque parezca infantil, la escala
escogida en el eje horizontal o vertical de una tabla puede modificar
sustancialmente la impresión causada por los datos incluidos en ella.
Sería un error dar por
hecho que el uso de contabilidad creativa esconde siempre un fraude, ya que hay variadas razones por las que los gestores
pueden optar por aplicarla, aunque, ciertamente, en un número importante de las
veces en que se utiliza sería admisible la discusión ética. Y esto es así
porque, en la medida en que no todas las personas o entidades vinculadas al
futuro de la empresa tienen la misma interpretación acerca de lo que es o no es
socialmente deseable, es frecuente que haya disputas acerca de la
interpretación de las normas contables que dan lugar al cálculo del resultado.
Para finalizar,
hemos huido en esta aproximación de la tentación de citar y/o comentar casos
conocidos en los que la contabilidad creativa ha propiciado desastres
empresariales que, tarde o temprano, salen siempre a la luz, pero en cambio no
nos resistimos a hacer alguna reflexión alrededor del caso especial de las
entidades financieras de nuestro país. Por desgracia, hace ya varios años que
leer los balances de las entidades financieras españolas constituye un
ejercicio ímprobo de ingenuidad. Después de los múltiples cambios registrados
en las normas contables y de las rectificaciones billonarias (con “b”) en la
cifra de beneficios de las entidades financieras intervenidas por el Banco de
España, resulta prácticamente imposible explicarle a nadie en qué consiste
realmente el resultado contable de una entidad financiera española. Los
procedimientos empleados para ocultar las pérdidas ni tan siquiera son
sofisticados, por lo que todos estos episodios de fraude
contable sobrevenido están generando una creciente sensación de indefensión
entre la ciudadanía. Es lícito preguntar: ¿Quién controlaba el sector
financiero español? Y, a la vista de la evolución, ¿Por qué
debemos creer que la supervisión bancaria ha mejorado tras el estallido de la
crisis?
En los últimos
meses, hemos conocido detalles sobre las triquiñuelas contables efectuadas en
alguna entidad, y
detectadas (algo tarde) por el Banco de España, y sin decir (por mero pudor) el
nombre de la entidad, he aquí un par de ejemplos de la magia contable que permitió ocultar
la verdadera situación patrimonial de la entidad hasta la intervención por
parte del supervisor:
• Clasificación de créditos como fallidos.
Ante la avalancha de morosidad que era ya predecible a principios de 2008, se
decidió clasificar directamente como activos fallidos una cantidad creciente de
créditos problemáticos. Ello evitaba declarar estas inversiones como dudosas, a
costa de reconocer como pérdidas del ejercicio el importe íntegro de los
créditos, que posteriormente compensaba mediante las plusvalías que obtenía
vendiendo sus participaciones industriales. En definitiva, la entidad reducía
la tasa de morosidad, evitaba los efectos negativos de la reclasificación sobre
el resultado y, además, proyectaba una imagen de sobriedad y conservadurismo al
reconocer de forma temprana las pérdidas por insolvencia.
Sin embargo, en
cuanto la entidad agotó la posibilidad de maquillar las pérdidas a través de
los resultados de la cartera industrial, comenzó a reclasificar como activos
normales los créditos que previamente había considerado como fallidos, a pesar
de que los prestatarios no habían aportado nuevas garantías ni satisfecho los
intereses pendientes de pago. De este modo, se registraba un ingreso
artificial en la cuenta de pérdidas y ganancias. Posteriormente,
el banco tuvo que volver a considerar como activos dudosos créditos vivos,
reconociendo de modo sobrevenido una importante cifra de pérdidas que antes
figuraban como beneficios.
• Titulización de préstamos dudosos.
Para rebajar la tasa de morosidad, decidió también titulizar diversas carteras
de créditos con un componente significativo de activos dudosos. Los bonos
emitidos contra la cartera eran clasificados en distintas categorías en función
del riesgo de impago, de modo que la entidad conservaba los bonos senior, menos
arriesgados, y vendía los bonos junior, más sensibles a la significativa
proporción de activos dudosos que los respaldaban. La pregunta es ¿quién
compraba esos bonos junior y a cambio de qué? Los compradores eran fondos de
inversión privados domiciliados en el extranjero, que asumían las pérdidas
previstas de los bonos junior, a cambio de vender a la entidad una opción de
compra sobre los bonos por una cantidad prácticamente idéntica a la que el
fondo de inversión había desembolsado para adquirirlos, es decir, que sin
movimiento de tesorería, la entidad se deshacía de los activos tóxicos y
conservaba en su balance una opción de compra sobre los mismos.
Al deshacerse de los activos tóxicos, se liberaban provisiones previamente
dotadas, lo cual permitía reconocer artificialmente ingresos y aumentar los
beneficios de la entidad. El Banco de España estima que mediante este
procedimiento esta entidad hinchó su resultado de un solo año en más de 140
millones de euros.
Llama la atención que el propio Banco de España comunique ahora que
muchas de estas prácticas incumplían flagrantemente la circular 4/2004, (algo, por lo demás, sabido por todos los agentes
económicos), sin explicar a la ciudadanía por qué estas prácticas no fueron
detectadas a tiempo y, sobre todo, qué piensa hacer para que este tipo de
situaciones no vuelvan a producirse en el futuro.
Y retomando la
analogía con nuestro viejo conocido Dorian Gray, fijándonos en el pintor del
retrato, también resulta paradójica la posición del auditor de cuentas de la
entidad, cuyo informe de auditoría correspondiente al ejercicio a que se
refieren estas acciones “creativas” no hace mención alguna acerca del efecto
sobre el resultado de las reclasificaciones de créditos fallidos como créditos
normales. Así es que dejemos la historia explicada por Wilde en el terreno que
le corresponde y procuremos profundizar en la realidad de la imagen fiel
deseada en todas las organizaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario