martes, 4 de febrero de 2014

Nuestra corrupción de cada día

Como es natural, la noticia del día, repetida en todos los medios y que echa humo en las redes, es la divulgación por la Comisión Europea de su esperado informe sobre la corrupción, precisamente en los países de la UE. En él se concluye que España es uno de los países donde el problema está más extendido y en el que, junto a Grecia, se considera que más afecta a la vida diaria de los ciudadanos.

El texto completo del informe (en inglés) puede consultarse clicando aquí


Así, mientras la media europea en la sensación de que la corrupción afecta a la vida cotidiana es de poco más de un 25 %, en España pasa del 60 %,  la más alta, junto a Grecia, de todos los países europeos. Como referencia de países del entorno, en Alemania o Francia se queda en el 6% y en Dinamarca no pasa del 3%.

No hace falta más que echar un vistazo a la evolución última del tema en nuestro país para admitir que España es también el país donde más ha crecido la percepción de la corrupción en los últimos tres años, de forma que mientras en la UE el 75% cree que la corrupción está muy extendida en su país de origen, esta proporción llega al 95% en España que (flaco consuelo) se ve superada en este aspecto por Italia (97%) y Grecia (99%).

Con el fin de facilitar que cada uno saque sus propias conclusiones, puede también consultarse aquí


el anexo del documento (en castellano) referido a España.



Llama la atención la lectura, dentro de las soluciones propuestas por la Comisión, la puesta en vigor de un código de conducta en personas del ámbito político, y la reflexión sobre este punto lleva a la machaconas declaraciones de nuestra Vicepresidenta del Gobierno siempre que ha de pronunciarse sobre el llamado "caso Bárcenas" y su relación con su partido, en el sentido de que la corrupción es una característica de la persona y no de las organizaciones. Y es cierto, pero vale la pena recordar, entre otras, las palabras de ls conocida cantante y activista pro derechos humanos Joan Baez en un acto de una de sus campañas: "Si no luchas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ellas"



No basta con editar un código de conducta: hay que hacer cumplir con sanciones efectivas que eludan la socorrida prescripción todas aquellas conductas irregulares que socavan la confianza en el sistema y hacen instalar la percepción de que los poderes les dan impunidad.
Hay una segunda reflexión que suscita el tema, y que posponemos a otro día,  cual es la evidencia de que (quizá por esa sensación de impunidad) la corrupción no se limita al terreno de la política, sino que se ve como normal en muchos otros sectores de actividad. Y no debería serlo.

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