Es noticia estos días la autorización en dos de los Estados Unidos de América, concretamente en los de Washington y Colorado, de la marihuana para uso recreativo, además de la veintena de Estados que han promulgado leyes que legalizan total o parcialmente su uso con fines terapéuticos. Eso no es obstáculo para que la marihuana siga siendo una droga ilegal designada como tal en la Ley del año 1970 que se ocupa de tales productos (Controlled Substances Act)
Esa paradoja conduce a una situación chocante: por una parte nos encontramos ante una industria, la de la marihuana, en auge, con ingresos de miles de millones de dólares, una amplia base de clientes, y proyecciones de gran crecimiento, pero por otra, es también una industria cuyas empresas no pueden encontrar un banco con el que operar abiertamente ya que los fondos que obtiene en la comercialización son esencialmente intocables para las entidades financieras del país debido a los conflictos entre la citada legalización en los distintos estados y las leyes federales anti blanqueo de capitales que pueden dar lugar a enormes multas para la entidad y sentencias de hasta 20 años de prisión para las personas que fueran condenadas.. Hay que recordar que de acuerdo con la legislación federal, (Título 18, Código de EEUU Sec. 1956), "realizar transacciones con el producto de la venta de sustancias controladas, o mover las ganancias a nivel internacional, se considera una “actividad ilegal” y un delito “subyacente” que puede desatar una investigación por blanqueo de capitales". Por cierto que la parte resaltada en negrita evidencia que este dilema bien se puede trasladar a otros países y jurisdicciones que han legalizado parcial o totalmente el mercado de la marihuana, ya sea para fines medicinales o recreativos.
Es cierto que el debate sobre la oportunidad de legalizar o no este producto sigue muy vivo (hay que tener en cuenta que en la inclusión de la marihuana como droga ilegal, en su día, se debió en parte a la enorme presión de las industria farmacéutica para favorecer la venta de sus compuestos químicos alternativos) y así,
desde que California despenalizó la marihuana medicinal en 1996, los esfuerzos para su completa legalización han crecido en todo EEUU y la fabricación y comercialización de la marihuana medicinal y recreativa ya ha inyectado millones de dólares en las economías estatales, y se prevé que las ganancias crecerán rápidamente. A medida que crecen las ganancias, los inversionistas analizan con interés el sector, a pesar de los riesgos.
Situaciones cono la descrita en Estados Unidos son más frecuentes de lo que cabría suponer en todos los países, en un alarde de ineptitud de algunos poderes públicos que entienden su parcela de responsabilidad como un reino de taifas o, lo que es peor, como un dominio aislado del mundo exterior. Si no es así no se entiende el divorcio cada vez mayor entre la realidad social y la que suelen "vender" desde los poderes, en un ejercicio de insensibilidad que transforma en números estadísticos los clamores legítimos. Como en el caso de la marihuana, resulta chocante y perverso que la realidad (incluso la recogida legalmente) apunte en un sentido y la "imposición superior" la ignore y la castigue, abonando un terreno de confusión en el que nadie acaba ganando nada.
Diferente es otro divorcio, el de las prisas políticas que suelen conducir al caos sin remedio. El ejemplo más clamoroso lo tenemos en la llamada Unión Monetaria alrededor del euro. La idea de implantar una moneda única es buena, sin duda, pero, ¿de verdad nadie se dio cuenta de que antes de su implantación era imprescindible la unión bancaria, financiera y fiscal? Bien, la verdad es que, echando mano de la memoria, sí que se oyeron voces de alerta en ese sentido que fueron rápidamente silenciadas en aras de que el entusiasmo colectivo de los dirigentes políticos no se viera afectado. No es el único caso: la implantación de la "zona Schengen" de movilidad interna de personas dentro de los países de Europa ha saltado por los aires en cuanto se ha admitido que la política está diseñada para los territorios y no para las personas, dando paso sin transición a la expulsión de inmigrantes que, de acuerdo con Schengen no son tales.
Y no hablemos de nuestro amado país, en el que la confusión entre lo social y lo legal (¡ojo! no interpretar "legal" equivalente a "justo") hace notar que las iniciativas alejadas del corsé superior son implanteables cuando no contrarias a leyes de nuevo cuño que, curiosamente, van en contra de ese corsé y se reflejan como meros instrumentos electoralistas teñidos de ideología.
La marihuana como ejemplo: puede ser beneficiosa, puede estar demandada socialmente, puede incluso diseñarse una norma que lo contemple, pero alguien debe ver que es preciso el cambio de corsé para su desarrollo.... y control.
Esa paradoja conduce a una situación chocante: por una parte nos encontramos ante una industria, la de la marihuana, en auge, con ingresos de miles de millones de dólares, una amplia base de clientes, y proyecciones de gran crecimiento, pero por otra, es también una industria cuyas empresas no pueden encontrar un banco con el que operar abiertamente ya que los fondos que obtiene en la comercialización son esencialmente intocables para las entidades financieras del país debido a los conflictos entre la citada legalización en los distintos estados y las leyes federales anti blanqueo de capitales que pueden dar lugar a enormes multas para la entidad y sentencias de hasta 20 años de prisión para las personas que fueran condenadas.. Hay que recordar que de acuerdo con la legislación federal, (Título 18, Código de EEUU Sec. 1956), "realizar transacciones con el producto de la venta de sustancias controladas, o mover las ganancias a nivel internacional, se considera una “actividad ilegal” y un delito “subyacente” que puede desatar una investigación por blanqueo de capitales". Por cierto que la parte resaltada en negrita evidencia que este dilema bien se puede trasladar a otros países y jurisdicciones que han legalizado parcial o totalmente el mercado de la marihuana, ya sea para fines medicinales o recreativos.
Es cierto que el debate sobre la oportunidad de legalizar o no este producto sigue muy vivo (hay que tener en cuenta que en la inclusión de la marihuana como droga ilegal, en su día, se debió en parte a la enorme presión de las industria farmacéutica para favorecer la venta de sus compuestos químicos alternativos) y así,
desde que California despenalizó la marihuana medicinal en 1996, los esfuerzos para su completa legalización han crecido en todo EEUU y la fabricación y comercialización de la marihuana medicinal y recreativa ya ha inyectado millones de dólares en las economías estatales, y se prevé que las ganancias crecerán rápidamente. A medida que crecen las ganancias, los inversionistas analizan con interés el sector, a pesar de los riesgos.
Valga como ejemplo del auge de esta industria que ArcView Group, una red de inversionistas
con sede en San Francisco, predice que la industria de la marihuana legal en
EEUU crecerá a un valor neto de 2.340 millones de dólares. Con una tasa de crecimiento
estimada del 64% para el 2014, el mercado de la marihuana está atrayendo cada
vez más la atención de los fondos de cobertura y firmas de inversión privada. Incluso así, esta joven y pujante industria
se enfrenta a serios obstáculos legales, y los reguladores y organismos de
aplicación de ley se mantienen en silencio en lo que refiere a orientación
válida para las entidades financieras, lo que hace que miles de millones de
dólares producto de la marihuana legal pueden estar circulando en efectivo. Sin
acceso a los servicios financieros, las prácticas comerciales de los dueños de
dispensarios de marihuana legales no difieren mucho del submundo del
narcotráfico.
Diferente es otro divorcio, el de las prisas políticas que suelen conducir al caos sin remedio. El ejemplo más clamoroso lo tenemos en la llamada Unión Monetaria alrededor del euro. La idea de implantar una moneda única es buena, sin duda, pero, ¿de verdad nadie se dio cuenta de que antes de su implantación era imprescindible la unión bancaria, financiera y fiscal? Bien, la verdad es que, echando mano de la memoria, sí que se oyeron voces de alerta en ese sentido que fueron rápidamente silenciadas en aras de que el entusiasmo colectivo de los dirigentes políticos no se viera afectado. No es el único caso: la implantación de la "zona Schengen" de movilidad interna de personas dentro de los países de Europa ha saltado por los aires en cuanto se ha admitido que la política está diseñada para los territorios y no para las personas, dando paso sin transición a la expulsión de inmigrantes que, de acuerdo con Schengen no son tales.
Y no hablemos de nuestro amado país, en el que la confusión entre lo social y lo legal (¡ojo! no interpretar "legal" equivalente a "justo") hace notar que las iniciativas alejadas del corsé superior son implanteables cuando no contrarias a leyes de nuevo cuño que, curiosamente, van en contra de ese corsé y se reflejan como meros instrumentos electoralistas teñidos de ideología.
La marihuana como ejemplo: puede ser beneficiosa, puede estar demandada socialmente, puede incluso diseñarse una norma que lo contemple, pero alguien debe ver que es preciso el cambio de corsé para su desarrollo.... y control.
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