En
el reciente Foro económico de Davos, que, como se sabe, se celebra anualmente
en esa ciudad suiza, ha habido, como no podría ser de otra forma y como ya se comentó oportunamente en este mismo blog, una honda
preocupación por el presente y el incierto futuro previsible de la economía
mundial; insignes ponentes han llamado la atención sobre las repercusiones en
el ámbito social que ya se están notando como consecuencia de los efectos de la crisis y que, en
definitiva, pueden derivar en repercusiones de índole política en algunos
países.
Lo
que sí resulta llamativo es el abanico de recetas que se proponen desde Davos
para paliar o, cuando menos, mitigar el alcance de estas consecuencias y, en
ese sentido, podría hablarse de economistas conversos a una nueva fe. Así es
cuando se observa que los más acérrimos defensores hasta fecha reciente de la
absoluta libertad de mercado, de la negativa a promulgar normas “que coarten la
ley del libre mercado”, de mantener el Estado (a los Estados) como un ente
ajeno a la evolución social, de repente se han convertido en paladines de la
regulación financiera (a pesar de que sus declaraciones sean hechas con la boca pequeña y procurando no enojar a los "amos del dinero"), súbitamente han descubierto que su utópico mercado sólo
podía ser viable para agentes con una demostrada dosis de honradez y que basta
con que haya una manzana podrida en el cesto para que se desmorone la confianza
del consumidor.
Pero,
bienvenida sea esa llamada a la sensatez, aunque tardía y aunque venga de quien
viene, Es verdad que ahora no valen lamentaciones ni fáciles avisos de “ya te
lo decía yo”, pero si se asume que los ciclos económicos existen, que (salvo la
lotería) no hay métodos honrados de enriquecimiento rápido, que el mundo
financiero se basa en la confianza y que los inventos con dinero ajeno no
acostumbran a ser muy estéticos, seguramente volvemos al buen camino. Y que, si
para preservar la confianza (en que MI dinero está a salvo) hace falta
regulación, todos seremos ardientes defensores de la misma.
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