miércoles, 9 de noviembre de 2022

La música de la melancolía.



El cine de David Lynch se ha caracterizado siempre por reflejar el lado más oscuro de la realidad humana y por una obsesión sobre la estética surrealista de las cosas. Lynch consigue, con “El hombre elefante”, rodar una película magistral, una de sus mejores obras que le valió el éxito tanto de la crítica como del gran público, ese que posteriormente fue muy reacio con gran parte de su cine "tan extraño". Como era lógico y normal en su forma de entender el cine, David Lynch huye del sentimentalismo, el melodrama y la lágrima fácil tan habitual en el cine con protagonistas con discapacidades y apuesta por mostrar con la mayor dignidad la vida de un hombre asombroso que a causa de su enfermedad sufrió una grandísima tragedia personal y la humillación y el desprecio de casi todas las personas que le conocieron. La película está basada en la historia real de Joseph Merrick, un hombre gravemente deformado por una enfermedad genética, que vivió en Londres a finales del siglo XIX. Merrick expuesto como un monstruo de feria y explotado cruelmente por el director de un circo victoriano, fue descubierto por Frederick Treves, un cirujano que intrigado en un primer momento desde el punto de vista profesional, y como una oportunidad para estudiar un caso médico sin igual, descubrirá a una persona maravillosa, con un carácter dulce y educado y una gran inteligencia. El doctor Treves hizo todo lo posible por mejorar su situación, a pesar de las trabas y desprecios de una sociedad como la de aquella época, consiguiendo al menos que la verdadera personalidad de aquel hombre se conociera, y que pudiera vivir dignamente sus últimos años. En el apartado musical, el propio director se encargó de la dirección musical y del sonido, utilizando el famoso "Adagio para cuerdas" del compositor estadounidense Samuel Barber (1910-1981), que quizás sea una de las expresiones musicales más descriptivas del dolor y la tristeza que se han compuesto, y que se usó en la escena final de la muerte de Merrick. A pesar de las críticas negativas por la utilización del Adagio, y la reticencia del propio David Lynch, la película contó con una maravillosa banda sonora compuesta por John Morris; el resultado no pudo ser mejor, y la composición de John Morris (de la que recordamos un fragmento al final) es considerada como su mejor obra hasta el momento y una obra maestra de la música cinematográfica. El Adagio para cuerdas (Adagio for Strings) de Samuel BarberEs una composición temprana. El joven Barber creó esta pieza inicialmente para un cuarteto, pero el segundo movimiento tuvo tan buena acogida, no como el resto de la obra, que lo sacó aparte y lo retocó” (hasta el punto de que en 1967, fijó las palabras latinas del Agnus Dei litúrgico, una parte de la Misa, para coro mixto con acompañamiento opcional de órgano o piano, transformando la obra en una composición coral en un movimiento). Hasta el imprevisto estreno de la composición por Toscanini, Barber, que fue un prodigio, era un desconocido, iba a la contra de la tendencia, él era un neorromántico, un bicho raro y en su país había otros músicos en boga. Sin embargo, el tono dramático de su Adagio empezó a asociarse con lo que pasaba en el mundo, como la Segunda Guerra Mundial, cuando, en realidad, la pieza estaba relacionada con el amor, con el patetismo del amor juvenil. Su melodía melancólica acompañó el anuncio por radio del fallecimiento del presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt y, años después, a la noticia del asesinato de John Fitzgerald Kennedy. También fue la música para acompañar tragedias como el recuerdo a los asesinados el 11-S en una ceremonia oficiada en Londres pocos días después los atentados o en la Puerta de Sol de Madrid por los fallecidos del Covid-19. La sociedad de masas ha trasladado este sonido icónico a anuncios televisivos, series, el cine… Especialmente recordado en éste, además de en El hombre elefante, es su uso en Platoon, la película sobre la guerra de Vietnam que dirigió Oliver Stone. El realizador usó el clímax del Adagio para subrayar la heroica muerte, brazos en alto al cielo, del sargento Elías, interpretado por Willem Dafoe.


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