Se cuenta que cuando el compositor alemán Jakob Ludwig Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847), de cierta influencia sobre otros compositores, notablemente en Johannes Brahms y Max Reger, aunque el régimen nazi prohibiera sus obras por su origen judío, tenía diecisiete años asistió a una representación de la obra de teatro de Shakespeare El sueño de una noche de verano, que le causó una profunda impresión, e inspirándose en la obra compuso una espléndida obertura; dieciséis años después se le encargó la composición de la música de escena, ballet, para la misma obra teatral. Mendelssohn, a la obertura original añadió diversos fragmentos entre los que figuran la marcha nupcial en allegro vivace (Hochzeitsmarsch en alemán) que ha acabado por convertirse en la más célebre de sus páginas, interpretada al órgano. En los países anglosajones suele sonar al inicio o al final de la boda y también acompañada por la marcha nupcial de Wagner. Ambas suelen sonar al principio del enlace, en el momento en el que entra la novia. Su fama se debe al clamor de una boda real que causó gran expectación y fue interpretada como parte de la música ceremonial de la boda entre la princesa Victoria Adelaide Mary Louisa de Sajonia-Coburgo y Gotha, hija de la Reina Victoria I del Reino Unido, y el príncipe heredero de Prusia Federico, futuro Federico III. Aunque existe constancia de que la melodía llegó a sonar años antes para unir en matrimonio a dos jóvenes de familias aristócratas, su popularidad se extendió por la preferencia de la reina Victoria I y su deseo de que se tocara en el enlace entre su hija y el heredero prusiano en el palacio Saint James, de Westminster. Después de esa boda tan popular, los ciudadanos no dudaron en imitar la melodía del enlace real, hasta que ha dado la vuelta al mundo, y así, esta pieza no puede faltar en los enlaces, resultando perfecta para bodas civiles y religiosas. La marcha nupcial de Richard Wagner (1813-1883) es otra de las melodías que más suenan en una boda. Esta corresponde a la ópera Lohengrin, en el tercer acto, a medida que el coro canta para celebrar el enlace entre los protagonistas, Elsa y Lohengrin; por ello la conocemos por dos nombres, por un lado, Aquí viene la novia y, por otro, Bridal Chorus. Es sencillo imaginar la popularidad que tuvo esta parte de la ópera de Wagner en las bodas de su época y pronto los novios quisieron escuchar esta alegre melodía para celebrar su reciente compromiso. Al presentar un ritmo pausado, es ideal para que la novia siga los pasos al son de la música, creando una entrada perfecta. Además, al haberse interpretado originalmente con un órgano, permite tocarse sin problemas en una iglesia que cuente con este clásico instrumento. En sus inicios, la marcha de Wagner sonaba al entrar la novia en el templo, mientras que la de Mendelssohn daba la despedida al nuevo matrimonio tras la ceremonia. En la actualidad es normal ver cómo ambas melodías son usadas al inicio del ritual. Para desgracia de Wagner, a pesar de pertenecer al siglo XIX, fue admirado por el dictador Adolf Hitler y por este motivo era muy escuchado durante la época de esa Alemania, enemiga de la raza judía. Los hechos acontecidos y descubiertos tras la Segunda Guerra Mundial han servido para asociar al compositor alemán con el partido nazi, aunque no fuesen contemporáneos, lo que llevó a representar un fuerte rechazo por las comunidades judías y luteranas, así que nunca se oirá esta melodía en un enlace religioso de estas confesiones.
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