miércoles, 15 de noviembre de 2023

Pues para ser un patito feo....



Una prueba clara de la facilidad que el compositor francés Camille Saint-Saëns (1835-1921) tenía para componer es el hecho de que su El carnaval de los animales nació de un impulso súbito e inesperado, y la obra, una vez concebida, quedó terminada en unos cuantos días, durante unas vacaciones del compositor en Austria. Es una obra instrumental muy divertida en la que quiso que aparecieran muchos animales: leones, elefantes, gallinas, tortugas, canguros, asnos, cisnes, peces y varios más, planeó la música como broma para un día de carnaval, así que tiene música muy alegre con toques de buen humor; cada animal o animales tiene asignado un instrumento musical. Son 14 pequeños fragmentos dedicado cada uno de ellos a un animal distinto y todos los instrumentos suenan juntos en la última parte. Al mismo tiempo, la obra demuestra la capacidad del compositor para concentrarse simultáneamente en proyectos de espíritu muy distinto, porque al tiempo que componía este divertimento ligero y humorístico, Saint-Saëns compuso también una de sus obras más serias y ambiciosas, su Sinfonía No. 3 para orquesta y órgano. En el origen de El carnaval de los animales está, según cuentan por ahí, la intención de Saint-Saëns de divertir a sus alumnos de piano; de ahí que la parte protagónica de la obra esté a cargo de dos pianos, con sus respectivos pianistas. Esta divertida obra, que lleva por subtítulo Gran fantasía zoológica para orquesta, nació originalmente como una pieza para un pequeño conjunto de cámara. Después de un viaje musical a través de los animales, viene el más conocido de este carnaval musical: el cisne, que es representado por un violoncello que se desliza románticamente sobre las ondulantes aguas de los dos pianos. El carnaval de los animales fue compuesto en 1886 y estrenado ese mismo año, en una función privada. A partir de ese estreno restringido, Saint-Saëns prohibió que se ejecutara la obra completa en público, por considerar que era un simple divertimento y que no estaba a la altura de su música más seria. Solamente permitió que El cisne se tocara como una pieza independiente, gracias al éxito que había tenido en su estreno privado y porque fue adaptada para ballet con el título “La muerte del cisne” para la bailarina rusa Anna Pavlova, aunque después ha sido interpretada por las más prestigiosas bailarinas del mundo. Hacia el final de su vida, en su testamento, Saint-Saëns dio su permiso para que la obra fuera publicada póstumamente. Y no fue sino hasta dos meses después de la muerte del compositor que su carnaval zoológico se estrenó en público, Si el compositor tuviera modo de enterarse de que esta obra que él mantuvo en secreto se convirtió finalmente en una de las más populares de todas sus partituras, seguramente que sus huesos fósiles estarían bailando alegremente en la tumba, posiblemente al compás de su propia y muy divertida Danza macabra, que también recordamos para finalizar.

 




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