Al parecer eso de la crisis ya empieza a ser cosa del
pasado, y la recuperación económica (de la social no se dice nada) ya es un
hecho que se consolida. Y debemos creer que es así porque quien lo dice es el
gobierno que, hasta hoy, no ha manipulado, tergiversado ni ocultado
información, ni mucho menos mentido, lo que da garantía de que es así. Además
vienen en su ayuda para confirmarlo los grandes capitostes de las grandes
empresas, que juran que cuando sube un 0,10 % el PIB (pongamos por caso) es
señal inequívoca de que ya hemos de ir preparando las consabidas longanizas
para atar a los perros. El hecho tozudo de que, paralelamente, la cifra de
desempleados no haya forma de que baje, que los recortes en sanidad ya empiecen
a hacer estragos, que haya un alarmante número de familias que no tienen NINGÚN
ingreso, que el número de desahucios no pare de crecer, que el comercio esté
hundido y esas minucias, que son parte de una planificación orquestada por un grupo
de resentidos antisistema sin ninguna credibilidad ni razón de protesta.
Para reforzar ese panorama idílico (que no es ni
cuestionable sin caer en el riesgo de que te llaman mal patriota), se nos dice
que los inversores extranjeros están aportando dinero a espuertas a nuestra
economía, vamos, que dentro de nada todos llevaremos unos milloncejos sueltos
en el bolsillo para pagar el autobús (perdón, quería decir el “chauffer de la limousine”) y todo será
sin duda una Arcadia maravillosa.
Y como uno aspira a confiar en que lo que le dice su
gobierno es verdad, supongamos que eso es así, que uno se encuentra nadando en
pasta. ¿Qué hacer con ella? Aparte de los milloncejos de cambio necesarios en el bolsillo,
claro. Lo primero que se piensa es en rentabilizarla, pero, bien mirado ¿para
qué asumir inversiones arriesgadas y que el capital pueda disminuir? Mejor
buscarle un buen refugio (nunca mejor dicho) a salvo de curiosos. La banca
española, ya nos habían dicho (otra vez el gobierno) que era la mejor del mundo
pero parece que los criterios eran variables y no toda era tan buena como se
decía. Por ejemplo, uno se acuerda de la Caja San Fernando, que se unió con El
Monte para formar Cajasol, que pasó a ser, junto con CAN y otras una cosa que
se llamó Banca Cívica, que a la postre fue absorbida por La Caixa. El problema
es que ese no es un caso aislado, lo que indica que las solvencias, liquideces,
solideces y tal de que presumía la banca española, se han ido al garete. O nos han engañado, pero esto no puede ser porque ell gobierno nunca lo ha hecho.
¿En quién confiar? La banca extranjera no la conocemos
bien y, además, parece que su sujeción a nuestra normativa no es estricta.
Habrá que mirar entonces otras jurisdicciones pasando por alto en principio los llamados
paraísos fiscales, entre otras cosas por el repelús que causa pensar en dejar
los dineros en sitios como Caimán, Jersey (o suéter), Barbados (de parche en el
ojo no dice nada) y así, eso sin pensar el incordio de los posibles viajes “de
negocios” a esos lugares. Quizá algún sitio donde se pueda ir en coche y que no
sea ni Andorra[1]
ni Gibraltar que es casi como estar en Recoletos, y todo el mundo ve cuando
entras o sales. Un sitio donde haya motivos para hacer turismo y no llamar la
atención…..
¿Qué tal Suiza? Sus quesos, su chocolate, sus relojes, su paisaje….
Nunca ha estado conceptuado por el GAFI como país no cooperante, su seriedad
está fuera de duda y su banca, con o sin test de estrés es todo prestigio.
Veamos entonces.
Deshaciendo
algunos “prejuicios”: la facilidad de abrir una cuenta en Suiza
Como declaración de principios frente a algunos incautos
o desconfiados lectores (situados en ambos extremos), que nadie espere encontrar
aquí un manual operativo de cómo abrir una cuenta en un banco suizo, sino sólo
una serie de reflexiones sobre la facilidad para hacerlo. Para situarse
adecuadamente hay que recordar que la banca privada suiza gestiona unos tres
billones (en acepción europea, de millón de millones) de euros mientras que,
para tomar referencias de volumen, el rescate de los bancos españoles ha
costado hasta ahora menos del dos por ciento de esta cantidad
Conviene recordar también que Suiza no pertenece a la
Unión Europea, pero sí está acogido al acuerdo Schengen, que permite la libre
circulación de personas, servicios y bienes. Eso quiere decir que el traslado de fondos en el consabido maletín es posible, La limitación actual para sacar
dinero en efectivo de España sin tener que declararlo a las autoridades es de
10.000 euros; si la cantidad es superior, es necesario diligenciar
adecuadamente un formulario de declaración conocido como S-1 (que se puede
obtener para su cumplimentación en bancos, oficinas de Aduanas, Policía o
Guardia Civil, o directamente en la página de Internet del Servicio Ejecutivo
de la Comisión para la Prevención del Blanqueo de Capitales – Sepblac –) que,
entre otros apartados, exige que se consigne el motivo por el que se transporta
el dinero (turismo, negocios, etc.) así como la identificación de la persona
que lo transporta y del medio de transporte donde viajará el dinero (avión,
barco, coche). Con cantidades pequeñas no habría problemas, pero es bastante
improbable que alguien que pretenda hacer llegar a Suiza un millón de euros
vaya a emprender 100 viajes "de turismo" al corazón del Tirol.
Supongamos, pues, que no somos delincuentes, ni tampoco multimillonarios.
Que tenemos unos ahorrillos[2] y que queremos abrir una
cuenta en Suiza sin quitarnos el pijama y las zapatillas, o sea, sin tener que pagar
un bufete asesor en España ni un
agente personal en Suiza que seguramente doblaría
el espinazo ante nosotros con sonrisa de dentífrico cada vez que fuéramos a
verlo en Zurich o Ginebra, pongamos por caso, portando un maletín. Pues alguien
ya ha pensado en nosotros y existen entidades, de las que, por pudor, no haremos
publicidad, que ofrecen servicios online completísimos.
El banco que nos presta esos servicios a domicilio nos solicitará
para abrir la cuenta online datos personales, profesionales, perfil de cliente, la cantidad de capital que
vamos a manejar, el tipo de productos, y si actuamos o no por cuenta de
terceros. Además, también dará la opción de acogerse o no al secreto bancario (más abajo se explica por qué).
Una vez que se envíen los documentos por correo y el banco devuelva otra misiva
con la clave de acceso solo restará un último trámite: informar al Banco de
España con el impreso DD1 si vamos a manejar menos de 600.000 euros y con el
DD2 en el caso de superar esta cantidad.
Pero bien mirado, ¿para qué llevar el dinero a un banco suizo?
¿Para obtener una mayor rentabilidad? No, porque allí produce por lo general menos
intereses que tenerlo en un banco español. ¿Por la operatividad de sus bancos?
Desde luego que no: las transferencias de fondos están sujetas a altas
comisiones y las cuotas de mantenimiento también son muy elevadas ¿Para pagar
menos impuestos? Depende: con la última subida del IRPF en España, si las inversiones
generan más de 50.000 euros al año es posible que Suiza interese. De lo
contrario es mejor que los impuestos se paguen en España.
Entonces, ¿qué es lo que realmente interesa de Suiza?
¿Cuál es ese imán para corruptos? Obviamente, algo tan arraigado en Suiza como
el chocolate y los relojes: el secreto bancario. La posibilidad de abrir una
cuenta donde no figura el nombre sino un número es un reclamo irrechazable para
delincuentes y defraudadores. El banco se limita a advertir que se debe ser
capaz de poder justificar el origen legal del dinero, y que se han cumplido las
obligaciones fiscales en el país de origen, todo ello si fuera necesario algún
día, y que se revela como una simple cura de salud que solo se podría
quebrantar si existe un proceso penal
y la correspondiente comisión rogatoria de un juez que cumpliera todos los
requisitos que exige la legislación suiza.
Y aún hay más. El acuerdo de Suiza con la UE consiste en
que para evitar la evasión de impuestos y al mismo tiempo mantener el secreto
bancario, Suiza se compromete a recaudar el 35% de las “ganancias de capital”
como impuestos y remitirlos a la oficina fiscal del país de residencia pero de
forma anónima. Es decir, se pagan los impuestos pero no se sabe qué se hace con
el dinero, ni cuánto se tiene. Si se renuncia al secreto bancario (se puede
porque puede ser más favorable el fisco propio) se pagan los impuestos en el
país de origen, y así, por ejemplo, un alemán pagaría un 28% de tipo nominal de
su país frente al 35% con secreto bancario en Suiza. Sin embargo, con la última subida
del IRPF en España, donde las rentas de más de 300.000 euros pagarían un 52%,
es mejor tener el dinero en Suiza con secreto bancario que pagar impuestos en España.
Esto explicaría, por cierto, la ley que el Gobierno se sacó de la chistera por
la que obliga a declarar los depósitos y bienes en el extranjero. Tras la aprobación de
esa amnistía fiscal en España, algunos patrimonios han vuelto aquí, y otros
todavía no, porque en Suiza no existe
el delito fiscal y sí el secreto bancario, aunque debe reconocerse que,
cumpliendo las obligaciones fiscales, quien
tenga una cuenta abierta en Suiza, no está cometiendo ningún acto
ilícito de por sí. Sin embargo, si la Agencia Tributaria solicita
información a ese país sobre determinadas posiciones de un inversor español,
Suiza no ofrece esta información, salvo que se trate de un delito penal o por
indicios de evasión fiscal.
Los contribuyentes que opten por países como Suiza para salvar parte o la totalidad de su patrimonio están obligados a presentar la Declaración de renta y la de patrimonio, donde se declaran todas las rentas mundiales que obtenga esa persona[3].
Los contribuyentes que opten por países como Suiza para salvar parte o la totalidad de su patrimonio están obligados a presentar la Declaración de renta y la de patrimonio, donde se declaran todas las rentas mundiales que obtenga esa persona[3].
Tener el dinero en Suiza, un agente que mueva los fondos,
o la existencia de un testaferro no constituye un delito, solo puede serlo el
origen del dinero y el impago de impuestos. En definitiva, tener una cuenta
bancaria en un paraíso fiscal, contratar los servicios de un agente fiduciario
o poner la empresa instrumental a nombre de otra persona no solo no es delito
sino que es perfectamente legal, de forma que un ciudadano de a pie puede poner
sus ahorros en una cuenta bancaria de un paraíso fiscal completando unos, a la
postre, sencillos trámites e informando a
las autoridades españolas. Se explica así legalmente que aunque en 2013 se ha moderado, la fuga de capitales
de España superó los 200.000 millones de euros en el año 2012, protagonizada
tanto por inversores como por personas que han optado por abrir una cuenta
bancaria en un país extranjero por razones perfectamente legítimas como el
miedo a la ruptura del euro, al corralito
(¡Ay, el ejemplo o precedente de Chipre!) o a que se esfume parte de su patrimonio. Es decir, por razones coyunturales.
Los destinos más demandados en estos casos son Luxemburgo, Alemania y, sobre
todo, Suiza
Pero si resulta que sí, que somos delincuentes, que no es sólo que creamos que eso de contribuir a la estabilidad de la economía y la sociedad a través del pago de los correspondientes impuestos es cosa de perversos socializantes, sino que nuestra forma de ganarnos la vida (relajada, sin duda) no está bien vista y casi mejor que nadie la conozca,
sospechamos que no bastará con tener una cuenta sin más aunque sea un
territorio donde se consagre el secreto bancario; necesitamos algo más, un experto
en las sombras financieras común a todas las tramas corruptas, el agente
fiduciario, una figura indispensable en cualquier trama de evasión fiscal o
blanqueo de capitales: el bróker, el que pone en marcha “la lavadora”, el administrador que moverá el dinero
creando una tupida red de empresas a su nombre o al de otros testaferros que
difuminen el rastro, a cambio de la correspondiente módica comisión, como es natural.
Sin una buena “lavadora”, la corrupción y el fraude
tendrían la ropa sucia y su hediondo aroma se olería a distancia. Pero cuando
los trapos se limpian "en condiciones" y se utiliza un buen detergente, el rastro
del dinero podrido es mucho más difícil de seguir. Con ese panorama, jueces y
agentes judiciales tratan de resolver complicados rompecabezas que comparten un
denominador común dentro de su heterogeneidad. Y es que todos los casos de
corrupción suelen estar formados por un triunvirato indisoluble: cuentas
bancarias en paraísos fiscales, un buen bróker de prestigio internacional que
se ocupe de mover el dinero y un elenco de testaferros al servicio de
complicados entramados empresariales. Una tela de araña que se teje en páramos
vacíos de legalidad, en la fina línea que dibuja los límites de lo lícito y que
solo se rompe cuando el ovillo llega a su fin y se conoce el origen del dinero.
Un laberinto de callejones oscuros diseñado por tramposos profesionales.
Pero hay más: cabe la posibilidad de que el cliente tan
especial piense y tema que, por la razón que sea, se llegue a descubrir la existencia
de la cuenta, en cuyo caso, su máxima preocupación es que nadie la relacione
con su persona; para eso están las cuentas numeradas o cifradas, máxima
expresión del secreto bancario, en las que, en lugar de atribuirla a un particular, se le atribuye a un código del
que la información de cuál es la identidad que oculta sólo es conocida por unos
pocos empleados de la entidad.
Según los entendidos, Suiza ya no es un destino único y
sólo forma parte de una “red” ya que las grandes fortunas migraron hace tiempo a
otros paraísos fiscales como Barbados o las Islas Caimán, países cuyo secreto
bancario y sus bajas tasas de impuestos han generado una auténtica segunda
economía mundial al margen de la legalidad. La informática juega un papel
determinante en las tramas de evasores y además, ahora existen también los contratos de fiducia[4],
documentos que ligan al titular con un testaferro que moverá el dinero a través
de una sociedad creada al efecto y ubicada, por ejemplo, en las islas Vírgenes
británicas y que abre cuenta en un banco discreto que tenga sede en todo el
mundo. Con esa cuenta a nombre de la sociedad ya sería posible hacer
operaciones internacionales sin problema. El inconveniente surge cuando se
quiere recuperar dinero en efectivo para, por ejemplo, adquirir una mansión de
lujo o un yate. Entonces sí que sería necesario, además, utilizar una red de
blanqueo de dinero, como ha sucedido en casos cuyo nombre nos puede resultar
familiar.
Tal como informaba recientemente el portal www.economiadigital.es, la primacía de Suiza como destino está cambiando, particularmente para las empresas aunque mantiene, sin duda, su atractivo para las personas físicas. Según el décimo informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, 33 de las 35 compañías que cotizan en el selectivo español Ibex tienen empresas domiciliadas en territorios off shore, paraísos fiscales o de tributación laxa, con especial querencia al estado americano de Delaware, como demuestra el hecho de que de las 467 empresas de los grupos del Ibex radicadas en paraísos fiscales, 131 están en este estado (el 28%)[5] y además, el crecimiento de este tipo de empresas radicadas allí ha sido constante en los últimos años, según los datos recogidos en el informe. Una de las ventajas más llamativas de Delaware es que si una compañía no tiene actividad en la zona no tiene obligación de pagar impuestos, pese a que esté domiciliada allí. Las sociedades se pueden crear en un solo día y existe secreto de privacidad de los propietarios incluso en los registros públicos de EEUU.
Por detrás de Delaware, el otro paraíso fiscal favorito para
las compañías del Ibex es la seria Holanda, con 105 participadas domiciliadas allí, la
mayoría en Amsterdam. Otros territorios off shore históricos como Luxemburgo,
Irlanda, Hong Kong o Suiza contaban en 2012 con 37, 31, 17 y 23 sociedades
radicadas allí respectivamente.
Qué
pasa en la práctica y nota final
Sin moverse de casa puede encontrarse en Internet
portales de prestigiosas entidades
que facilitan sin esconderse de nadie completas guías, no solo informativas de
productos, servicios, procedimientos operativos, etc. relativos a la apertura y
mantenimiento activo de estas cuentas sino que suelen ofrecer un prolijo
catálogo de FAQs para solventar cualquier duda, por nimia que pueda parecer, en
particular un detallado acompañamiento de los procesos de cumplimiento de las
obligaciones fiscales del cliente.
Paralelamente pueden encontrarse para los que no tienen
demasiada vida social otros portales con anuncios como el que se reproduce a
continuación absolutamente real:
“Se
ofrece testaferro experto con conocimientos empresariales y legales. Máxima
confidencialidad y seriedad. Español, mediana edad y buena presencia.
Experiencia en todo tipo de empresas españolas y situaciones. Especialista en
cierres ordenados de sociedades con deudas para evitar cualquier
responsabilidad. No importa cuál sea su problema, le aconsejo que me consulte
gratuitamente antes de tomar una decisión”.
Los testaferros son la tercera pata de la corrupción y no
menos importante que los paraísos fiscales elegidos como destino y los
prestigiosos despachos de agentes fiduciarios. Son muchos los hombres de paja
que han prestado su nombre para abrir infinidad de sociedades pantalla a lo
largo y ancho del mundo a cambio de una pequeña
compensación.
Con todo lo expuesto, ¿quién rechaza la oportunidad de
abrir una cuenta en Suiza?
No pueden acabarse estas líneas sin declarar que todo
cuanto antecede es rigurosamente verídico en cuanto a procesos, requisitos y
cuantos pormenores se detallan, por lo que es justo expresar “agradecimiento”
a los numerosos portales de Internet y publicaciones accesibles sin ninguna
cortapisa en los que se ofrece todo tipo de información que ha servido para
confeccionar este monográfico. En honor a la verdad hay que decir que conocidos
portales ofrecen guías (paso a paso y con ilustraciones) para que el futuro
cliente no tenga ningún problema en la apertura y mantenimiento de depósitos y/o
instrumentos financieros específicos en cualquier territorio off-shore y,
especialmente en la cercana y adorable Suiza.
[1] Abril de 2013. La
policía interviene 738.000 euros envueltos en periódicos y papel de aluminio
ocultos dentro de una maleta en un autobús urbano de Lleida, perteneciente a un
matrimonio septuagenario que aseguró que el dinero les pertenecía a partes iguales.
Desgraciadamente para ellos, no habían declarado su movimiento por territorio
nacional, limitado a 100.000 euros por persona (no confundir con el limitepara sacar o entrar dinero en España), y no llevaban consigo el modelo
S-1 que lo acreditara. El resultado del incidente es que la Guardia Civil
realizó una de las incautaciones de dinero más elevadas de la historia en
materia de prevención de blanqueo de capitales.
Quizás
el anciano matrimonio no tenía ni idea de la existencia de las leyes que
limitan los portes de dinero en efectivo, pero lo cierto es que, en la huida
del capital, el medio de transporte favorito siempre implica ruedas y asfalto.
Se actúa así lejos de los controles aeroportuarios y con la seguridad que
implica que las fronteras europeas estén mínimamente vigiladas. Por esas
inexistentes aduanas han pasado y seguirán pasando incontables cantidades de
dinero con destino a los bancos europeos, en especial a las entidades suizas.
[2] Se requiere una cantidad mínima para abrir una cuenta
bancaria en Suiza, pero esta varía mucho según el tipo de cuenta bancaria
que se abra porque habitualmente los
bancos suizos no ofrecen cuentas de ahorro y cuentas corrientes a clientes
minoristas con domicilio en el extranjero.
En
teoría se puede abrir una cuenta bancaria desde 1.000 € de depósito, pero para
cantidades pequeñas sí que es imprescindible un asesor en Suiza que ayude a
encontrar el mejor banco que se adapte a nuestras necesidades.
Lo
normal es que se exija un mínimo de volumen, y lo habitual es que se trate de patrimonios con, al menos, un millón de
euros aunque hay bancos que bajan el listón hasta los 200.000 euros
[3] España está
negociando actualmente un acuerdo bilateral con Suiza para fomentar el
intercambio de información patrimonial aunque en ningún caso se publicará una
lista de los titulares con cuentas en su territorio con lo que esta falta de
transparencia suele ser el caldo de cultivo para ocultar fondos por parte de
algunos contribuyentes.
[4] Para explicar algunos
instrumentos usuales allende nuestras fronteras en estos menesteres, partimos
de la base de que no hay excesivos inventos en el mundo financiero y así, por ejemplo, aunque realmente no
existe en España la fiducia (mecanismo por el cual un particular o empresa
entrega uno o más de sus bienes a una sociedad fiduciaria para que los
administre con la finalidad establecida previamente en un contrato), se
parece mucho a la gestión que hacen las sociedades gestoras de instituciones de
inversión colectiva (SGIIC), las sociedades gestoras de entidades de capital
riesgo (SGECR) o las sociedades gestoras de fondos de titulización hipotecaria (SGFTH) por
cuenta de los partícipes. En definitiva éstos constituyen también un negocio
fiduciario consistente en la administración de un patrimonio separado, con
personalidad jurídica propia por cuenta de sus partícipes.
[5] Según publica www.economiadigital.es, de las 131 sociedades dependientes de
empresas españolas que tienen domicilio en Delaware, 101 comparten las mismas
dos direcciones postales en la pequeña ciudad de Wilmington, de 70.000
habitantes.
La
primera es el 2711 de Centerville Road, donde el Banco Santander tiene 13
participadas domiciliadas; Abertis 9; ACS 8; BBVA 5; Repsol 4 y Abengoa 3,
entre otras.
La
otra dirección postal es el 1209 de Orange Street, el llamado Corporation Trust
Center. En 2012, el Banco de Santander tenía allí 19 sociedades; ACS 17; Repsol
4 y Abengoa y Abertis 3 cada una. Un artículo publicado en el New York Times en
2012, al que hace mención el citado informe del Observatorio de Responsabilidad
Social Corporativa, indicaba que en este edificio de Delaware, de una sola
planta, estaban registradas 285.000 empresas. El 60% de los grupos del listado
Forbes 500 tenían allí domiciliada alguna sociedad. Entre ellos se encontraba
American Airlines, Apple, Bank of America, Google o Coca-Cola.
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