domingo, 1 de junio de 2014

Incentivos para la reactivación y/o propaganda electoral

Recién salido del horno: hoy se hacen eco los medios de comunicación del anuncio hecho ayer por el presidente de gobierno por el que se aprueba un plan para reactivar la economía, fundamentado en pilares tributarios (rebaja del impuesto de sociedades para grandes empresas del 30 al 25 %. Las pymes, que como es público y notorio, nadan an la abundancia, mantienen el mismo tipo) y relativos al consumo (renovación del plan PIVE para la adquisición de vehículos) principalmente, además de la promesa de un plan de reforma del sistema de formación para el empleo, el Plan de Implantación de la Garantía juvenil y -en coordinación con las autonomías- y otras medidas menos llamativas.

No es este el lugar apropiado para extenderse en pormenores del anuncio, cumplidamente analizado en sus detalles en los medios económicos e incluso generalistas, pero sí el de proponer reflexiones (como siempre) alrededor de aspectos que suelen pasar desapercibidos.

La primera reflexión es acerca del momento del anuncio, justo después de un considerable batacazo electoral y pocos días antes de la publicación (el próximo martes) de unas cifras a las que el Ejecutivo se aferra como un clavo ardiendo y son las que ya anticipan sobre la mejora de la evolución del mercado laboral que, dicen, ya no es un fenómeno coyuntural, sino estructural, en concreto las cifras de los servicios públicos de empleo sobre el paro registrado y las de las afiliaciones de la Seguridad Social, En palabras del Sr. Rajoy, serán datos favorables, «desconocidos en mucho tiempo».

Si la iniciativa forma parte de un lavado de imagen ante la ciudadanía, algo así como un acto de contrición por la debacle de las urnas, cabe resaltar, además, el desasosiego que produce pensar que sean medidas improvisadas y que el fondo de la cuestión, el de la creación real de empleo siga siendo una asignatura pendiente de este gobierno, perdido en los gestos (casi siempre autoritarios) y no en los hechos tendientes a ofrecer soluciones a los graves y auténticos problemas.del ciudadano.

Abona esta impresión la constatación de que, a estas alturas de legislatura y con todo lo que está cayendo, no parece que haya un modelo económico hacia el que caminar con firmeza y todo se revela como palos de ciego, grandilocuentes, eso sí, pero palos de ciego, reducidos a rezar para que se mantenga el turismo y para que las cuatro empresas que exportan lo sigan haciendo, incluyendo todo ello pomposamente en una cosa que no se sabe muy bien lo que es pero que se llama Marca España. 

¿Qué es y qué debe ser la Marca España?

 En este punto preocupa confirmar que uno de los aspectos que evidencia el divorcio entre palabrería oficial y realidad (como pueden aseverar gran número de emprendedores) es la burocracia administrativa, que junto con la falta de inversores especializados se erige como mayor obstáculo para la consolidación de proyectos. Y preocupa más aún que, en opinión de gran número de emprendedores de sectores emergentes que podrían ayudar a superar la crisis creando empleo,  la Marca España no ayuda mucho, más bien es un lastre, entre otras cosas porque España no se asocia a tecnología ni a investigación.

¿No sería mejor, si lo que se trata es de recuperar votos, olvidarse precisamente de ellos y trabajar en un sentido positivo y eficaz más allá de anuncios improvisados?

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