jueves, 13 de diciembre de 2012

Diferentes recetas anticrisis USA - UE

Casi sepultada por otras noticias como ese proyecto de ley que nadie entiende salvo su impulsor, que es la llamada Ley Wert, o los líos (en vocablo profusamente utilizado por nuestro presidente de gobierno cuando se refiere a otras formaciones políticas) originados por la Ley Gallardón, u otras distracciones similares, está pasando desapercibida la noticia de la vinculación declarada por el presidente de la Reserva Federal americana, Ben Bernanke, entre los tipos de interés y la tasa de desempleo (y la inflación, todo hay que decirlo). Y no por la noticia en sí, sino por las enseñanzas que podría derivarse si los responsables de las políticas económicas de Europa pudieran pedirle una copia de la norma a la Fed y ver cómo se puede aplicar aquí para contribuir s salir del marasmo a que están conduciendo la aplicación de medidas de austeridad únicamente, sin medidas de impulso económico.

Llama la atención que las medidas anunciadas por Mr. Bernanke se basan en la idea de que el aumento de la fiscalidad general (previsible en función de si finalmente no hay acuerdo interno que evite el llamado "abismo fiscal" en USA en enero de 2013) podría conducir a una vuelta a la recesión cuando el crecimiento del PIB se augura del 3 % en 2013 y cercano al 4 % para el 2015. Entiende entonces la Fed que, ante un escenario con algo más del 7 % de paro y unos intereses cercanos al 0 %, la solución no es aumentar la carga impositiva, sino, al contrario, inyectar, como se ha comprometido a hacer, 85.000 millones de dólares mensuales al sistema para reactivar la economía y no tocar los tipos de interés en tanto no se consiga que baje la tasa de desempleo.


Naturalmente, la emisión de moneda no es hoy una opción que pueda utilizarse en Europa ya que, como se sabe, es facultad del BCE el hacerlo, pero, descartada esa parte, cabría analizar por qué en un país como los Estados Unidos, en donde el inicio de la crisis fue atroz, supo remontar con medidas de reactivación económica para recuperar un nivel óptimo de actividad que le permite ofrecer los crecimientos descritos, mientras en los países europeos se tomó casi como un mantra la austeridad sin más, sin caer en la cuenta de que lo que falla son los ingresos, no los gastos y que sin actividad económica, no se generan ingresos, y que sin confianza no se podrá volver a la recuperaciòn. Y la confianza no se gana recortando gastos sin más sino, por ejemplo, proporcionando facilidades (sí, también fiscales, que no conllevarían merma de ingresos, sino todo lo contrario) para crear empleo privado y manteniendo las inversiones públicas como motor económico. El tema de fondo parece de concepto: se confunde la necesaria racionalización del sector público con la disminución de gastos en todos los servicios, pero eso es objeto de otro análisis

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