miércoles, 19 de diciembre de 2012

Obélix y los "deberes" de la UE

Se está hablando mucho estos días de la polvareda originada por el actor francés Gerard Depardieu, que ha decidido fijar su residencia en Bélgica, concretamente en un pueblo a escasos 2 Km de la frontera con Francia, con el fin de beneficiarse de las mejores condiciones fiscales belgas. Esta decisión ha provocado un reproche público del primer ministro francés y una airada respuesta del intérprete de Obélix y Cyrano, entre otros. Al margen de lo jugosa que pueda resultar la anécdota, lo cierto es que no es el primer caso de franceses que buscan refugio fiscal en Bélgica... ni de españoles que lo buscan en Andorra o Mónaco, y eso, unido a la sensibilidad por la situación económico/social actual, nos lleva a una pequeña serie de reflexiones, de la que no es menor el cinismo exhibido por los dirigentes políticos (de cualquier partido y territorio) cuando se trata de olvidar requisitos legales si la situación les beneficia. En este sentido cabe resaltar las declaraciones de las autoridades belgas en torno a dos puntos: el requisito de tiempo de residencia ("No vamos a controlar si el Sr. Depardieu reside en su casa de Bélgica más de la mitad del año) o la atracción de las condiciones fiscales ("Nosotros no hacemos campaña para captar capitales franceses; son ellos los que vienen"). Y eso en una época en la que unos y otros se llenan la boca clamando sobre la necesidad de acabar con los paraísos fiscales.

Es evidente que la UE ha de tomar medidas (difíciles, sin duda, pero imprescindibles) para conseguir armonizar la fiscalidad de los países de la Unión, ya que, en caso contrario, sí que peligra el futuro de la moneda única, con o sin recortes en los países afectados y se habría de diseñar una Europa, no de dos velocidades sino de tantas velocidades como las fiscalidades particulares requirieran. No es de recibo que haya que efectuar recortes cuando otros territorios "hermanos" captan los recursos necesarios con el señuelo de un mejor trato fiscal.

A la vista de las informaciones publicadas del caso Depardieu, es imprescindible, además, llevar a cabo una revisión a fondo del modelo de sociedad que queremos. No es alarmismo, pero si resulta que en Bélgica, por poner el ejemplo en que nos basamos, se benefician los impuestos sobre las rentas de capital, los patrimonios, las plusvalías y algún otro, a cambio de gravar las rentas del trabajo con cargas impositivas altas, algo no funciona en el sistema: no puede ser que los grandes capitales se libren de impuestos mientras las clases trabajadoras asumen el sostenimiento del sistema en un escenario en el que, precisamente por falta de ingresos recaudatorios, ven como los servicios esenciales van mermando día a día (en este punto cabe señalar la ineptitud de los gobiernos en general que, no luchando para conseguir recuperar los ingresos, optan por la medida fácil de recortar gasto social necesario).
Gerard Depardieu - Obélix

Si se quiere de verdad luchar contra el fraude, no basta con decir que las condiciones fiscales que se aplican en cada momento y contribuyente (y me refiero a los ricos) son legales: ha de revisarse que, además de legales sean lícitas y, sobre todo, equitativas y justas.

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