miércoles, 5 de diciembre de 2012

Flecos del "banco malo"

Antes de glosar las novedades producidas en cuanto a la puesta en marcha del "banco malo" (formalmente, Sareb) como inicio de reequilibrio de la banca española, conviene empezar recordando que el llamado "banco malo" es la institucióin encargada de transferir los activos tóxicos de las entidades bancarias (incluidos fondos de inversiones de pésimas condiciones que se crearon a partir de hipotecas o créditos a personas con poca solvencia económica) a un Organismo Público que se encargaría de liquidar los pagos.
En pocas palabras, el Estado compra aquellos créditos con alta probabilidad de resultar poco rentables para el banco, y lo hace a un precio que estaría entre el valor del mercado y el valor contable del activo, es decir, el Estado se haría cargo de una parte de la minusvaloración del crédito. Finalmente, estos activos al venderse causarían pérdidas, una cifra que dependería de la gestión de este tipo de bancos.
El principal objetivo de este tipo de bancos es el de proteger el sector bancario y de esta manera, en teoría, reactivar  la situación económica actual de España ya que, en caso de que los bancos se libren de los créditos tóxicos dispondrían de liquidez que, a su vez, la invertirían en nuevos créditos a personas solventes, especialmente empresarios, y de esta manera se conseguiría potenciar las empresas con el consiguiente posible descenso del paro, uno de los problemas más importantes actuales de España.
Hasta aquí la teoría. la aplicación pra´ctica se ha encontrado escollos de funcionamiento desde entidades (el BBVA, por ejemplo) que han declinado la oferta de participar en el banco malo hasta las exigencias planteadas por Bruselas para hacer efectiva la ayuda a los bancos nacionalizados que se van conociendo y que permiten pensar razonablemente que los resultados finales pueden diferir notablemente de la teoría. 
Bruselas, en efecto, ha impuesto planes de reestructuración basados en una importante reducción del volumen de crédito, en particular el referido al ladrillo, lo que puede repercutir en la financiación del banco malo que, recordemos, no puede dar préstamos y la venta de sus activos dependerá de las financiación que le ofrezcan las mismas entidades que están limitadas en la financiación de operaciones inmobiliarias.

Agudeza de Forges

En el caso, por ejemplo, de Bankia, ya en marcha, la Comisión Europea exige que el volumen de crédito  pase de los 182.000 millones actuales a 125.000 para 2015. La cartera de préstamos a promotor que se traspasará de forma inminente a Sareb -exceptuando solo los créditos inferiores a 250.000 euros- aligerará su carga hasta los 144.600 millones con lo que el peso de la financiación a promotores pasará de ser el 19% a 2% del total, pero las previsiones de la entidad no contemplan porcentaje alguno asignado a esta cartera para dentro de tres años.
Y es que el nuevo crédito tendrá otros usos. Los vencimientos previstos hasta 2015 permitirán rebajar crédito y conceder 51.700 millones de euros en nuevos préstamos, pero el 84% de dicho montante irá destinado a pymes y empresas no dedicadas a la promoción inmobiliaria.
El banco malo, por su parte, necesitará financiación para vender paquetes de activos tóxicos a grandes inversores; fondos para desarrollar los suelos y promociones en curso e hipotecas para que los particulares terminen haciéndose con las viviendas que absorba.
El hecho de que Sareb no tenga capacidad para ofrecer crédito ha sido destacado por los potenciales inversores como uno de los principales problemas del instrumento.
Hay que estar atento a los primeros pasos del invento para evaluar acertadamente si serán necesarios cambios apresurados que permitan recuperar inversión, dar fluidez al sistema crediticio y salvaguardar la carga al contribuyente.Resultará interesante, además, ver cómo se armonizan los bancos, lógicamente interesados en dar salida, en primer lugar, a inmuebles de su cartera antes que los cedidos al "banco malo".

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