martes, 26 de marzo de 2013

El desahucio preferente de Chipre

La actualidad no da tregua y a veces, como ahora, confluyen varias cosas que, si bien aisladamente ya provocan un cierto desasosiego, cuando se miran en conjunto hacen disparar los temblores y los sudores fríos. Es lo que ocurre estos días, para empezar, con la solución acordada por las autoridades de la UE (y admitida por su parlamento) al rescate de Chipre, que uno ya no sabe bien si es de su banca o de la economía del país.
Basta con leer la prensa, escuchar la radio o ver las múltiples tertulias televisivas para constatar que las medidas acordadas (impuestas) tienen detractores y seguidores, pero en un aspecto hay unanimidad, y es en el de haber traspasado la línea roja de la seguridad y confianza en el sistema a raíz de la quita a los depósitos, lo que ha originado las carreras y nervios en las bolsas de todo el mundo. Puede decirse que la teoría de la medida pasa por considerar que los titulares de los depósitos afectados son TODOS extranjeros atraídos por las favorables condiciones económico/financiero/fiscales que se les ofrecían, pero habrá que pensar que también haya ahorradores que con su esfuerzo han conseguido unos volúmenes que sobrepasan el mínimo que marca el límite de la quita.
Es inevitable en este punto recordar la responsabilidad de las autoridades de la UE que admitieron como socio a Chipre en 2008 (ya iniciada la crisis) sabiendo cómo era sus sistema financiero, con todas las trazas de ser un paraíso fiscal y que, para escarnio general, concedieron un aprobado a la banca de Chipre en el último test de stress en el que suspendieron algunas entidades europeas de cierto renombre.
Se ha puesto de manifiesto, además, que no hay un criterio único en la UE, condición inexcusable si se quiere avanzar en la idea de una Europa unida, y que eso de la "Europa de los ciudadanos" no pasa de ser un slogan cada vez más ajado, toda vez que se advierte el paso cambiado entre las declaraciones y las normas de la Unión y la realidad. Un primer ejemplo lo tenemos en lo expuesto de considerar a los impositores de la banca chipriota como parte de los bancos junto a los bonistas y accionistas (en este punto no tienen desperdicio las declaraciones de Merkel asegurando que había que felicitarse porque la solución a la que se había llegado era la de no pasar por los contribuyentes ¿no son contribuyentes los ahorradores, perjudicados por partida doble?). El segundo ejemplo, y con él cambiamos de tema, nos toca muy de cerca, como es el de las famosas preferentes cuyos titulares, como es sabido, son las víctimas de un atraco consentido; es cierto que estos instrumentos y otros similares se crean como modalidades de participación en el capital de una entidad y que, como tales, se vieron sometidos al cambio de condiciones para su canje y amortización establecidos por la UE. Sin embargo, una vez comprobado que en España se ofreció de forma masiva como una modalidad de ahorro seguro, las autoridades deberían haber averiguado quienes eran los autores del desaguisado para depurar responsabilidades y, acto seguido, consensuar con la UE una excepción temporal de la aplicación de la norma contable en tanto se buscaba una alternativa razonable de recuperación de los ahorros, aplicando el código penal cuando fuera necesario, en lugar de beneficiar la continuidad de entidades y personas a su frente que han demostrado, en el mejor de los casos, marcada ineptitud, y exigir el cumplimiento de una ley comunitaria para situaciones artificialmente lesivas.
Y con las leyes llegamos al tercer punto de conexión de hoy, el de los desahucios. Se demuestra aquí una vez más que el tempus de ciudadano y de los poderes públicos difiere notablemente. No es ya que éstos no se den por enterados de la última sentencia del Tribunal Europeo de Justicia que considera ilegales los actuales (¡desde hace veinte años!) desahucios basados en cláusulas abusivas paralizándolos de inmediato, sino que no se ve voluntad de reformar la Ley Hipotecaria, en una ceremonia de confusión que parece dirigida a favorecer a los bancos.


El grave riesgo que corremos todos es se está viendo que el problema de los desahucios se le está yendo de las manos al gobierno que sólo incurre en declaraciones altisonantes y salidas de tono en su fondo y en su forma ignorando que no puede exigirse igual actitud a quien se ve desprovisto de su casa que a quien reivindica la tranquilidad de poder dedicarse a la labor pública en cuya agenda, por cierto, no está priorizar el estudio de la salida de ese problema acuciante del ciudadano que le votó.

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