domingo, 10 de marzo de 2013

La cortesía, las relaciones humanas e Internet

La evidencia de que parece haber una crisis de valores más allá de los problemas económicos y de pérdida a futuro de bienestar se encuentra en algo tan simple como la observación de cómo manejamos las relaciones personales cuando se utilizan para ellas las nuevas tecnologías y la inmediatez del contacto (virtual,  claro, como corresponde a estas herramientas)
Dicen los expertos en comunicación que en un mundo virtual es cuando más se echa en falta el contacto y la relación humanos. También alertan acerca del peligro que representa un simple equipo informático y, cada vez más un también simple teléfono móvil (sobre todo para las generaciones jóvenes, crecidas en ese ambiente) que pueden convertirse en instrumento para un aislamiento propicio a la creación de mundos irreales, siempre más cómodos y adaptados a la persona que el real.
Una vez establecida la necesidad de potenciar en lo necesario el uso de las redes y las nuevas tecnologías para seguir "conectado" con las personas con las que compartimos el mundo con el fin de no quedar aislado cultural y emocionalmente, se impone la reflexión sobre qué tipo de "conexión" es la más conveniente y la primera conclusión surge cuando uno cae en la cuenta que las relaciones en las que no hay presencia física no son sino una forma, más o menos tecnificada, online, virtual o como se le llame, de la tradicional relación humana, en la que debe predominar el respeto.
Ya se ha divulgado suficientemente el riesgo que representa hacer por Internet cosas que no haríamos en una relación presencial (publicar datos e información personal sin saber quién puede acceder a ella, permitir inocentemente el acceso a nuestras cuentas o tarjetas facilitando datos que no se los daríamos a nuestros amigos, admitir con conformidad ser objeto de ataques cibernéticos o de otra clase aprovechando la impunidad del anonimato en la red,...) pero se habla poco de la mancha de aceite que parece extenderse en la escasa aplicación en las redes de eso que los antiguos llamaban urbanidad o, más claramente, respeto.

Y tampoco me refiero a la proliferación de las famosas "cadenas", algunas bienintencionadas y otras erigidas en nidos de virus y troyanos con las que las mafias tienen acceso libre a nuestra dirección de correo, sino a normas elementales en el trato cuyo incumplimiento nos harían sonrojar en una relación presencial.
No debería serlo, pero es habitual que no se contesten los correos cuando cada vez es más frecuente la disquisición entre el "pues yo te lo envié" y el "pues yo no lo he recibido". El colmo de la actitud incomprensible, en lo referido a la mínima cortesía entre personas, puede encontrarse en actitudes-tipo que, en cuanto de ellas tengo experiencia personal, puedo compartir mi perplejidad con vosotros.
1- Solicitan el envío de unos documentos valiosos para el peticionario; se le hacen llegar en formato digital y de manera gratuita. Con posterioridad se sabe que el peticionario los recibió y utilizó como tenía previsto. ¿Alguno de vosotros ha recibido un mensaje, no ya de agradecimiento, sino de simple confirmación de su recepción?
2.- Un conocido comunica alborozado que ha iniciado un blog personal y te invita a conocerlo a la vez que te pide opinión sobre él. Accedes a él, lo miras con atención y, siguiendo la petición de su autor, le envías tu opinión (elogiosa por cierto). Nunca más se supo.
3.- Un antiguo amigo te localiza vete a saber cómo en esto de las redes, y te envía una invitación para entrar en sus círculos. Accedes y, una vez has pasado a engrosar su red de contactos, si te he visto no me acuerdo.
4.-...

Hay que huir de la tentación de hacer un catálogo de hechos llamativos, porque hay más, como el poco dominio que hay en la forma de expresarse, las expresiones inadecuadas, la utilización indebida de signos mayúsculas, el uso de lenguaje corto o SMS en mensajes en los que no se debe, etc. pero lo cierto es que parece corroborarse la tendencia al aislamiento en el uso de Internet, pero no porque se prescinda de "contactos", sino porque todo parece indicar que en los tiempos modernos se desconocen lo que son las relaciones humanas que, dicho sea de paso, se enriquecen con el feedback hasta el punto que una relación sin él tiende,  naturalmente, a la desaparición.

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