Por eso llama la atención (y es duro hacer comparaciones con la situación que se vive en nuestro país para iguales problemas) que, más allá de clichés interesados de ser la meca del capitalismo, de ser un país que sólo contempla la iniciativa privada, que el gobierno huye de ser tachado de intervencionista, que... un país como los Estados Unidos de América tiene establecido, sin hacer mucho alboroto mediático, un programa de ayudas gubernamentales para personas que no pueden hacer frente a sus hipotecas, que se enfrentan a un desahucio, o, en general, que precisan de asesoramiento en materia, en este caso, de vivienda. Es evidente que no hay que buscar la letra pequeña para llegar a la conclusión de que, si una persona tiene problemas, el Estado no se hará cargo de sus deudas sin más, pero hay que valorar positivamente, sin ninguna duda, la iniciativa del gobierno que es sensible ante situaciones extremas y ofrece asesoramiento, acompañamiento, consejo, recursos y, en los casos que cumplan las condiciones, ayuda financiera.
Si comparamos este programa con el marasmo en que nos encontramos en el que oficialmente se huye incluso de la palabra "desahucio" para esconder la falta de iniciativas (se convierte casi en un asunto de semiología el análisis del lenguaje político, p.e. crisis = desaceleración, rescate = ayuda, desahucio = consecuencia del impago, Bárcenas = esa persona,...) uno no puede por menos que sentir una cierta desolación ante la falta de sensibilidad e incompetencia de una clase política más volcada en la obscena lucha por el poder que en velar `por lo que dijeron, eso de "atender las necesidades de todos los españoles".
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