viernes, 1 de marzo de 2013

Las comparaciones son odiosas... para una parte

Parece fuera de discusión que una de las cabezas de la hidra en la que se ha convertido la situación actual es la crisis del sistema, y eso lleva a asegurar a tertulianos y comentaristas que los gobiernos de "las naciones  occidentales con sistemas capitalistas" son cuestionados por sus políticas económicas. Pues sí y no. La verdad es que lo que hay es una crisis de valores, de forma que cuando el ciudadano comprueba que sus gobiernos parecen estar de espaldas a la realidad social, la reacción no puede ser otra sino el rechazo de esa posición. Es indicativo en ese sentido verificar que las manifestaciones de las gentes ante las decisiones de sus gobiernos sean mucho más virulentas en países en los que se ha puesto de manifiesto que la corrupción campa a sus anchas, que los políticos priorizan sus luchas partidistas por el poder antes que atender las necesidades de la población que les ha votado y que les paga con sus impuestos, que el secretismo, el "pues tú más" y las "herencias recibidas" se convierten en únicos argumentos para ocultar incompetencia, ignorancia y falta de sensibilidad.

Por eso llama la atención (y es duro hacer comparaciones con la situación que se vive en nuestro país para iguales problemas) que, más allá de clichés interesados de ser la meca del capitalismo, de ser un país que sólo contempla la iniciativa privada, que el gobierno huye de ser tachado de intervencionista, que... un país como los Estados Unidos de América tiene establecido, sin hacer mucho alboroto mediático, un programa de ayudas gubernamentales para personas que no pueden hacer frente a sus hipotecas, que se enfrentan a un desahucio, o, en general, que precisan de asesoramiento en materia, en este caso, de vivienda. Es evidente que no hay que buscar la letra pequeña para llegar a la conclusión de que, si una persona tiene problemas, el Estado no se hará cargo de sus deudas sin más, pero hay que valorar positivamente, sin ninguna duda, la iniciativa del gobierno que es sensible ante situaciones extremas y ofrece asesoramiento, acompañamiento, consejo, recursos y, en los casos que cumplan las condiciones, ayuda financiera.

Si comparamos este programa con el marasmo en que nos encontramos en el que oficialmente se huye incluso de la palabra "desahucio" para esconder la falta de iniciativas (se convierte casi en un asunto de semiología el análisis del lenguaje político, p.e. crisis = desaceleración, rescate = ayuda, desahucio = consecuencia del impago, Bárcenas = esa persona,...) uno no puede por menos que sentir una cierta desolación ante la falta de sensibilidad e incompetencia de una clase política más volcada en la obscena lucha por el poder que en velar `por lo que dijeron, eso de "atender las necesidades de todos los españoles".

Por cierto que los programas sociales del gobierno estadounidense también se publican en castellano, como se puede comprobar clicando aquí, en la página relativa a las ayudas comentadas, de la que puede ser saludable la realización por parte de nuestros dirigentes de una visita en profundidad aunque solo fuera para copiar ideas.

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