Cuando se redactan las líneas de esta reflexión, estamos aún asistiendo a las idas y venidas del gobierno de Chipre, de la Unión Europea, de Rusia de la Iglesia Ortodoxa,... en un frenético intento de llegar a una solución que sea aceptable para todos los actores de este sainete trágico y no siente un precedente peligroso para el futuro de toda la zona euro y, por extensión, para todo el mundo.
Pero, entre lo que se va sabiendo y lo que aún nos falta por saber, ya hay algunos aspectos que llaman poderosamente la atención y merecen una reflexión pausada (de urgencia, pero pausada):
- Sea cual sea la solución final, la primera evidencia es que el enfoque del problema ha hecho saltar por los aires dos pilares fundamentales: la confianza en el sistema por parte de los ciudadanos (a los que se había jurado y perjurado que, en las soluciones a esta crisis
que ellos no habían provocado, estaban a salvo) y la propias políticas de la UE, una vez que se ha demostrado que "los mercados" exigen recortes para cobrar sin problemas sus préstamos institucionales y les importa un rábano cómo se consigan esos recortes.
- Se pone de manifiesto una vez más que la arquitectura del edificio que es la UE es deficitaria, que es posible que en su día hubiera un exceso de ingenuo buenismo o que no se calibraran adecuadamente los peligros de una unión monetaria sin que previamente se abordara la armonización fiscal, la normalizacíón de la unidad comercial, la unidad financiera y, finalmente, la económica y monetaria. La pregunta a estas alturas es si hay margen (de tiempo y medios) para corregir el error o ha llegado la hora, como abogan algunos, de rediseñar Europa, y de dejar en stand by el euro, del que saldrían en primer lugar los países del sur, empezando por Chipre, o, atendiendo a otras teorías, los países del norte, encabezados por Alemania. Es importante señalar que este posible rediseño europeo se basa (para algunos estudiosos calificados)
en regiones, y no en estados, en función de su viabilidad económica y su presunta aportación a la idea común, barajándose seriamente la existencia de Catalunya y el norte de Italia como independientes.
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- Sobre la base del punto anterior, en lo concerniente a la necesidad de armonización fiscal, es como puede analizarse el hecho de que Chipre, integrado en la UE, tuviera un régimen fiscal de los depósitos bancarios más favorable que el resto de sus socios europeos, convirtiéndose en un imán para capitales, especialmente rusos, de, al parecer, procedencia dudosa. Al respecto cabe recordar que Chipre ingresó en la UE en 2008 y hasta 2006 estaba catalogado como paraíso fiscal ¿No se sabía o se miró para otro lado? Afortunadamente (puntualizo: afortunadamente) para todos, el tamaño de las finanzas de Chipre es el 0,2 % de la UE, pero pensemos que en ese sistema financiero, los depósitos (casi la mitad de ellos de ciudadanos rusos), son siete veces el PIB del país. Este hecho confirma lo que los estudiosos del fenómeno de los paraísos fiscales vienen alertando desde siempre: cuando se aplican condiciones favorables para atraer capitales, la realidad indica que, muy frecuentemente son tantos los que llegan que pueden exceder la capacidad de controlarlos, y a veces (hay ejemplos sobrado) son esos capitales los que dominan a esa jurisdicción, y no al revés. Y una conclusión: ¿alguien piensa, a la vista del ejemplo de Chipre, que las declaraciones altisonantes sobre la necesidad de acabar con los refugios financieros puedan ser algo más que recursos retóricos? ¿cómo acabar con ellos si, por ejemplo, en este caso, cuando hay pocas dudas sobre el origen dudoso de muchos depósitos, han salido inmediatamente a la palestra en su defensa (de todos, no sólo de los limpios) las autoridades rusas, a las que, por cierto, ya acudió Chipre en demanda de ayuda y no se descarta que actualmente vuelvan a hacerlo?
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