lunes, 18 de marzo de 2013

El embrollo de Chipre

La publicación de las condiciones impuestas a Chipre para formalizar el rescate de su economía ha originado un tsunami de alcance y resultados aún por ver.
Y es que, por primera vez, se ha traspasado la línea de confianza en el sistema que han (hemos) de tener todos los ciudadanos. Cabe puntualizar que esa expresión de "por primera vez" no es un recurso retórico sino que, en puridad, puede repetirse en otras acciones futuras, digan lo que digan los diferentes gobiernos, cuando la situación, como en este caso, se presenta como un chantaje en toda regla: "o se admite la quita a todos los depósitos o se deja caer la economía del país. Voten ustedes.", con lo que la votación prevista para hoy en el Parlamento chipriota no pasa de ser una escenificación de un mal trago que se presenta como imprescindible, como ya ha declarado su recientemente elegido primer ministro.

Antes de continuar, repasemos el marco: la República de Chipre, de una extensión algo menor de la cuarta parte de Catalunya, ocupa la parte sur de la isla de Chipre, cuya parte norte es la República Turca de Chipre después de la ocupación de esa parte de la isla por Turquía hace casi cuarenta años. La población de la República de Chipre, miembro de la UE, no llega al millón de habitantes y su economía, equivalente al 0,2 % del total de la UE, se basa en el turismo, los cítricos,... y el sistema financiero, con unos activos en su banca que llegan a ocho veces su PIB.

Ese volumen de su sistema se fundamenta sobre todo en la laxitud de su régimen fiscal, unido a los lazos históricos que le unen a Rusia, al Reino Unido y a Grecia, lo que ha originado, por una parte, un gran atractivo de capitales de procedencia por aclarar aportados desde Rusia, un importante número de cuantas de empresas británicas, y, por otra parte, una enorme dependencia de Grecia, a la que hicieron cuantiosas inversiones en bonos cuyo valor se vio seriamente afectado por las condiciones impuestas por la UE en el rescate a la economía helena.

Precisamente la lucha contra la opacidad del origen de capitales rusos se ha esgrimido como argumento para defender la eficacia de la tasa a los depósitos, pero, si eso fuera así, ¿no hubiera sido razonable también implantar igual medida a jurisdicciones de todos conocidas, paraísos fiscales, cuya metrópoli es, por ejemplo, Londres o La Haya? Pero es que, además, como quiera que la quita impuesta se viene avisando desde hace años como parte de la negociación del rescate (para ser exactos, de la misma forma que la subida del IVA entre nosotros, diciendo una y otra vez que no se aplicaría), los capitales extranjeros más relevantes ya "han volado", y la penalización se reduce a los ahorradores nacionales.

Es este último factor lo que produce la preocupación general y, muy en particular, la de los ciudadanos de los países rescatados como Portugal, Grecia, Irlanda, España y, en menor medida, de otros como Italia, y lo que justifica la declaración de Draghi de que el problema, pese a ceñirse a un país que, como hemos apuntado, sólo representa el 0,2 % de la economía de la UE, es sistémico porque afecta a la línea de flotación de la confianza en el sistema. No deja de ser llamativa al respecto la unanimidad de los representantes del FMI, del BCE, del Eurogrup, de la Comisión Europea y del Mecanismo Europeo de Estabilidad cuando afirman al unísono que las medidas adoptadas evitarán la quiebra descontrolada de los bancos chipriotas que tendrían consecuencias nefastas para la eurozona, y permitirán preservar la estabilidad en ella.

¿Chipre: pilares que se derrumban?
Y eso cuando empieza su andadura en España el decreto sobre las jubilaciones, cuando la economía británica (fuera del euro) encara su tercera recesión en cuatro años y cuando las cuentas de Alemania empiezan a estar seriamente en entredicho. ¿Qué salida queda sino una revisión a fondo del sistema)

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