martes, 24 de enero de 2023

En recuerdo de Demis.



Hace 8 años, la noche del 24 al 25 de enero de 2015, uno de los grandes músicos griegos,
Artemios Ventouris Roussos, el gran Demis Roussos, se fue de nosotros, casi con 70 años de edad, a consecuencia de un triple cáncer, de estómago, páncreas e hígado. Su familia pospuso el anuncio de su fallecimiento para evitar hacerla coincidir con la jornada electoral en Grecia, país natal del artista (siempre la política). Demis Roussos era sólo, para algunos, un señor obeso que vestía túnicas ridículas, calzaba botas de plataforma y parecía el líder zampabollos de alguna secta de enajenados, pero el hombre tenía un pasado como bajista y cantante del grupo Aphrodite's Child, la única aportación griega a la música pop del siglo XX digna de mención, un trío que compartía con su primo, el también desaparecido Vangelis a los teclados y la composición (quien tiempo después de la separación del grupo reclamó a Roussos para participar en la banda sonora de la mítica película Blade Runner) y Lucas Sideras a la batería y que gozó de cierta consideración en Europa, donde su rock psicodélico de raíces bizantinas fue especialmente apreciado. Con su particular voz, aguda, aterciopelada y vibrante, encandiló a más de uno. Sus primeros singles tras la separación son francamente buenos y canciones como We shall dance (que hoy recordamos, su primera pieza en solitario; al principio este tema no tuvo éxito, pero Demis hizo una gira por Italia, España y Francia, y la canción acabó llegando a la primera posición en distintos países), When I´m a kid o Velvet mornings entre otros, que mezclaban folk y pop con unas innegables influencias de la música popular griega y triunfaron a lo grande. La voz que nos había llamado la atención en Aphrodite's Child tomaba el centro del escenario y mantenía intacta su capacidad para emocionar, conmover y hasta invitar a la danza. Poco a poco, eso sí, nuestro hombre se fue deslizando hacia un estilo algo cursi que, si bien resultaba comercial, no era el que más le convenía a su privilegiada y doliente voz. En 1982, fue coautor del libro A Question of Weight junto con su amiga Veronique Skawinska, en el cual narra su lucha contra la obesidad. Durante los primeros años de la década de 1980 atravesó un período relativamente improductivo debido a su batalla contra la depresión por su sobrepeso. En España irrumpió con fuerza con la edición en castellano de varios de sus éxitos, de los que quizá el más conocido fue el ya mencionado Velvet Mornings, con ese pegadizo estribillo (triki triki mon amour) objeto también de innumerables parodias. Y es que su propia imagen ya se prestaba a ello. Sus túnicas de colores y su melena, su manera de salir al escenario caracterizado de él mismo, serán siempre recordadas. Musicalmente, puede que haya que considerarlo un intérprete que no atinó del todo a la hora de escoger su repertorio pero cuando acertaba, acertaba de pleno. Y siempre gracias a esa voz prodigiosa, doliente, sentimental, capaz de hacer llorar al más insensible de los oyentes. A quien siga considerándolo sólo un gordinflón con túnica (el oso con voz de mujer llegaron a llamarlo), le recomiendo que busque en YouTube alguna de las muchas versiones de Because (la española es especialmente buena) y se esfuerce en sentir algo por ese hombre que solo desea morir al lado de su amor.



 

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