Japón está de moda y miles de jóvenes y no tan jóvenes miran a Japón como referente cultural. El turismo que llega a Japón se ha incrementado muy notablemente en los últimos años, impulsado no sólo por su patrimonio monumental, paisajístico y tecnológico, sino también por el turismo cultural. Gran parte de culpa de este incremento lo tiene el manga y el anime. Muchos de los turistas que visitan Japón suelen estar influenciados por la cultura audiovisual japonesa. Ven al país del sol naciente como un destino soñado, motivados en muchas de las ocasiones, por sus preferencias en el mundo del entretenimiento audiovisual. La historia del manga y el anime, por eso, está siempre en constante proceso de desarrollo y evolución técnica, respaldada siempre por la demanda de los consumidores en todo el mundo. Desde pequeños, hemos crecido sin saberlo poniendo la mirada en la cultura japonesa con producciones como Mazinger Z, Bola de Dragón, Ultraman, Gundam, Transformers, Pokemon, Doraemon, Akira o Totoro entre muchos más; casi se podría decir, que una parte de nuestro cerebro está condicionado por la estética japonesa, lo que hace pensar, que tal vez por este motivo, pudiera ser que nos despierte tanto apego esta cultura. El manga es uno de los símbolos nacionales más importantes de Japón, el cual es enormemente reconocido a nivel internacional, una popular manera de mostrar el arte de los autores, presentado a través de libros tipo cómic, en donde se cuentan historias ilustradas y narradas de una manera única. Podríamos pensar que este tipo de relatos tienen un corto periodo de historia, pero es todo lo contrario. Hokusai Katsushika es el creador del término, el cual es una combinación de la palabra “informal” (漫) man y “dibujo” (画) ga; al juntar ambos kanjis (ideogramas proveniente de la escritura china, importados a Japón a partir del siglo IV para transcribir el japonés hablado) la traducción literal es “dibujos informales” (aunque en realidad se traduce por dibujos caprichosos o garabatos; se acuñó este término para definir el arte surgido por la unión del estilo gráfico de la pintura tradicional japonesa y las historietas de estilo occidental) y, dentro del mundo occidental, la palabra se utiliza para referirse de una manera muy específica al estilo japonés de ilustración e historietas concretamente japonesas. Hablemos de historia, entre otras cosas para desmontar la creencia extendida de que el manga nació tras la Segunda Guerra Mundial: los primeros grabados, atribuidos al monje budista Toba no Sōjō, personaje que vivió en los siglos XI-XII, que muestran un atisbo de estética manga lo encontramos en la obra Chōjugiga, realizada a mediados del siglo XIII; son una serie de dibujos con carga satírica representando animales (las ilustraciones, conocidas como “Pergaminos de animales y humanos jugueteando”, considerados como la fundación, son hoy propiedad del templo Kosanji en Kioto y muestran escenas de monos bañándose en un río, ranas y conejos luchando, además de otras protagonizadas por animales comportándose como humanos), de los que sólo se conservan algunos ejemplares en blanco y negro, sin embargo, en ellos se ve una primitiva línea representativa que posteriormente iría evolucionando al manga. En el período Edo (1603-1868) se desarrolló el movimiento artístico ukiyo-e (grabados de estampas tradicionales japonesas); estas representaciones gráficas incluían narraciones describiendo lo que en ellas se mostraba y se pueden comparar remotamente a lo que después sería el género manga.
A finales del siglo XIX, el dibujo japonés recibe las influencias del cómic americano y europeo en cuanto a la forma de narrar las historias aunque el nacimiento del manga tal como lo conocemos se sitúa en 1814. Fue en esta época cuando Hokusai Katsushika (creador, como se ha dicho, del vocablo) realizó sus series de croquis de escenas de vida diaria, unos "dibujos irrisorios": "manga" en japonés. El dibujante Rakuten Kitazawa, fue el autor de una historieta llamada Tagosaku to Mokube no Tokyo Kenbutsu (Tagosaku y Mokube visitan Tokio) en la que se narra la historia de dos campesinos que realizan un viaje para hacer turismo en Tokio; como son personajes rurales con poco conocimiento de la vida moderna y la gran ciudad, al llegar se comportan de forma tonta y cateta. La obra de ese dibujante, de 1902, está considerada oficialmente como el primer manga de la historia en forma y características similares a las actuales. El diferenciador de este autor es el diseño de cuatro viñetas por página, textos mecanografiados y caricaturas feroces. Más tarde, los editores japoneses se inspiraron en las publicaciones periódicas anglosajonas y sacaron, en los años 1920, revistas mensuales que ponían de relieve los mangas, destinados en un principio a los chicos, a las chicas y luego a los jóvenes adultos. Durante los años cuarenta del siglo pasado, el manga era utilizado como un medio de propaganda del gobierno japonés, incluso se llegó a prohibir el género bélico cuando los estadounidenses ocuparon Japón en 1945, con el fin de censurar cualquier material que glorificara la guerra y el militarismo japonés (este hecho es muy importante para el desarrollo posterior del manga); después de la segunda guerra mundial, la popularidad del manga se incrementó gracias a la influencia que tenían los cómics estadounidenses en el país; a lo largo de esas épocas, fue un medio de escape para la población, ya que les ayudaba a enfrentar las dificultades que conlleva la recuperación de una nación posterior a una guerra, pero la Segunda Guerra Mundial realmente interrumpió la progresión del fenómeno manga. En esta época, Japón demandaba la necesidad psicológica de mirar hacia otro lado por el sufrimiento padecido años atrás. En 1947, cuando la producción de mangas se empezaba a recuperar, Tezuka Osamu (referido como “el dios del manga” y también como el “padrino” del anime, pues es reconocido como el pionero en el desarrollo tanto los cómics como de la animación), un apasionado del dibujo y fan del cine hollywoodiense (en particular de los dibujos animados de Walt Disney), reinventa el género con la publicación de Shin Takarajima (La nueva isla del tesoro). Una nueva estética, un grafismo redondeado, movimiento y acción: ¡el éxito fue inmediato! Las décadas 1950 y 1960 son las del auge del manga en Japón. Antes mensual, la frecuencia de publicación de las revistas de recopilación de mangas se vuelven semanales. Toda una generación se lanza al manga de aventuras inspirado en el de Tezuka. Dibujan y escriben a un ritmo frenético para satisfacer a un público cada vez más deseoso. Actualmente, el manga es una de las industrias más importantes de Japón, aunque en los últimos años se ha notado una notable disminución en venta de ejemplares a favor del anime (dibujos animados), que está sufriendo un incremento considerable. Culpa de este cambio tiene que ver con el cambio en los hábitos de la sociedad de consumo, ya que se persigue la inmediatez y facilidad de internet para ver y consumir entretenimiento. Los beneficios económicos y culturales que suponen la gran propaganda del manga y el anime para Japón y su cultura, hacen de esta industria una cuestión de vital importancia para el país.
No podemos hablar de la historia del manga sin referirnos al anime ni al contrario, ya que siempre van de la mano. Un alto porcentaje de publicaciones manga terminan llevadas a la pantalla en formato anime y si bien el anime y el manga se representan en formatos diferentes, tienen un origen estético común y están ligados como expresión artística: el anime es una proyección, evolución o derivación técnica del tradicional manga japonés, una forma de representar la adaptación en pantalla del estilo manga de contar historias. La palabra anime es simplemente una adaptación japonesa de la palabra «animación» y puede decirse que el anime es el cómic japonés animado para el cine o la televisión; a principios del siglo XX se crearon en Japón una serie de cortometrajes de animación influenciados en su origen por la estética de la factoría Disney, pero fue más tarde, a mediados del siglo XX, cuando surgió el anime como estilo con sello propio de la cultura japonesa. Haciendo un alto en el recorrido del anime, hay que tener en consideración el surgimiento de productoras cinematográficas que no hacían anime, pero sí películas inspiradas en la forma de contar historias del manga; uno de sus primeros personajes fue Godzilla y su famosa película (Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo). Se dice que crearon al personaje después del lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki como representación del miedo que la sociedad Japonesa sufrió después de la Segunda Guerra Mundial. Así, los personajes viajaron hasta Europa, las cadenas de televisión se amparan en ellos, seducen a los niños, adolescentes y jóvenes adultos… quienes se van orientando progresivamente hacia el manga en papel, cuyo potencial ha sido olfateado por los grandes editores de cómics y algunos aficionados deciden incluso tomar la pluma: ¡ha nacido el manga europeo! A finales del siglo pasado, el manga y el anime como industria, sufrieron una explosión internacional precedida de numerosos éxitos comerciales, los cuales impulsaron enérgicamente esta industria hasta la actualidad. Japón como potencia del entretenimiento audiovisual desde hace años, ha sabido influir en la sociedad al igual que EEUU lo ha hecho durante años mediante el escaparate de Hollywood, transmitiendo su cultura y abriéndose más si cabe al mundo. Japón es un país donde se lee muchísimo, y no solo manga; llama la atención el número de librerías existentes en las ciudades japonesas. Sólo el manga representa más del 23% de toda la facturación de la industria editorial japonesa. En proporción, más de un tercio de todo lo que se publica en el país es manga (el 60% de los japoneses leen como mínimo un manga por semana y en Europa, según datos editoriales, los mangas representan el 40 % de las ventas de cómics; en Barcelona, el Salón del Manga desborda año tras año todas las expectativas de asistencia y comerciales). Al cabo del año se editan una media de 11.000 novedades aproximadamente. Una ingente producción que se va sumando año tras año al mercado internacional.
Por cierto, los aficionados al manga y al anime están de enhorabuena porque el recientemente pasado 15 de diciembre, como cada año, se ha celebrado el Día Mundial del Otaku, una celebración que, aunque no es oficial, está muy extendida en redes sociales, en la que los aficionados del manga y el anime esperan para conocer las novedades de sus cómics y personajes favoritos (no está del todo claro su origen, pero se cree que el 15 de diciembre de 1983, el periodista japonés especializado en manga y anime, Akio Nakamori, utilizó por primera vez en un artículo en la revista Burikko el termino “otaku”, por lo que se decidió de una manera no oficial que el 15 de diciembre fuera la fecha fundacional del fenómeno y acabo convirtiéndose en su “día mundial”; en el artículo "La Ciudad está llena de Otakus", el periodista afirmaba que los jóvenes fanáticos del anime "son como esos chicos -en cada clase hay uno- que nunca hicieron suficiente ejercicio, que pasaban los recreos dentro de las aulas, ocultos en la oscuridad frente a un tablero de shogi (ajedrez japonés) o haciendo cualquier cosa. Eso son".Si bien la redacción no parecía ser benévola con la comunidad, la fecha fue adoptada por postular el nombre con el que hoy en día se conoce a esas personas.. El término "otaku" en ocasiones se utiliza, pues, en su original japonés, de forma peyorativa para nombrar a una persona fanática con aficiones obsesivas aunque en la actualidad es utilizado para identificar a las personas que son aficionadas al manga o el anime. También se emplea para describir a una persona a la que le gusta el cosplay (del inglés costume play o sinónimo de disfrazarse), haciendo referencia a alguien a quien le gusta disfrazarse, sobre todo de personajes relacionados con el mundo de los videojuegos, o personajes de manga o anime. Son muchos los perfiles que rinden homenaje a los apasionados a la cultura japonesa. Y la celebración se está universalizando cada vez más.
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