Pedro y el lobo de Sergei Prokofiev es la obra sinfónica que, desde su creación en 1936, tras la vuelta del compositor ucraniano a la URSS en 1933, ha llevado la educación musical a grandes y chicos alrededor del mundo. Se compuso como un encargo de la Comisaría para la Educación Infantil de la Unión Soviética mostrando que desde aquel entonces el público infantil ya tenía importancia para las orquestas como parte de una política estatal de formación de públicos, tal como ocurre ahora. En 1936, como decimos, Natalia Saz, responsable del Teatro de Moscú y directora de la orquesta sinfónica propuso a Prokofiev una obra en la que los niños y niñas se familiarizaran con los sonidos de la orquesta con temas fáciles de reconocer; la idea le gustó al compositor aunque no el texto que le dieron en un principio, por lo que él mismo se comprometió a realizar el texto y en pocas semanas se estrenó la obra, dirigida por el propio compositor, y narrada por Natalia Saz. La obra tuvo pronto gran aceptación en todo el mundo occidental por su carácter didáctico, el cual atrae a pequeños y adultos. La orquesta está acompañada de un narrador que se encarga de contar la historia y cada personaje es representado por un instrumento diferente y el narrador debe ir relatando la acción del cuento. La orquesta proporciona el paisaje sonoro de la historia. Así el cuento se oye más cercano a los niños. La historia, basada en un popular cuento, con una moraleja en la que destaca la sinceridad, trata de un pequeño pueblo ruso, que vive atemorizado por un lobo. En dicho pueblo vive el joven Pedro con su abuelo, leñador. Una mañana Pedro sale acompañado de un pajarillo, encontrándose con un pato en un estanque. Tras un diálogo entre las dos aves, sale un gato perezoso pendiente de cazar al pájaro. Sale también el abuelo diciéndole a Pedro que estar fuera no es seguro, ya que hay un lobo peligroso. El joven dice que no tiene miedo, pero el abuelo lo mete en casa. Enfadado, Pedro ve desde la ventana acercarse al lobo. El gato se intenta encaramar al tejado, y Pedro intenta avisar al pato para que se ponga a salvo, pero el pato, lento y torpe es cazado y comido por el lobo. Pedro sale de la casa, y con una cuerda llega a un árbol. El pájaro cae en el hocico del lobo, pero no se lo come. En ese momento, Pedro con la cuerda da caza desde el árbol al lobo. Llegan los cazadores y ven como el niño ha cazado al lobo, y lo llevan al pueblo para festejarlo, donde descubren además que el pato no muere, ya que no fue mordido finalmente sino que fue engullido entero. Tanto la historia como el hecho de estar tan bien identificados los instrumentos con los personajes, hace que sea una obra que tiene grandes posibilidades didácticas. Ojo al mensaje ecológico en pleno 1936.
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