martes, 13 de septiembre de 2022

Cuando las canciones hablan de realidades sociológicas.



Después de
varias semanas “musicales”, era de justicia dedicarse a los barceloneses Lone Star, una banda que se merece una escucha porque es sorprendente la enorme calidad de sus composiciones y que, sin embargo, no sean tan recordados y venerados como tantos otros grupos… con bastante menos méritos. Como todo grupo de la época, comenzaron haciéndose populares por versionar al castellano clásicos del rock y del soul anglosajón, (su adaptación al castellano del ‘House Of The Rising Sun’ de The Animals. ‘La Casa Del Sol Naciente’ es una delicia de versión que les granjeó una fama internacional, llevando incluso a tocar junto a la banda de Eric Burdon en dos ocasiones y obteniendo en España más ventas que la original y varios números uno en Latinoamérica. Solo hay que escucharla una vez para comprobar su elegancia y el tortuoso sonido de batería y guitarra que acompaña la sólida y rota voz de Gené, que interpreta en inglés la segunda parte, más desgarrada) pero con el paso de los años y a base de soberbios EP’s y singles, la banda se hizo grande con temas propios. El combo estaba liderado por Pere Gené, todo un superclase que se dejó influenciar por todo lo que descubrió en su estancia en Inglaterra años antes perfeccionando sus estudios de piano clásico, con un profundo gusto, no solo por el rock, sino también por el rhythm and blues y por el jazz. Una banda de la que disfrutar con calma, conociendo sus amplios matices y reconociéndoles un mérito apabullante. Es el tema de 1968, ‘Mi calle’, quien catapulta a la banda a una fama que no les duró lo que merecían. La canción es el germen del rock duro hecho en España a lo que ayuda la épica de un texto de marginalidad. Inspirada, según confesó más tarde Gené1, en la Calle Robadors de Barcelona (símbolo de lo que fue el “barrio chino”, hoy rebautizado como El Raval en un intento por superar el peyorativo ambiente al que remite su nombre original), puede ser intercambiable a cualquier nombre de cualquier ciudad. Marginalidad, viviendas demacradas, niños descalzos, bares de mala reputación… La magia viene dada por el poderoso fraseo en el que son los vientos aportan elegancia a un bajo magistral. El estribillo acelera con una batería trotona y unos coros inolvidables completan la obra maestra. Copio literalmente lo que al respecto escribía Fernando Morer en las páginas de la revista Disco Express tres meses más tarde de la aparición del disco: “Mi calle es una canción, que a pesar del contenido de su letra, por el tratamiento musical que se le ha dado, ha sido favorablemente acogida por la juventud. Tanto es así que a estas alturas es uno de los discos más vendidos. Como caso curioso diremos que cuando se grabó no había sonado ninguna canción de raíz eslava. Parece como si Lone Star incluyera la nueva corriente musical que actualmente triunfa en Europa”. Posteriormente vinieron otros temas como Es mi vida, Trilogía, Lyla, Quiero besar otra vez tus labios, etc. pero Mi calle es la canción bandera de Lone Star, que se grabó cuando el grupo contaba con cinco años de trayectoria artística representando un éxito indiscutible pese a que no alcanzó toda la difusión que su notable calidad merecía. Lone Star, en definitiva 'estrellas solitarias', fueron los primeros en introducir los sonidos del rock en el emblemático Palau de la música de Barcelona, templo e icono de la burguesía catalana.

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1En la entrevista, 42 años después, el autor de Mi calle evoca el "morbo" que en pleno franquismo suponía transitar entre aquella sordidez del barrio chino que "me dio la idea para la canción". Resulta curioso que se les obligara a grabar el vídeo de promoción totalmente desubicados en el malagueño Puerto Banús, quedando la realidad sociológica de la letra en una licencia poética.

 

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