jueves, 29 de septiembre de 2022

Historias que no fueron.


La que es todo un símbolo en la historia del cine, la actriz Sophia Loren, recomienda la canción Caruso, compuesta en 1986 por Lucio Dalla y popularizada por Luciano Pavarotti, con cientos de versiones, como una de sus favoritas. Realmente la canción es una de las más populares que Italia le ha dado al mundo y sus versos llegaron al cantautor Lucio Dalla en un estallido de inspiración. “Ti voglio bene assai” -Te quiero mucho- . Tales palabras (en cualquier idioma) se encuentran entre las más significativas que los seres humanos comparten entre sí. Son palabras que, junto con "Tanto tanto bene sai" -Tanto, tanto, ya sabes- , resuenan en la canción. El compositor, Lucio Dalla, era un conocido cantautor y rico comunista que amaba la buena vida; musicalmente, para entendernos, fue algo así como un mix de Raphael y Sabina, con una pizca de Juan Luis Guerra, un cantante muy querido en Italia, como lo son Adriano Celentano, Eros Ramazzotti, Paolo Conte y Umberto Tozzi. Cuando falleció en 2012, el país se levantó resacoso, incrédulo, de tanto identificarse con un artista que parecía eterno.

Inspiración y casualidades: en 1986, un día que el músico estaba veraneando, navegando por la costa amalfitana, su barco sufrió una avería frente a Sorrento, cerca de Nápoles. Tuvo que atracar en el puerto de esta localidad para reparar la embarcación. Ya de noche habló con su amigo Luca Fiorentino quien amablemente le abrió las puertas de la suite del Hotel Excelsior Vittoria, el mejor hotel de la ciudad para alojarse –para eso sirve vender tantos discos- y le ofrecieron ocupar la Suite en la que Enrico Caruso, uno de los grandes tenores italianos de principios del siglo XX, pasó sus últimos días antes de fallecer en 1921. En espera de que la barca fuera reparada, entre cena y cena, los empleados del hotel le contaron cómo fueron los últimos meses de vida de Caruso en la misma habitación donde él estaba hospedado. El gran tenor estaba enfermo de cáncer de garganta y sabia que tenia los días contados pero eso no le impedía dar lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado. Una noche de mucho calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo mirara con admiración, así que, aun encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento; su voz era potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza; las luces de las barcas eran tantas que parecían estrellas (o quizá las luces de los rascacielos de Nueva York). Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano. Esa noche su estado empeoro y dos días mas tarde, el 2 de agosto de 1921, moría en Nápoles. En la suite del hotel todavía se conservaban los libros, algunas fotografías y el piano del gran Caruso, así que Dalla se puso a tocar, e, inspirándose en la vida del tenor, conmovido por esta historia, Lucio Dalla, un espíritu diletante y sensible quiso rescatar esta emotiva historia para cantarla en un tema que se ha convertido en un rendido homenaje a Caruso. Es una canción que narra el drama de esa noche... con luces y sombras del pasado... con muerte y vida...un hombre enfermo que busca en los ojos de la muchacha un futuro que ya no existe...un testamento de amor… este fue su ultimo concierto… y este fue su excepcional publico... el mar, las estrellas, los pescadores, las luces de las barcas y su amada... Es una canción nacida del corazón, decía el cantautor, aunque relató muy poquito tiempo antes de su muerte que la había escrito para pasar el rato, no teniendo previsto quedarse atrapado en Sorrento. No es por chafar la guitarra (nunca mejor dicho) y romper el encanto de este relato; pero la historia de Caruso con la joven tiene más de leyenda que otra cosa porque hay muchas y contradictorias versiones sobre la enfermedad y muerte del cantante. Caruso había sido operado de pulmón, convaleciente en Sorrento y hospedado en el hotel Excelsior, se recuperaba de una grave enfermedad; dando síntomas de mejoría, el gran tenor decidió trasladarse a Nápoles donde tuvo una recaída muriendo días después, también en la habitación de un hotel. Achacan esta recaída a que el médico que le venía haciendo las curas diarias no era un buen especialista.

La letra de la canción tiene ecos de Dante. Caruso comienza situándonos en un lugar de una belleza deslumbrante pero donde el viento sopla con fuerza; pronto aprendemos que un abrazo sigue a las lágrimas, estamos perdidos en la angustia humana. Aquí resuena la madera oscura de Dante, y el punto medio de la vida. Rápidamente sigue la resolución. Como en el Canto 2 del Infierno donde el amor mueve a Beatriz a enviar a Virgilio a redimir a Dante, así también el amor es redentor en el Caruso de Dalla: nos redime de la muerte. Caruso menciona sólo dos lugares: Sorrento y América, en una pérdida para todos aquellos que nunca “volverían a Sorrento” (otra famosa canción ambientada en la ciudad). En la historia concreta de Enrico Caruso como protagonista de la ópera es, como nos cuenta la canción, donde, bajo la ilusión del maquillaje, se pierde a sí mismo y se convierte en otro.


 

 

 

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