domingo, 4 de septiembre de 2022

Serpientes de verano y otras mentiras.

 


Si hemos de hacer caso a la Wikipedia, serpiente de verano o culebrón del verano es una expresión que se refiere a las noticias irrelevantes o sorprendentes que se publican para llenar páginas durante las vacaciones de verano, cuando la mayor parte de los políticos (protagonistas de las noticias) se encuentran de vacaciones y no se producen sucesos ni noticias interesantes. Según algunos, el término podría provenir de Nessie, el mítico monstruo del escocés lago Ness, al que se hacía reaparecer todos los agostos para que los diarios tuvieran algo de lo que hablar. Las temáticas que cubre este fenómeno son variadas: la criptozoología, campo en que destacan tanto el mencionado Nessie como el Yeti, el cocodrilo del Nilo “de hasta tres metros de tamaño” que algunas personas juran haber visto en el río Pisuerga, cerca de Valladolid, la posible presencia de tiburones blancos en la península e islas coincidiendo con la temporada de playa, o el Bigfoot; la arqueología, con el descubrimiento de algún resto que se proclama como confirmación de algún episodio bíblico; la ufología, los círculos en los cultivos que aparecieron a mediados de la década de 1970 al sur de Inglaterra; la parapsicología, en la que puede mencionarse el misterio de las caras de Bélmez, entre otras. Tal vez la fascinación que ejerce lo raro, lo extravagante, lo insólito, lo monstruoso, lo prodigioso y lo anormal se encuentran detrás del gran éxito que cosechan estas historias durante el periodo vacacional, en un momento en el que necesitamos especialmente alejarnos del orden y soñar que podemos vivir y disfrutar del caos. No obstante, las serpientes de verano ya no se circunscriben al periodo estival, sino que comienzan a colonizar el resto de meses del año, tras encontrar cobijo en las redes sociales. Ha surgido un tipo de lector al que le gustan estas noticias curiosas y sorprendentes que captan la atención, por lo que algunos medios digitales que necesitan diariamente muchos contenidos les están abriendo un hueco con un propósito similar a lo ocurrido en su día a raíz de la inclusión de las noticias de sucesos en los periódicos: que la gente entre en las plataformas digitales atraída por estas informaciones sobre animales curiosos o sucesos extravaagantes que en ocasiones nunca llegaron a ocurrir y se quede en el medio en cuestión para poder acceder a otro tipo de contenidos informativamente más serios.


Hace unos cuantos años corrió como la pólvora la “noticia” de que la sandía era mano de santo para los vasos sanguíneos y que su efecto era incluso comparable al uso de la Viagra para combatir la disfunción eréctil; las televisiones (que ya había) sacaron sus cámaras a la calle y diversos parroquianos aparecieron ante ellas comiendo sandía y contando chistes sobre sus expectativas, pero la serpiente asomó su cabecita cuando alguien cayó en la cuenta de que los profesores de la Universidad de Texas que difundieron el descubrimiento no lo podían sustentar basándose en ningún dato solvente y, además, matizaron que la sustancia viagrista, la citrulina, en realidad estaba en la parte blanca de la sandía (la que no se come), al margen de puntualizar que para que hiciera algún efecto sería necesario consumir varios kilos. Pese a ello, cada verano desde ese año, algunos medios de comunicación vuelven a recuperar la noticia. Quienes tienen cierta edad (es curioso que la expresión «cierta edad» tienda a identificarse siempre con alguien mayor) sabrán que, cada año, a partir del 1 de julio, los periodistas habían de capturar una serpiente de verano y, lejos de liquidarla, lo aconsejable era que viviera unas semanas más o, incluso, que llegara hasta finales de agosto. Una serpiente de verano (por dejar las cosas claras) venía a ser una historia que, en cualquier otra época del año, resultaría más difícil de creer –un tanto rocambolesca quizás– pero que la sequía informativa permitía encajarla mejor. Las serpientes de verano tienen, entre otras, la misión de separar lo verdadero de lo falso. De hacernos creer, para ser más precisos, que entre lo verdadero y lo falso existe una frontera nítida. Dicho de otro modo: no es que en noviembre no se publiquen serpientes de verano, sino que, debido a un consenso general, las tomamos como leones de invierno. Trump, sin ir más lejos, es una serpiente de verano que ha logrado imponerse durante el resto de las estaciones. Hay personas a las que a los 30 años les dan dos meses de vida y luego viven hasta casi los 80 (Stephen Hawking, por ejemplo). Pero lo normal es que, alcanzado septiembre, nos dejemos de tonterías con un hasta aquí hemos llegado. Los platillos volantes estaban bien para las cenas al aire libre y las consecuentes lluvias de estrellas (las Perseidas, las Gemínidas y todo eso) características de agosto. Pero en el otoño hay que volver a la realidad, signifique lo que signifique realidad. Cuando una serpiente de verano, caso Trump, se convertía en «apuesta informativa» (una expresión muy de la jerga del periodismo) era como para echarse a temblar si antes no se habían tomado ciertos controles. Si la literatura de cordel, los romances de ciego y las noticias de sucesos son los precedentes de las actuales serpientes de verano, sus descendientes naturales son las leyendas urbanas y las fake news, Tal vez por ello, además de las fake news, comienza a proliferar la fake science (ciencia falsa) cuyo mejor ejemplo es la reciente epidemia de coronavirus y el rumor elevado a la categoría de noticia por personajes famosos como Miguel Bosé o Enrique Bunbury de que la vacuna podría formar parte de una oscura conspiración orquestada por Bill Gates y el magnate Georges Soros para introducir un microchip o un nanorobot dentro del antivirus y así controlar a la población.


Y, ya que estamos con las fake news, es cierto que siempre han existido las noticias engañosas, pero a partir de la emergencia de Internet y de las nuevas tecnologías de comunicación e información, las Fake News han proliferado a lo largo y ancho del planeta (este término es utilizado para conceptualizar la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación); las redes sociales permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez, y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado. Así se genera un circuito vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos. Todo esto sucede en un contexto de posverdad, término que se refiere a las circunstancias en que los hechos objetivos son menos importantes a la hora de modelar la opinión pública que las apelaciones a la emoción o a las creencias personales. Un ejemplo clave para explicar esto, es la campaña presidencial de Donald Trump en 2016. Su victoria como nuevo presidente de los Estados Unidos fue posible gracias al tratamiento de manipulación de la verdad pues, según se ha demostrado, el 70% de las declaraciones electorales de Trump eran bastante falsas, falsas o grandes mentiras. El uso de las redes sociales para destruir la imagen pública de su oponente Hilary Clinton a partir de información falsa fue una de sus estrategias principales y a pesar de que luego se desmintiera, la información circulaba de una manera veloz, generando efectos negativos en la percepción social de la candidata. Pero no hace falta acudir a Trump ni viajar a Estados Unidos; según se ha sabido, determinados medios de información (?) aliados con ciertos políticos (??) fabricaron y publicaron noticias falsas con el fin de crear un determinado estado de opinión; descubierto el fraude, no sólo no han pedido perdón ni disculpas, sino que su credibilidad (???) permanece como antes… y siguen vendiendo, que es de lo que se trata.


Todas las fake news son graves, pero si hubiéramos de establecer un baremo con ellas, posiblemente quedaría algo así:

1) Sátira, parodia u “ocurrencia”, sólo para causar daño.

2) Contenido engañoso: Se trata del uso engañoso de información para incriminar a alguien o algo.

3) Contenido impostor: Es el tipo de información que suplanta fuentes genuinas.

4) Contenido fabricado: Contenido “nuevo” que es predominantemente falso, diseñado especialmente para engañar y perjudicar.

5) Conexión falsa: Cuando los titulares, imágenes o leyendas no confirman realmente el contenido del texto de la noticia.

6) Contexto falso: Cuando el contenido genuino se difunde con información falsa de contexto.

7) Contenido manipulado: Cuando información o imágenes genuinas se manipulan para engañar.

La totalidad de las fake news que pululan sin freno, por descontado, tienen más de un punto de coincidencia con esta clasificación o con cualquiera otra que se hiciera.


Teniendo en cuenta que las noticias falsas están impactando no sólo el derecho a la información sino que se trata de un fenómeno que tiene incidencia también en la sociedad en su conjunto y que afecta la integridad democrática, cabe reflexionar sobre el rol que deben tomar tanto la sociedad como los y las comunicadores y comunicadoras al respecto. En una declaración conjunta de organismos internacionales el relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, describió claramente el fenómeno estableciendo que la desinformación y la propaganda afectan intensamente a la democracia, erosionan la credibilidad de los medios de comunicación tradicionales, interfieren con el derecho de las personas de buscar y recibir información veraz de todo tipo, y pueden aumentar la hostilidad y odio en contra de ciertos grupos vulnerables de la sociedad. También destacó la importancia de tomar iniciativas desde la sociedad civil y los medios de comunicación para identificar noticias deliberadamente falsas, desinformación y propaganda, y generar conciencia sobre estas cuestiones.


1 comentario:

  1. Pues si la verdad es que sería lo Justo que los periódicos y medios de comunicación que difunden esas falsas noticias se ocuparán luego de desmentir con mucho más importancia!!

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