Con “Child” nos encontramos ante un pequeño tesoro desconocido para los más jóvenes debido a que nunca fue reeditado en CD. No obstante, este single es probablemente la cumbre de la discografía del grupo Los Canarios. El disco quedó grabado en el verano de 1968, pocos días antes de que Teddy Bautista (sí, sí, el de los líos en la SGAE) abandonase el grupo y partiese para hacer el servicio militar durante quince meses contra su voluntad (fue sustituido por Pedro Ruy-Blas, pero eso es otra historia). El disco tuvo una edición lujosa con dos caras A. La carátula era completamente blanca con una pequeña foto de un niño negro por una cara (“Child”) y completamente negra con la silueta en blanco de Otis RRedding por la otra cara (“Requiem for a soul”). Como objeto resultaba bien elegante y su fecha de publicación lo hacía un idóneo regalo de Navidad. Si el envoltorio era lujoso, el contenido no se quedaba atrás. En los arreglos de ambos temas no se escatimaron medios: sección de cuerda, coros y los mejores medios de grabación de la época, lo que se nota al escucharlo, a pesar de que ha sido obtenido a partir de un vinilo de 45 rpm, único soporte en el que estas canciones han sido publicadas en España. El disco resultó un éxito de ventas y anduvo cerca de revivir el reciente bombazo de “Get on your knees”, estuvo un montón de semanas entre los diez singles más vendidos, aunque en ningún momento llegó al nº1 de las listas. Musicalmente, “Child” comienza con un pegadizo riff de viento que oiremos varias veces a lo largo de una canción estupendamente cantada por un Teddy entristecido arropado por profusión de cuerdas y coros. Una bella melodía y un tema de producción muy trabajada. Una auténtica delicia que espero disfrutéis. En varias entrevistas Teddy Bautista ha dicho que su cantante preferido es Otis Redding, y a él está dedicada este “Requiem for a soul” –el cantante norteamericano falleció el mismo año 1968 en un accidente de aviación-. Es un tema íntimo que comienza con una marcha fúnebre seguida de la voz envuelta en una cuerda suave y un viento que empuja al tema, restándole lentitud a su desarrollo. La voz del cantante nunca sonó tan negra como en este réquiem.
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