miércoles, 22 de marzo de 2023

Las raíces... aunque no lo sean.



Recuerdo hace muchos años que, cuando visitaba a la tía Pepa, casi siempre abría una cajita de música que había en el mueble del comedor con una música relajante y pegadiza que yo entonces desconocía, pero que a ella, que había salido de Andalucía en circunstancias dramáticas, le evocaban su tierra. Tiempo después supe que esa música era la danza Andaluza, que de andaluz tenía poco más que el nombre, pues era del compositor catalán nacido en Lleida Enric Granados Campiña (1867-1916), curioso personaje este gran pianista, pedagogo y catalanista: hijo de militar, dio muestras a temprana edad de poseer un talento musical envidiable, a sus siete años la familia debió trasladarse a Barcelona. Tal era la facilidad para aprender que mostraba el muchacho que al poco tiempo sus padres decidieron proporcionarle una educación musical formal; fue el inicio de un camino sin baches solo interrumpido por las penurias que debió enfrentar a raíz de las dificultades económicas que, muerto el padre, llevaron al joven Granados a convertirse en el proveedor de una familia numerosa. Calificado por uno de sus profesores como el alumno más brillante que había tenido nunca, el joven debió abandonar sus estudios para ofrecer sus servicios como pianista en los cafés de Barcelona, llegando a tocar hasta cinco horas diarias en uno de ellos. Pero simultáneamente tuvo la fortuna de ser contratado por un acaudalado empresario como profesor de sus hijos y marchó a París, visto que en España no estaba garantizado que pudiera completar sus estudios musicales pero al poco de llegar, enfermó de tifus, y cuando quiso postular al Conservatorio ya había superado la edad máxima de ingreso, por lo que debió tomar clases privadas con un destacado profesor qu, por cierto, para ese momento contaba entre sus discípulos a un alumno bajito elegantemente vestido, de nombre Maurice Ravel. Enric Granados fue bastante descuidado en la conservación de la cantidad ingente de sus obras (Bocetos, Goyescas, 12 Danzas españolas, Piezas sobre cantos populares, Valses poéticos, Madrigal, la ópera Maria del Carme, Follet, Picarol, Liliana, Sardana, Rapsodia aragonesa, El Pelele, El canto de las estrellas, Canciones amatorias, Tonadillas, Elegía eterna, el poema sinfónico Dante, etc.) , regalando algunas de ellas mientras otras fueron a parar a editores que nunca llegaron a publicarlas. Muchos de sus manuscritos ni siquiera cuentan con la fecha de la composición y con frecuencia están escritos primero a lápiz y repasados después a tinta, con el resultado de que muchas páginas son de difícil lectura. Su muerte fue de novela (si no fuera de aquí, seguro que ya se habrían hecho, por ejemplo, incontables películas sobre él); tras un exitoso concierto en New York, incluyendo una recepción en la Casa Blanca, viajaron (con su esposa) a Londres, desde donde se dirigieron al puerto de Folkestone para embarcarse en el buque SS Sussex con destino al puerto francés de Dieppe, desde donde tomarían el tren con destino a Barcelona. Durante la travesía del canal de la Mancha, en plena I Guerra Mundial, la nave fue detectada por un submarino de guerra alemán, que aparentemente lo confundió con un barco minado y le lanzó un torpedo que partió en dos al barco, hundiéndose rápidamente la proa en la cual se encontraba en aquellos momentos el matrimonio. Granados se lanzó al agua siendo recogido por una de las barcas de salvamento pero al ver a su esposa debatiéndose entre las olas se volvió a lanzar al agua con la intención de salvarla y ambos fueron engullidos por el mar junto con otras entre 80 y 100 víctimas (nunca se supo). En cuanto a lo que yo oía en la cajita de música, la Danza Española Nº 5, denominada Playera o, con más propiedad, Andaluza, debido a su no oculto aire flamenco, subrayado por las apoyaturas de la mano izquierda que intentan evocar el rasgueo de una guitarra, andantino, quasi allegretto, es, quizá, la más conocida, empezando mediante una amplia frase melancólica. El episodio central es más sosegado. Luego se reanuda el tema de la primera sección. Aunque fue compuesta para piano, traemos, en recuerdo de la tía Pepa, una versión con cello y guitarra española.

 

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