Y seguimos con los clowns; un payaso -metafórico o no-; es una persona que se oculta tras una máscara para no descubrir su verdadera identidad, está enamorado de una mujer que no le corresponde; por ello canta a la dolorosa indiferencia y a la inevitabilidad de su condición de actor. La figura del payaso ha tenido varias connotaciones en las diversas manifestaciones artísticas, del horror a la decadencia, incluso existe una serie pictórica que emula al payaso triste, pero parece interesante destacar cómo la misma historia, procedente de una ópera -espectáculo, supuestamente, de élite- se ha colado en todos los hogares y en todos los oídos, aun en los de aquellos que sostienen que desconocen o detestan la ópera. Seguro es que Ruggero Leoncavallo (1857-1919) tomó inspiración de algún relato previo" (Pensé en la tragedia que había ensangrentado los recuerdos de mi lejana infancia y en el pobre criado Gaetano Scavello, asesinado ante mis ojos. En menos de veinte días tuve el libreto de Pagliacci", confesaba el compositor en su autobiografía; la ópera se inscribe en la corriente del "teatro dentro del teatro": los acontecimientos se suceden en paralelo a la obra y, con el recurso de las máscaras de la commedia dell'arte, el objetivo es que el público confunda el guion con la propia realidad), sin embargo, su ópera ha resistido los embates del tiempo y el espacio, y se ha convertido en prueba irrefutable de la universalidad de la música. Según el libro Guinness de los records, esta aria, interpretada por Enrico Caruso (grabado en noviembre de 1902), fue el primer disco que vendió más de un millón de ejemplares de la historia. Y desde entonces no ha parado de sonar. 'Vesti la giubba', de la ópera 'Pagliacci', es una de las melodías más reconocibles de la lírica. Luciano Pavarotti se encargó de volver a popularizarla (inolvidable su imagen vestido de payaso), pero también ha aparecido en películas como 'Los intocables' o en series como 'Los Simpsons', ha sido versionada de forma satírica por el músico Spike Jones e incluso el popular 'The show must go on', de Queen, tiene mucho que ver con esta composición. Si se escucha la palabra ópera, muchos piensan en obesas mujeres lanzando alaridos, en teatros con gente de largos vestidos, elegantes fracs, guantes, abrigos y catalejos: nada más alejado de la verdadera magia del espectáculo lírico: la ópera es tan antigua como el teatro mismo, pero se consolidó en lo que conocemos hoy en día, durante el siglo XVII y, desde entonces, ha ido permeando -nos hayamos dado cuenta o no- tanto en el imaginario colectivo, como en la cultura popular. “Ríe, payaso", exclama Canio, el personaje abatido por el desencuentro amoroso con Nedda. Al final del primer acto de Pagliacci, el verano es un catalizador de las pasiones virulentas de la trama, situada en el pueblecito de Montalto di Calabria, al sur de Italia, un 15 de agosto por la tarde. Es el momento del aria para tenor Vesti la giubba, la pieza más emblemática de la obra. Canio, interpretado por figuras como Enrico Caruso, Plácido Domingo (historias extra-vocales aparte) y Luciano Pavarotti desde su estreno en 1892, se seca el sudor que ha desprendido la pintura de su cara en medio del lamento por tener que hacer reír al público ("la gente paga", entona resignado) cuando más destrozado se siente. Su esposa Nedda se ha enamoriscado del aldeano Silvio, y Canio, preso de los celos, termina asesinándolos. "El teatro y la vida son la misma cosa", explica el personaje de Tonio en el prólogo, uno de los testimonios más representativos del verismo italiano, sucesor del naturalismo francés. En este movimiento, que exalta la crudeza en los bajos fondos de la sociedad -cultura del coltello (cuchillo)-, también se incluye la ópera de Pietro Mascagni, Cavalleria rusticana, la reacción, junto con Pagliacci, más contundente a Wagner y a la ópera romántica italiana.
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