Hoy que la derecha extrema (esa que, más allá de la ideología, mantiene ante sus, por otra parte, enfervorizados adeptos) que el poder es casi un mandato divino, siempre correspondiente a ellos, por supuesto, y, por lo tanto, su único objetivo es crispar permanentemente, como una gota malaya, generalmente con mentiras demostrables o con feroces críticas ad hominem – “calumnia, que algo queda”, dice la sabiduría popular -, a la ciudadanía cuando los votos determinan lo contrario) y la extrema derecha (que no es lo mismo que la derecha extrema aunque sean las mismas palabras) de nuestro país alimentan de forma irresponsable e impune el fantasma del golpismo, merece la pena recordar a un grupo de militares del Ejército español que sacrificaron sus carreras e incluso se jugaron la vida a finales de la dictadura por defender las libertades y por la instauración de la democracia en España. Un preludio necesario: hay muchas formas de entender la patria (hay incontables definiciones del concepto “patria”), que es un mero accidente, ya que tiene que ver con la suerte de haber nacido en un lugar o en el seno de una familia ligada a ese lugar (muchos militares han desarrollado sus funciones de representación y defensa de España fuera de nuestras fronteras, donde han tenido hijos cuya nacionalidad no se ha determinado por el lugar de nacimiento sino por la nacionalidad de sus padres) y que por tanto es aleatorio. Las posibilidades de nacer en un país u otro son realmente grandes. Nacer en España es pues casi un accidente (como lo es nacer en cualquier otro país)1. Pero una vez nacido en un país, la noción de patria del mismo puede verse informada desde dos puntos de vista: el territorio o los habitantes que conforman ese país. Desgraciadamente el punto de vista mayoritario es el de territorio, y así se habla en nuestro país de “la unidad de España” como un valor inamovible, haciendo remontar nuestra nación a momentos históricos en los que el concepto “nación” no existía, y aún más, a momentos en los que la unidad real política y territorial tampoco. Y los habitantes de los territorios de las diferentes coronas históricas, lógicamente, carecían del concepto de “ciudadanos” que sólo surge a partir de la revolución francesa y se consolida en el siglo XIX. Pero, un país, realmente, lo conforma no tanto su territorio cuanto los intereses comunes de quienes lo habitan. Y en este sentido los militares que buscaban una España democrática fueron profundamente patrióticos, ya que su interés no se centraba en un territorio o en una clase (la militar) que informara el derecho del ciudadano, sino en la forma en que esos ciudadanos participan en la vida y el desarrollo de su país. Y así aquellos militares cuya ideología era diferente y diversa, dejaron de lado sus diferencias ideológicas concretas para centrarse en una necesidad imperiosa de España: la democracia. Por su advenimiento lucharon, se jugaron (y perdieron) sus carreras militares e incluso sus vidas porque en los coletazos finales del franquismo se tiraba de condena de muerte con facilidad inusitada. Pensaron en su patria (en los ciudadanos que la conforman) antes que en sí mismos.
Corría el segundo semestre de 1974 en el hoy desaparecido, para construir viviendas, cuartel Álvarez de Castro, en la ciudad de Girona. Por entre los vetustos edificios de pabellones y dependencias militares era relativamente frecuente cruzarse con un capitán de Caballería (después me dijeron que se llamaba Arturo Gurriarán2) cuya señal de identidad visible era que solía vestir con botas de paracaidista, diferente de las normales, en el traje “de faena”, afable en el trato, y del que en voz muy baja se decía que era uno de “los úmedos” (luego ya se sabía que había más), frase poco menos que cabalística entonces y que después supe que se refería a los miembros de la Unión Militar Democrática (UMD, de ahí lo de “úmedos”, sin hache), nacida gracias al empeño y la iniciativa de tres comandantes y nueve capitanes cuyo objetivo era democratizar las Fuerzas Armadas y, ya puestos, derrocar a Franco. El movimiento vio la luz bajo el influjo de la Revolución de los Claveles de Portugal, del mes de abril de 1974. De hecho, los comandantes Luis Otero Fernández y Julio Busquets (dos de los miembros de la UMD) llegaron a viajar al país vecino para entrar en contacto con sus compañeros portugueses e intercambiar ideas y proyectos. Además, la organización UMD jugó un importante papel como elemento catalizador de la democracia al relacionarse con los políticos de la oposición en la clandestinidad, como el dirigente socialista catalán Joan Reventós, con Felipe González y con Santiago Carrillo, así como otras personalidades del Gobierno tardofranquista, por ejemplo Joaquín Ruiz-Giménez, exministro del dictador, que representaba el aperturismo y los nuevos tiempos. El referente histórico de la UMD se remonta a los años 30 del siglo pasado: la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA), una asociación de militares republicanos creada en 1934 como respuesta a la actividad monárquico-fascista de la clandestina Unión Militar Española (UME), creada en 1933. Pese a que la UMRA alertó en numerosas ocasiones al Gobierno de la actividad conspirativa de la UME, la pasividad de los ministros del ramo acabó allanando el camino al golpe militar de 1936 ya que el apoyo militar y político inmediato del nazi-fascismo alemán e italiano a los militares rebeldes desencadenó la Guerra de España (1936-1939), preludio de la II Guerra Mundial (1939-1945). En la mente de los impulsores de la UMD nunca estuvo dar un golpe de Estado sino ir ganando adeptos para la causa. “En vez de un pronunciamiento activo debíamos ensayar un pronunciamiento negativo: mojar la pólvora de aquel ejército azul”, señaló uno de sus líderes más destacados
La represión de Franco, especialmente herido en su orgullo por lo que aquello representaba de gran fisura en su amado y querido Ejército nacional, hecho a su semejanza, no se hizo esperar. Pronto, los generales franquistas supieron de la existencia de la UMD y en 1975 fueron detenidos los principales líderes de la organización. En aquel año la Unión Militar Democrática ya contaba con una avanzadilla de entre 200 y 400 simpatizantes o asociados y hasta 600 colaboradores. Finalmente, los arrestados por defender la democracia terminaron en el banquillo de los acusados y fueron represaliados de forma implacable. Sin duda, desde el primer momento la idea del Régimen fue fusilar a todos los insurgentes, pero el franquismo se encontraba en sus últimos estertores (o no, el futuro lo dirá) y la reacción internacional hubiese sido definitiva, demoledora para el dictador. El escándalo internacional hubiese sido mayúsculo de haber tenido que recurrir ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, lo que hubiese puesto de manifiesto el grave desajuste existente entre las instituciones de nuestro país y las existentes en Europa; especialmente en el origen y contenido de la Constitución del 78 en todo lo referente al Rey y las Fuerzas Armadas. No obstante, que nadie tenga la menor duda de que si los hechos hubiesen tenido lugar en 1940, en la posguerra más dura, los militares implicados habrían sido pasados por las armas. No consta que hubiera delaciones entre ellos pese a que los interrogatorios fueron duros. Ninguno ha hablado a fondo de ellos pero conociendo cómo se las gastaba el régimen con los disidentes no es difícil imaginar en qué condiciones se desarrollaron esos interrogatorios; sí que se cuentan anécdotas chuscas sobre presuntos códigos ocultos en canciones cuartelarias con las que se animaban unos a otros de celda a celda y sus respuestas en los interrogatorios acerca de las mismas. Y, a pesar de sus diferencias ideológicas, siempre mantuvieron una profunda amistad, una camaradería que trascendió a los caminos diferentes que cada uno de ellos tomó una vez disuelta la UMD (tras las elecciones de 1977, cumpliendo su palabra de “cuando llegara la democracia”) y puestos los principios necesarios para una democracia en España, aunque el devenir del tiempo les alejara a veces. El significado de democracia era, seguramente, diferente para cada uno de ellos, pero fueron capaces de hacer algo de lo que por desgracia ahora manifestamos nuestra incapacidad: llegar a una base común desde la cual desarrollar cada uno su propio proyecto en democracia; alcanzar esa base común fue sin duda un logro enorme, porque les unió con una parte importantísima de la ciudadanía en una aspiración común. Hoy más que nunca, en este tiempo en que las ideologías autoritarias de corte populista arrasan en nuestro entorno, es necesario recordar el Patriotismo, el Compañerismo y la Democracia que encarnaron los militares de la UMD y luchar por el restablecimiento de esos valores.
El juicio se celebró en el acuartelamiento de Hoyo de Manzanares (Madrid) contra nueve militares detenidos, que fueron sentenciados a penas de 43 años de cárcel. Los días 8 y 9 de Marzo de 1976 tuvo lugar una auténtica farsa porque habían sido privados de la defensa legal que requerían. Meses antes, la jurisdicción militar había rechazado de plano su defensa por abogados civiles; todos los letrados eran, además, personalidades de prestigio de la oposición democrática: entre ellos, el que sería presidente del Congreso de los Diputados, el democristiano Fernando Álvarez de Miranda; el dirigente socialista y después alcalde de la capital española Enrique Tierno Galván; el monárquico Jaime Miralles; el ex ministro de Educación Joaquín Ruiz-Gíménez; y el catedrático Manuel Jíménez de Parga. Significativamente, Jíménez de Parga, en aquellos años titular de la cátedra de Derecho Político en Barcelona, en cuyo equipo trabajaba el fundador de la UMD, Julio Busquets, había abandonado las Fuerzas Armadas a las que pertenecía como jurídico, tras ser represaliado por sus ideas democráticas. Además, al menos siete de ellos fueron expulsados del Ejército. Hubo registros domiciliarios en varias provincias y más detenciones con el fin de aplastar un movimiento que luchaba por la democratización de las Fuerzas Armadas. Como no podía ser de otra manera tratándose del siempre vengativo Franco, el proceso judicial quebrantó principios básicos del Derecho Penal y Procesal. “Muchos otros sufrieron arrestos, destinos forzosos, prohibiciones, anulación de becas concedidas, expulsiones de centros de enseñanza, relegación en sus funciones, que sobre el motivo aparente tenían como causa real su condición de demócratas. Todos debieron afrontar un ambiente hostil que les presionaba deliberadamente para que abandonaran la carrera y algunos que, por sus acreditados méritos y capacidades, tenían expectativas de promoción profesional vieron como éstas se esfumaban”. Referencias a la existencia de la UMD se encuentran en toda la historiografía de la Transición política española, aunque los textos no suelen profundizar en las características de la organización o su aportación programática al debate político de oposición al régimen franquista, ni en su contribución a la recuperación de la Democracia en España desde un ámbito tan sensible como la institución militar. La información sobre la UMD se centra esencialmente en dos asuntos que tienen a 1977 como año divisor: primero, los procesos de la jurisdicción militar contra once de sus miembros y, después, el interminable camino de la rehabilitación profesional de los oficiales expulsados de las Fuerzas Armadas en virtud de una injusta condena por conspiración para la rebelión militar. Como alguien dejó escrito, “en el corazón de los demócratas españoles estos hombres, que arriesgaron su libertad y su carrera sin pedir nada por su sacrificio, son ciudadanos de honor, héroes de la resistencia antifranquista. Un ejército con jefes y oficiales como ellos sería la mayor garantía para la democracia española”.
Ciertamente, en 1986, a los que fueron condenados por "un acto de indisciplina" les fueron perdonadas sus reuniones por la democracia. Pero, incluso en ese momento, la UMD siguió estando mal vista en un ejército que seguía escorado hacia la derecha, hasta que en 2010 el Ministerio de Defensa condecoró con las cruces del mérito militar y aeronáutico a 14 miembros de la UMD que impulsaron la llegada de la democracia a los cuarteles. La iniciativa, que contó con el apoyo de todos los grupos del Congreso excepto del PP, que se abstuvo, era una proposición no de ley para destacar el esfuerzo del grupo de militares que en 1974, desde Barcelona, constituyó la UMD. En el acto, la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, aseguró que "recompensar el valor" de los miembros de la UMD "es un acto de justicia, una reparación necesaria, que confirma la dignidad que nunca perdieron, y engrandece a la sociedad”.
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1Arthur Schopenhauer, considerado el mayor filósofo alemán del siglo XIX, dice en su libro Parerga y Paralipomena sobre el pensamiento nacionalista: “Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad".
2Arturo Luis Gurriarán Granados, reintegrado al Ejército tras el juicio y retirado como coronel de Caballería.
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