Las personas solemos comunicarnos esencialmente a través de las palabra, las dotamos de significado y lo ponemos en común para poder entendernos y explicar las cosas. Inventamos palabras para nombrar cosas nuevas o definir conceptos. No hay manera más eficaz de ocultar, invisibilizar e incluso negar la existencia de algo o alguien que no nombrándolo, y eso lo saben bien algunos “políticos” que, a la vez, suelen olvidar que la verdad siempre sale a la luz. Son innumerables los ejemplos, a lo largo del tiempo y en todos los ámbitos, en los que algo se ha ocultado con el zafio recurso de negar su nombre o existencia, llegando a castigar que se cite como tal, desde invasiones hasta crímenes que no lo son, pasado por asuntos”menores” que se menosprecian o ningunean a criterio del color político de turno. Para dejar tranquilas nuestras latitudes (que también tienen lo suyo si alguien quiere buscar, en algún caso, muy sonoro), acudamos, para ilustrar, a dos hechos relativamente recientes de fuera de nuestras fronteras, uno que niega/oculta algo que existió en verdad en la masacre de la desaparecida población palestina de Tantura manipulando así la historia y otro que escamotea el nombre, el de genocidio, con prohibición penal de usarlo, de lo que ocurrió en Armenia.
Respecto de la primera, no existían apenas evidencias de la masacre de Tantura el 22 y 23 de mayo de 1948 más que en los testimonios orales de los supervivientes, hasta que a finales de la década de 1990 el estudiante israelí (luego, de los “nuestros”) Theodore Katz, de la Universidad de Haifa, investigó para un master y relató los hechos en el marco de una tesis doctoral dirigida por el historiador Kais Firro con entrevistas grabadas a más de cien soldados israelíes participantes en los hechos. Las investigaciones de Katz, que se empezaron a dar a conocer al público a través del diario Maariv, causaron una gran polémica en Israel, ya que hasta entonces pocas voces israelíes habían puesto en cuestión algunas de las ideas más difundidas sobre la creación de Israel, en particular la que afirma que la desaparición de la mayor parte de la población árabe de su territorio en 1948 (dando lugar al problema de los refugiados palestinos) se debió a un éxodo voluntario. De hecho, según los testimonios de algunos habitantes de Tantura, tras el bombardeo de Haifa por tropas israelíes, que originó la huida masiva de su población árabe por mar, parecía inevitable que otro tanto ocurriera en las poblaciones cercanas. Sin embargo, los vecinos de Tantura decidieron permanecer en el pueblo. Según los informes de Katz, elaborados a partir de «testimonios e información tomada de testigos judíos y árabes y de soldados presentes en los acontecimientos», una vez que la Haganá1 hubo controlado el pueblo, «al menos doscientas personas del pueblo de Tantura fueron asesinadas por tropas israelíes», en lo que constituyó «definitivamente, una de las mayores masacres», y otro historiador israelí especialista en este periodo, Benny Morris, eleva las víctimas a 250. Los vecinos muertos habrían sido enterrados inmediatamente en fosas comunes, y el resto dispersados en todas direcciones. Según Katz, otros habitantes fueron ejecutados en sus casas, y la masacre se detuvo, de acuerdo con varios testimonios, cuando el alcalde de la vecina población judía de Zikhron Ya'aqov acudió a Tantura y logró convencer a las tropas de la Haganá de que la detuvieran.
El resto de habitantes habrían sido deportados, gran parte de los hombres confinados como prisioneros de guerra en dos campos situados en dos aldeas árabes conquistadas y vacías, en marzo y abril, para ser finalmente expulsados hacia el área de Cisjordania. Las mujeres y los niños fueron expulsados de Tantura hacia la población de Fraydiss, y desde allí a Cisjordania. En junio no quedaban habitantes de Tantura en territorio israelí y, tal y como ocurrió con el resto de árabes desplazados por la guerra, a los habitantes de Tantura no se les permitió nunca regresar a sus hogares. La tesis de Katz recibió un premio especial de la Universidad de Haifa en 1999, pero fue duramente criticada el año siguiente, cuando la prensa israelí se hizo eco de sus conclusiones, dando lugar a un revuelo político y mediático que suele conocerse como asunto Katz. Uno de sus principales críticos, Benny Morris, hace objeciones tanto a la fiabilidad de unos hechos documentados solo por testimonios orales como a la fidelidad de Katz a los mismos. Sin embargo, por sus propias entrevistas concluye que a pesar de las lagunas metodológicas, la masacre de Tantura fue real y el número de sus víctimas posiblemente algo superior a la cifra avanzada por Katz.
El otro ejemplo de ocultación/negación que utilizaremos es la matanza de cerca de un millón y medio de personas a partir de 1915 a manos del Imperio Otomano, que es considerado el primer genocidio del siglo XX, que abrió una colosal cicatriz en la región entre el Río Bósforo y el Cáucaso y cuyos efectos políticos, sociales y culturales aún permanecen vivos después de más de un siglo desde sus inicios. El Imperio Otomano estaba integrado por poblaciones cristianas -armenios y griegos- y musulmanas -turcos, kurdos y árabes- y su sustento ideológico, basado en el otomanismo, reconocía la diversidad de minorías. El punto de inflexión fue la derrota del Ejército otomano ante las tropas rusas en el Cáucaso en diciembre de 1914, cuando las autoridades otomanas acusaron directamente a los armenios de combatir en el bando enemigo. Los armenios establecieron la fecha del comienzo del exterminio en 24 de abril de 19152, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de esta comunidad en Estambul (entonces Constantinopla), cifra que en los días siguientes ascendió a 600. Luego, una orden del gobierno central determinó la deportación de toda la población armenia, sin posibilidad de cargar los medios para la subsistencia. La marcha forzada por cientos de kilómetros, atravesando zonas desérticas, desató la muerte de la mayor parte de los deportados, víctimas del hambre, la sed y las privaciones, mientras los pocos sobrevivientes eran robados y violados por bandas de asesinos y bandoleros. Seguidamente, con la ayuda del Ejército y formaciones irregulares integradas por kurdos y otras minorías, cientos de miles de armenios fueron asesinados y deportados por suponer "una amenaza para la seguridad nacional"3. Los que no fueron fusilados o quemados vivos en establos en los disturbios escenificados por las propias autoridades, murieron en las largas travesías en caravana hacia los desiertos de Irak y Siria, en las que perecieron cientos de miles de ancianos, mujeres y niños. El saldo mortal oscila entre el medio millón y el millón y medio de armenios masacrados entre 1915 y 1923 Las autoridades otomanas crearon una red de 25 campos de concentración, donde los armenios perecieron de inanición, según la historiografía armenia, que también denuncia la muerte de decenas de miles de personas al ser tiradas por la borda en el mar Negro y tras ser inoculadas con diferentes virus. Si bien los historiadores armenios y occidentales coinciden al calificar de ingeniería étnica la política otomana en relación con los armenios, discrepan en cuanto al número de víctimas de la masacre. El fundador de la actual Turquía, Kemal Ataturk, reconoció la matanza de millones de cristianos otomanos, pero la palabra genocidio es tabú4 desde entonces entre los historiadores turcos, que acusan a los armenios de aliarse con Rusia y rebelarse contra el imperio que les acogía. Como resultado del genocidio, nació la diáspora armenia, muy influyente en países como Estados Unidos, Francia o Argentina, mientras la actual Armenia logró su independencia tras la caída de la Unión Soviética en 1991.
Se atribuye al filósofo franco-estadounidense recientemente desaparecido Francis George Steiner la frase “lo que no se nombra no existe”; que tiene en (mala) política numerosos seguidores; el lenguaje es una herramienta muy poderosa y que tiene mucha fuerza, no es solo un medio con el que poder comunicarnos con el resto de la sociedad sino que además es el espejo en el que la sociedad se refleja de forma que él nos muestra la realidad que vivimos, una realidad que si por algo se caracteriza es por la predominancia de algunas cosas y la invisibilización, menosprecio, ocultación de otras y que asigna valores y actitudes que varían y que tienen en el lenguaje que empleamos un gran aliado para continuar erigiéndose como lo único, lo positivo, lo verdadero, lo universal.
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1La Haganá fue una organización paramilitar de autodefensa judía creada en 1920, durante la época del Mandato británico de Palestina. La Haganá, junto con otras organizaciones, fue la predecesora del actual ejército israelí.
2El 24 de abril de 1915, justo un día antes del desembarco aliado en la península turca de Galípoli durante la Primera Guerra Mundial, las autoridades otomanas, bajo las ordenes de los Jóvenes Turcos (así se conocía a este partido político nacionalista revolucionario y reformador otomano de principios del siglo XX), el partido que ostentaba el poder en Turquía en aquel momento, arrestaron a la élite intelectual y política de la comunidad cristiana armenia. Hasta un total de más de 200 personas fueron conducidas a centros de detención de Ankara (la actual capital turca), donde posteriormente fueron ejecutadas. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos tomaron partido por las Potencias Centrales, es decir, por Alemania y el Imperio Austro-Húngaro, convencidos de que iban a ser los ganadores del conflicto y que con su victoria lograrían que su desmoronado imperio volviera a ser el estado poderoso que había sido en el pasado, un territorio en el que todos aquellos que no fueran musulmanes no tendrían cabida.
3Un investigador e integrante de la comunidad armenia, el doctor Carlos Antaramián, en un artículo titulado "Esbozo histórico del genocidio armenio", señala que las autoridades turcas aprovecharon el gran número de armenios que fueron llamados a filas para "reconvertirlos en soldados/obreros (amele taburi) destinados a construir caminos y vías férreas para luego ser aniquilados en puestos de retaguardia como 'carne de cañón', al tiempo que otros fueron fusilados en trincheras construidas por ellos mismos". El 29 de mayo de 1915 se aprobó la conocida como "Ley Temporal de Deportación" (Ley Tehcir), por la que se otorgaba al gobierno otomano la autorización militar para deportar a cualquiera que fuera percibido como una amenaza para la seguridad del Estado.
4Turquía ha negado siempre estos crímenes y ha tratado de revestir las medidas que se tomaron entonces de legalidad: los ejecutados lo habían sido por traición y los traslados forzosos se basaron en cuestiones de seguridad nacional por considerar a los armenios un grupo rebelde. A pesar de las condolencias por estos terribles actos recibidas de parte del gobierno turco en el año 2014, los armenios siguen luchando a día de hoy para que los asesinatos cometidos contra ellos durante la Primera Guerra Mundial sean reconocidos como un genocidio sin paliativos.
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