¿Y qué decir a las nuevas generaciones de un Paco Ibáñez que ni les suena? Pues que hay que sentir un respeto enorme por las personas que se enfrentaron a la dictadura de Franco cuando hacerlo tenía graves consecuencias, y entristece que se les confunda con todos los que se han autoconcedido el carnet de antifranquistas a toro pasado; uno de los principales cantautores políticos de ese momento duro fue Paco Ibáñez que con más de ochenta años hoy sigue estando en el mismo punto, enemigo de los totalitarismos y del imperialismo, y demócrata convencido, con la vehemencia y exaltación de siempre, y que son los demás los que se mueven en función de lo que les conviene. Francisco Ibáñez Gorostidi nace en Valencia hijo de valenciano y vasca, pero se pasa los primeros catorce años de su vida huyendo con su familia, primero de la represión franquista, a París, después, de la nazi, a San Sebastián, y después volviendo a Francia. Ya asentado de nuevo en la capital gala descubre a Georges Brassens, Léo Ferré y el existencialismo que se convierten en sus referentes musicales e ideológicos. Frecuenta el barrio Latino de París, donde paran músicos, escritores y artistas plásticos españoles y sudamericanos y llega a conocer a Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y al cantautor argentino Atahualpa Yupanqui. Comienza a componer poemas propios y otros de clásicos españoles como Góngora o Quevedo, y recibe un gran espaldarazo al contar a Salvador Dalí como autor de la portada de su disco. Su casa de París se convierte en parada y fonda de los cantantes exiliados, su popularidad se extiende lanzando tres discos de gran impacto, y en 1969 se convierte en mito con sus conciertos en la sala Olympia. Marcha a Barcelona y actúa en TVE, siendo el ídolo de los universitarios españoles que, en su mayoría, descubren con él a los poetas españoles, antiguos y modernos. Paco se convierte en un icono de las protestas y huelgas estudiantiles. En 1971 sus recitales son prohibidos en España y a sus discos se les pone el sello de “No radiables”. Se entera del boicot en vísperas de una actuación en Banyoles, Girona, cerca de la frontera francesa, una frontera que decide cruzar en prevención de males mayores. Sus LPs siguen a la venta, siempre pendientes de la sanción, en algunos establecimientos y son escuchados con devoción en reuniones de amigos y militantes en toda causa de renovación sociopolítica. Los grupos de folk, entonces en pleno auge, lo toman como ejemplo y surgen grupos que ponen música a los poetas de las generaciones del 27 y el 50. Entra en la lista de autores censurados y retorna a París donde sigue lanzando obras de gran repercusión social en España. A su regreso a nuestro país rechaza todas las distinciones oficiales nacionales y francesas al considerar que aceptarlas es perder libertad. Desde entonces sigue dando recitales y siendo fiel a si mismo. Gracias a Paco Ibáñez muchos conocimos el sabor de la poesía española de todos los tiempos y especialmente la del siglo XX, auténtica desconocida. Sus discos se escuchaban en reuniones de militantes izquierdistas, en las clases de Lengua y Literatura de institutos y facultades, en España y fuera de ella. La letra de la canción con la que lo recordamos es una adaptación del poema de su gran amigo José Agustín Goytisolo (que, muerto en 1999; una cierta polémica rodeó su dramática muerte, al caer desde un balcón, considerado por muchos como un suicidio y como un accidente por los miembros de su familia) en el que éste habla a las dos Julias que ama, a su madre muerta en Barcelona en 1938 por un bombardeo franquista de la guerra y a su hija, a la que puso el mismo nombre. En los versos nos expone los peligros de la vida, de cómo te empuja hasta acorralarte, de la soledad, del pesar, de la derrota. Pero les pide a ambas que no se rindan, que continúen por todos las que les aman, que les regalen su risa y su alegría, porque en esta vida existe el amor y la amistad. Y en los momentos peores, quiere que sepan que estas bellas palabras se escribieron pensando en ti, en ellas, en todas, como ahora piensa. La música es minimalista con tan sólo la guitarra y el contrabajo que con suavidad acompañan a la voz clara y justa del cantante.
Buenos días Miguel, este articulo sobre Paco Ibañez me trae a la memoria el despertar de aquella reducida aula de ultimo año de Bachiller ante la aparición de aquel joven profesor de literatura , Enrique Granados, y sus seminarios vespertinos dedicados a la Generación del 27 y como no su tocadiscos precisamente con el disco del recital de Paco Ibáñez en Paris. Aquello fue la frontera entre un antes y un después, al menos para mi. Gracias por avivar el recuerdo.
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