miércoles, 28 de junio de 2023

La intrahistoria de una música conocida.



Hay temas musicales que parecen conocerse desde siempre, como ocurre con el maravilloso adagio, segundo movimiento, del “concierto de Aranjuez” que el maestro Joaquin Rodrigo, ciego desde los tres años de edad a causa de la difteria, compuso en París, donde vivía (¿Y por qué, pues, Aranjuez y no París, que es donde en realidad se compuso el concierto? Pues porque el Palacio y los jardines de Aranjuez eran muy queridos por el maestro Rodrigo; en este idílico lugar, lleno de pájaros y fuentes, pasearon en incontables ocasiones Joaquín y Victoria en su luna de miel. De la evocación de aquellos felices momentos nacen los compases más vibrantes y sugerentes de la obra. El propio autor describe el concierto como la captura de la fragancia de las magnolias, el canto de los pájaros y el chorro de las fuentes de los jardines de Aranjuez), en el año 1939 en un ambiente tenso por las últimas etapas de la guerra (in)civil española y la incipiente Segunda Guerra Mundial, pero la historia que oculta esta composición está llena de dramatimo; resulta que el maestro estaba casado con Victoria Kamhi, una joven pianista turca, la cual estaba embarazada y esperaban con toda la ilusión, de por aquel entonces castigado mundo, el nacimiento de su primer hijo, una niña. Se encontraba el maestro en plena composición de la obra y su mujer cayó gravemente enferma y tuvo que ser ingresada de urgencia. Los doctores anunciaban poco después al maestro que su mujer y su hijo iban a morir con casi completa seguridad; después de oír aquello, el maestro Rodrigo regresó a casa, se sentó delante de su piano y la forma con la que él sabía expresar sus sentimientos era a través de la música, así que compuso el principio del segundo movimiento. Finalmente Victoria viviría, pero su hijo nació muerto y el segundo movimiento del concierto es un diálogo musical entre Dios y el compositor, un diálogo que comienza con un precioso fragmento, un desconsolado paseo de vuelta a casa después de conocer la noticia, y el inicio de una lastimera oración a Dios, suplicándole que no se lleve las almas de su mujer y de su futuro hijo. Mientras su esposa se recuperaba en la clínica, Joaquín, sin poder dormir, repetía una melodía una y otra vez al piano en su casa de París. «Oí cantar dentro de mí el tema completo del Adagio de un tirón, sin vacilaciones. En seguida, sin apenas transición, el del tercer tiempo. Rápidamente me di cuenta de que la obra estaba hecha. Nuestra intuición no nos engaña en esto. Si al Adagio y al Allegro final me condujo algo así como la inspiración, esa fuerza irresistible y sobrenatural, llegué al primer tiempo por la reflexión, el cálculo y la voluntad. Fue el último tiempo de los tres; terminé la obra por donde debí haberla empezado», dejó por escrito Joaquín Rodrigo. La prestigiosa revista de música clásica Gramophone considera el Concierto de Aranjuez uno de los más populares de todos los tiempos, lo que se debe a la belleza de este segundo movimiento, Adagio, que ha sido adaptado a casi todos los instrumentos, incluyendo armónica, violín, piano y sintetizador; y a muy distintos estilos, como las versiones en jazz que hicieron Miles Davis, por un lado, y Chick Corea por otro; además ha servido de inspiración para el pop y el rock, ha sido banda sonora de películas y fondo musical en acontecimientos deportivos. El Concierto de Aranjuez es una de las obras españolas más interpretadas y versionadas de los últimos tiempos. Hay que destacar por su intensidad y precisión rítmica la interpretación y grabación que hizo Paco de Lucía en 1991, que el propio Rodrigo calificó como la más brillante que había escuchado nunca, contradiciendo la opinión demoledora expresada por Narciso Yepes.





 

1 comentario:

  1. Increíble Paco de Lucía y Manuel de Falla !! Una combinación fuera de serie!!!

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